«Rotunda victoria de Trump» por Juan Santaella
Tras su victoria, Europa se siente más sola y el mundo, más convulso
De forma abrumadora, Trump ha vencido en las elecciones norteamericanas, a pesar de tener pendientes cuatro procesos judiciales, entre ellos el asalto al Capitolio, y estar acusado de 34 delitos. Dominará el Senado y la Cámara de Representantes; y, en el Tribunal Supremo, tiene una mayoría superconservadora. Estamos ante un Presidente que tiene el control de los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial.
Tras su victoria, Europa se encuentra más sola y el mundo más convulso. Además, con la extrema derecha en auge (Holanda, Francia, Alemania, Austria, Hungría, Italia, España…), su triunfo alimentará esos movimientos populistas. Viktor Orban ya ha celebrado con champán «una victoria muy necesaria para el mundo», y Meloni lo ha felicitado efusivamente: «¡Buen trabajo, presidente Trump!». También corre el champán en Moscú, Budapest y Jerusalén.
Trump fue a por el voto ‘macho’ y lo ha logrado. Vuelve a la Casa Blanca aupado por los hombres: los blancos lo han votado un 59%, y las mujeres blancas un 52%; los negros un 20%, y las mujeres negras un 7%; los latinos un 54%, y las mujeres un 37%. Además, también lo han votado los trabajadores, preocupados por su futuro; el país profundo, rural y evangelista por la prohibición del aborto; los ricos por su neoliberalismo exacerbado, sus desregulaciones y sus recortes de impuestos. Los musulmanes, por su parte, no han votado a Harris por su colaboración en la guerra de Gaza…
Sus medidas inmediatas, según todos los analistas, serán: incrementará un 60% los aranceles de productos chinos, y un 20% los europeos y mejicanos. Apoyará a Putin, permitiendo anexionarse determinados territorios, y colaborará con Netanyahu para destruir el poder iraní. Realizará la mayor deportación de inmigrantes ilegales de la historia de EEUU, y les prohibirá cualquier tipo de ayudas sociales. Se opondrá a los acuerdos climáticos de París: abaratará los combustibles fósiles, detendrá las turbinas eólicas «que matan ballenas», expedirá nuevos permisos para perforaciones petrolíferas, y suspenderá la transición a los coches eléctricos…
Según Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, más que un demagogo, que lo es, Trump es un extremista de derechas, que, desde el principio, denigró y marginó a la prensa que no le era afín, salpicó su primer mandato de mentiras y falsedades, demonizó a cuantos le fueron críticos, defendió el machismo, la xenofobia y el racismo, expulsó y elevó muros contra los extranjeros, y practicó un nacionalismo americano, basado en himnos y banderas, que puso en cuestión las relaciones comerciales, militares, económicas y políticas con los demás Estados, además de ser un negacionista de la pandemia.
Hoy, el orden está sustentado en el desorden. Y eso se refleja en la vida cotidiana. Solo existen el yo sin el yo (un yo vacío), y el yo sin nosotros (insolidario). Quizá, por eso, el sociólogo americano R. Putnam, en ‘El declive del capital social’, habla del fracaso de la sociedad civil, algo muy peligroso para cualquier democracia. Eso significa que el yo público se ha inhibido de los problemas colectivos, y solo mira su interés inmediato. Por eso es tan difícil hablar de verdades o de valores, y tan fácil caer en el populismo. Ojalá las nuevas generaciones, frustradas por un mundo tan absurdo e insolidario, descubran pronto la importancia del otro, y contemplen en su rostro la dignidad que posee.
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FOTO: EL ECONOMISTA