La imagen «especial» de la Alcaicería en los 50: libre de comercios y con niños jugando
Una fotografía de 1950 muestra esta vía tan turística en la actualidad sin los productos típicos inundando su espacio
La mirada se pierde entre bolsos, pañuelos, abanicos y fulares. Las columnas a los lados, la estrechez y el bullicio conviven a diario en la Alcaicería, un pasadizo paralelo a la calle Zacatín en la que los turistas se sumergen en otro mundo, el de la Granada nazarí. El viaje es geográfico, cultural e histórico. Una sensación distinta para el turista, menos cómoda para el local, que suele elegir otra alternativa en su camino a hacer un ‘mandaíllo’.
La Alcaicería siempre ha sido una vía tan comercial. Sin embargo, a veces ha dejado imágenes de un espacio en el que los niños jugaban sin la oposición de souvenires o turistas en su paseo por el Centro. Una instantánea del fotógrafo alemán Walter Schröder, viajero empedernido que recorrió con su cámara medio mundo fotografiando multitud de países, centrando su mirada principalmente en el arte y en la arquitectura, da fe de ello. Por Granada pasó en los años 50 para dejar una imagen singular: «El momento y los personajes hacen esta fotografía especial. Y lo mejor, sin turistas», compartía la cuenta de fotografías históricas de la provincia @granadaoldpics1.
La Alcaicería en pleno siglo XXI. Pepe Marín
Sin embargo, la historia nos recuerda que la Alcaicería siempre fue un punto de encuentro de comerciantes. Cambia solo el género a la venta. Se ha ido adaptando a los tiempos y los gustos de la clientela, pero nunca ha perdido ese aire de zoco. Recuerda Ángel Rodríguez, especialista en Historia y Arqueología Medieval por la Universidad de Granada, el origen del término –en árabe al-qaisariyya– es ambiguo, interpretado como una derivación de otro de origen griego que significa ‘Casa del César’ por ser el lugar destinado a guardar las mercancías más valiosas. El arqueólogo aclara en un artículo publicado en IDEAL que hubo alcaicerías en las principales ciudades de al-Andalus, pero la única que ha llegado a nuestros días es la de Granada.
La Alcaicería es uno de los espacios más singulares de Granada, camuflado entre las fachadas de edificios del siglo XIX y XX de la calle Zacatín pero que no ha perdido su esencia a lo largo de la historia. Eso sí, hay que tener en cuenta que sufrió una importante reconstrucción del siglo XIX, con ciertos tintes románticos que idealizan la imagen estética del lugar que nada tienen que ver con la alcaicería medieval, apunta el arqueólogo.
Un incendio en 1843 y los procesos de alineaciones de calles y renovación de edificios de las décadas siguientes moldearon la actual Alcaicería. Se añadieron motivos decorativos neonazarís. Antes de este momento se sabe que fue un recinto acotado, fortificado y cerrado al resto de la ciudad, que tenía diez puertas de acceso y que en su interior se distinguía una zona donde se concentraban las tiendas en las que vendían la seda, oro y otros productos de gran valor, y otra en la que se concentraba la Aduana de la seda, edificio en donde antes del incendio existían los únicos restos de decoración nazarí del siglo XIV, hoy desaparecidos.
Un laberinto con alcaide
Además, ubicaba la casa del alcalde, o más bien del alcaide. Y es que su jurisdicción correspondía al Real Patrimonio de la Alhambra, que nombraba a un regidor para velar por su seguridad. El valioso género que albergaba en su interior (ricos tejidos, tafetanes, gasas, brocados y felpas) se protegía con diez puertas que se cerraban cada noche al toque de ánimas. Vista de la Alcaicería en 1892 Biblioteca Nacional
Gómez-Moreno describe este espacio cerrado y salpicado de callejuelas, llenas por todas partes de tiendas muy pequeñas y de «mezquina construcción» organizadas por calles según los oficios. La calle principal era de los sederos. Desde ella hasta la plaza se abrían las calles de traperos, algodoneros y lineros. Le siguen la alhóndiga del Lino, la calle Hamiz-minaleyman, los Capoteros y el Mercantil, donde se vendían marlotas y almaizares, vestimentas típicas de los moriscos. Tenía también una pequeña mezquita y la aduana de la Seda. Todo esto quedó destruido en el incendio del 20 de julio de 1843.
Resurgió de la mano del comercio y ya entonces se apostaba por una medida usada actualmente en el centro de Granada para combatir el calor: los toldos. Con la irrupción del turismo como motor económico de desarrollo de la ciudad, la estrecha vía comercial ha ido acumulando comercios enfocados al turista.
Sin embargo, y a pesar de que la Alcaicería de hoy en día es un recuerdo romántico de la primitiva construcción, con una reconstrucción que sepultó los restos de la vía comercial medieval, mantiene ese sensación de espacio reservado y hermético con el que fue creado.
FOTO: GRANADA OLD PICS