4 diciembre 2024

Pasado un mes de la dana, las muchas necesidades de los damnificados no deben quedar emborronadas por el debate político

Cumplido ya un mes desde el paso de la dana por la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha, el balance no tiene un saldo positivo. El presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, lejos de dimitir por su incomparecencia en el día de la tragedia, sigue aferrado a la tesis de que el fatídico 29 de octubre le faltó información para adoptar medidas preventivas, aunque otros, con los mismos datos, sí las adoptaron. Sigue además sin someterse a las preguntas de los medios de comunicación para que, a través de estos, la sociedad reciba al menos algunas respuestas a los interrogantes que muchos valencianos se formulan. Pese a este insólito comportamiento por parte de un dirigente democrático, le llegará, sin embargo, el momento de comparecer ante las comisiones de investigación en el Parlamento valenciano, en el Congreso y el Senado y con toda probabilidad ante la justicia ordinaria. Tampoco escapará al juicio de su propio partido, el PP, del que ya ha recibido varios avisos y un frío respaldo. Mazón habrá de ir afrontando todas esas pruebas, pero ahora, si pretende seguir al frente de la Generalitat, no puede centrar sus esfuerzos en forjar el escudo que le proteja de esos escrutinios.

Un mes después son innumerables las calles, garajes y locales en los que aún hay barro y las campas en las que se apilan coches inservibles; demasiados (más de 10.000) los niños que aún no han podido volver a clase y altísimo el riesgo sanitario provocado por el bloqueo de la red de alcantarillado. Hay depuradoras por reparar y carreteras por reabrir. Y, por supuesto, no se puede flaquear en el esfuerzo por localizar a las cuatro personas que aún siguen desaparecidas.

Las consecuencias de la dana han impregnado la batalla política, pero este sigue siendo el momento de los afectados, de que los miles de damnificados perciban, un mes después de que sus vidas se vieran violentamente interrumpidas, que la gota fría no arrasó también a las administraciones y que estas cuentan con el músculo suficiente para afrontar la reconstrucción. El Gobierno valenciano ha renovado parte de su Consell con este fin. Es su responsabilidad demostrar que la polémica supresión del tope salarial para los nuevos consejeros vale la pena en su doble objetivo: coordinar con eficacia, reparar y prevenir. Es, por su parte, obligación del Gobierno de España mantener viva la colaboración con la Administración autonómica a través de los cinco grupos de trabajo en los que cooperan ministros y consejeros, y seguir aportando cuantos efectivos y recursos sean necesarios. Ambos ejecutivos han de acercarse más a los ayuntamientos, que son los que tienen de primera mano toda la información sobre lo urgente y lo importante. No se puede diseñar un plan realista sin su participación preeminente. Las administraciones no pueden dejar que se normalice la escena de calles enfangadas. El desafío que supone restablecer el tejido social y productivo requiere diligencia y voluntad.

Los 222 muertos merecen altura de miras y no emborronar su memoria con un debate partidista. Está también en juego que el aumento de la desafección alentada por los ultrapopulistas quiebre la confianza en el sistema público, el único que, pese a sus fallos, puede garantizar protección y reparación. La ciudadanía clama: “¡No nos olvidéis!”. Por eso las ayudas han de ser rápidas, aunque sin menguar en la transparencia y el control en el uso de las arcas públicas. Tampoco deben convertirse en arma política ni sembrar irresponsablemente confusión en medio del desconsuelo. De ahí que sea intolerable que, como hizo Mazón, se pretenda confundir a la población alegando que se trata únicamente de créditos cuando más de la mitad de las ayudas procedentes del Estado son a fondo perdido. Hay que exigir seriedad, porque se trata de que decenas de pueblos puedan volver a una normalidad en la que, en cualquier caso, siempre faltarán más de 200 personas.

EL PAIS EDITORIAL

FOTO: Homenaje en Paiporta (Valencia) a las víctimas del temporal, el día 29, al cumplirse un mes de la tragedia.Jaime Villanueva

https://elpais.com/opinion/2024-12-01/sigue-siendo-la-hora-de-los-afectados.html