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En el especial de las fiestas de IDEAL de 1993, Bernardo Sánchez, ceramista, nos acercaba al conocimiento de la cerámica califal en Elvira.

BERNARDO SANCHEZ decía así:

La cerámica es una actividad que ha acompañado al hombre en la sucesión de pueblos y culturas, y cuyos restos nos hablan de cada una de ellas cual libro abierto. En el siglo X, la unidad política y religiosa que suponía el Califato de Córdoba para la casi totalidad de la Península, hace que se extiendan por todo el territorio los mismos gustos y técnicas de trabajo en los alfares; así hemos tenido el privilegio de encontrar entre los restos de la antigua ciudad árabe de Ilbira, piezas de cerámica como el plato del caballo, o el de la botella de las liebres, que aunque difieren en el estilo con las piezas de cerámica de la misma época de la ciudad palatina de Medina Zahara, ya que en ésta abundan los motivos epigráficos, guardan una gran similitud sobre todo en la técnica de vidriado blanco de plomo y estaño y decoración en verde y manganeso, que no podemos decir que sea original, ya que hay antecedentes de esta técnica en Siria e Irak en el siglo IX, pero lo que sí podemos decir es que hasta el siglo XIII hay una influencia mutua entre el Oriente y el Occidente (Al-Andalus) del mundo islámico .

Y nos podemos preguntar, ¿cuáles son los logros y la singularidad de estas piezas?. Pues nada menos que la utilización de los vidriados que se anticipan en más de quinientos años a su utilización en la cultura nacionalista-cristiana, hecho de indiscutible valor, ya que son muy superiores estas piezas a las de simple barro cocido que siempre quedan impregnadas con restos de alimentos y olores. Además añaden la posibilidad, al disponer de un fondo de vidriado blanco, de plasmar cualquier motivo decorativo.

En relación a los motivos decorativos de la cerámica califal, se han realizado múltiples estudios para desentrañar su simbología, lo que podríamos sintetizar que, desde el mismo color verde, color del Islam, sobre fondo blanco, color de la dinastía Omeya, a los motivos epigráficos basados en la caligrafía cúfica y cúfico-florido, que siempre son alegorías al nombre de Dios o a sus cualidades, como el más frecuente: almulk (El Reino), propios de la cerámica de Medina Zahara, y las alegorías de animales, que simbolizan cualidades humanas o de la creación.

Pero es sobre todo, el mayor valor de esta cerámica, que podríamos decir, importada de Oriente, el haber servido de puente a una sucesión de técnicas que sí podríamos considerar autóctonas, a lo largo de varios períodos sucesivos durante más de cuatrocientos años, tales como la cuerda seca en el período almohade hasta el siglo XII, y la policromía de la cerámica andalusí al introducir un color más, el azul por medio del óxido de cobalto, hasta llegar al esplendor cultural sin precedentes en la Historia de la Humanidad, durante la dinastía Nazarí del Reino de Granada, con el desarrollo de una cerámica técnicamente espectacular, ya que añaden los dorados en reducción o loza dorada y una decoración preciosista y una decoración preciosista, sólo comparable con la cerámica de la dinastía Ming en China.

En la fotografía, jarra de las liebres, cerámica vidriada verde y manganeso, siglo X-XI (Museo Arqueológico de Granada).

Curiosidades elvirenses.

 

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