El Partido Laborista británico ganó, ampliamente, las elecciones del pasado mes de julio, aunque su líder, el primer ministro Keir Starmer, perdió votos respecto a las elecciones de 2019 (pasó de 36.641 a 18.884 votos). Su política de apoyo incondicional a Israel y la expulsión del partido de Jeremy Corbyn, antecesor en el liderazgo laborista, le pasó factura a Starmer reduciendo sus votantes a la mitad. Como representantes de distritos electorales vecinos del norte de Londres, el independiente Jeremy Corbyn y Keir Starmer se encuentran de nuevo en la Cámara de los Comunes donde Corbyn se ha convertido en el azote de Starmer.

Esta semana, precisamente, Corbyn ha preguntado al primer ministro si el Gobierno reconsiderará la venta de armas a Israel porque matan miles de niños e inocentes palestinos. Starmer contestó: «Una decisión ha sido tomada, un resumen de ella se presentará al Parlamento». La dialéctica de los Comunes para evitar una respuesta clara. Sobre la evasiva Corbyn dice: «Es totalmente inaceptable; no es la primera vez que se niega a contestar a mis preguntas sobre la venta de armas a Israel. De hecho, la primera pregunta que le hice tras ser elegido trataba de lo mismo, y tampoco me pudo contestar entonces».

El diputado independiente prioriza la atención a los problemas de sus electores (le hayan votado o no) en su trabajo cotidiano. Aun así, encuentra un hueco en su apretada agenda para atender a Público. El año de genocidio en Gaza le ha afianzado como defensor de la causa palestina en Reino Unido. «El mes pasado el Gobierno anunció que aplicaría un embargo parcial de venta de armas a Israel, pero eso no es suficiente, necesitamos un embargo total que incluya los aviones F-35 utilizados para cometer genocidio, y debe incluir también las armas utilizadas en el atroz asalto a Cisjordania. Todavía peor, el embargo parcial fue anunciado antes del ataque a Líbano y ahora estamos al borde de una guerra en toda la zona; nuestros gobiernos necesitan despertar y reconocer su complicidad en los horrores que muestran las pantallas de nuestros televisores», aduce el exlíder laborista.

El diputado independiente, que lideró el ala izquierda del Partido Laborista, cree, como otros políticos en todo el mundo, que la solución al conflicto creado con la fundación de Israel en 1948 es la creación de dos Estados. ¿Es posible después de lo ocurrido en el último año? Corbyn contesta lo siguiente: «Nuestro Gobierno insiste en la solución de dos Estados, pero consistentemente se niega a reconocer uno de ellos. La permanente negativa a la justicia, derechos humanos y libertad de los palestinos es una absoluta vergüenza; cualquier político que se tome en serio la paz y la estabilidad de la zona debe empezar por reconocer el Estado palestino».

En Europa, Noruega, España e Irlanda han dado el paso diplomático y pacífico de reconocer el Estado palestino, en cambio, Reino Unido, no lo hace. A tenor de Corbyn, «la mayoría de las naciones del mundo han reconocido Palestina, solo algunos europeos y Estados Unidos no lo han hecho, nosotros deberíamos hacerlo de forma unilateral, si no, no nos creemos que los palestinos tienen los mismos derechos a la libertad que el resto. Nosotros pedimos el reconocimiento inmediato e incondicional, no en el momento adecuado, según nos dicen, si no, ahora, ya».

La impunidad con la que se comporta Israel y el reto israelí a la autoridad de la ONU (principalmente desde 1967) se han convertido en costumbre en el ámbito de las relaciones internacionales. La opinión del Tribunal Internacional de Justicia (ONU) y el Tribunal Penal Internacional (La Haya) sobre el genocidio son ignoradas por Israel. Todo ello deteriora la credibilidad de las instituciones y la ley internacionales. Este perjuicio preocupa al diputado, quien dice: «En julio pregunté al Gobierno si aceptaba la sentencia del Tribunal Internacional de Justicia acerca de la ilegalidad de la ocupación israelí de Palestina; el ministro me contestó que la sentencia es muy compleja. ¿Qué hay de complejo para acatar la ley internacional? Deberíamos buscar justicia para todos los crímenes de guerra que hemos presenciado en el último ay su indiferencia a la vida humana nos pone en peligro a todos».

Estos días de fatídico aniversario se cumplen también 100 días de Gobierno laborista. El ministro de Exteriores, David Lammy, reparte muchos mensajes, viajes, reuniones y fotos, pero pocos hechos honorables. Pide el alto al fuego, pero nadie le escucha. 

A Corbyn no le extraña ese ninguneo. «Pregonar el alto al fuego al mismo tiempo que engordan la máquina de la guerra es un sinsentido total; palabras vacías. Necesitamos una política exterior ética y consistente que esté a favor de los derechos humanos para todos, en todo el mundo. Si el Gobierno británico quisiese liderar en la escena mundial, haría todo lo posible para facilitar la desescalada militar; tendría el coraje moral de defender el cumplimiento de la ley internacional, acabando con la venta de armas a Israel y defendiendo la única paz justa y duradera que es el fin de la ocupación de Palestina», explica Jeremy Corbyn, cansado de digerir cifras de muertos, heridos, desaparecidos, desplazados, encarcelados o refugiados; menores, adultos o incapacitados.