22 diciembre 2024

¿Resiliente o ‘felpudo’? Ojo con ser de esas personas que pueden con todo

En ocasiones llevamos como un orgullo lo de aguantar carros y carretas… y, cuidado, superar los baches no consiste en eso

La palabra resiliencia se popularizó en la pandemia… y nos la hemos quedado con mucha alegría. Realmente es una virtud, pero, ojo, bien entendida, porque la mayoría de las personas -una encuesta rápida a la gente de nuestro entorno lo confirmará- cree que es algo así como ‘la capacidad de soportarlo todo’. Y no. La psicóloga y escritora Valeria Sabater nos explica la diferencia principal entre los resilientes y los ‘aguantadores’: «Mientras los primeros salvaguardan su salud mental, los otros avanzan por un camino directo hacia la autodestrucción. En psicología definimos esta última conducta como ‘efecto felpudo’: aguantar todo, perdonar cualquier cosa hasta quedarse con la autoestima bajo mínimos y cargar con responsabilidades propias y ajenas (sobre todo ajenas). Lo peor es que este tipo de personas no son conscientes de su desgaste y esto es un problema para su bienestar físico y psicológico».

De hecho, apunta, los estudios revelan que las personas resilientes tienen menos enfermedades, «mientras que los ‘aguanta-carros-y-carretas’ sufren más dolencias musculoesqueléticas, infecciones, problemas cardiovasculares, intestinales…». He aquí unas preguntas para saber en qué escenario nos movemos, el de los resilientes o el de los ‘felpudos’.

¿Miedo al rechazo?

Hay muchas personas que aguantan mucho porque temen al conflicto y al rechazo y esto es ‘antiresiliencia’ total, ya que nunca cambian el guion. «Es frecuente que estas personas no sepan muy bien por qué actúan como lo hacen, pero, cuando les preguntas cómo era la relación con sus padres o madres, te das cuenta de que están repitiendo los mismos patrones mentales de antaño», indica Sabater.

¿No sabes poner límites?

Todos conocemos a personas que lo asumen todo: se cargan con más trabajo que nadie, no les gusta delegar, en familia son los que llevan el timón… Es para tener una sensación de control, para que todo vaya bien, para que les quieran. Y esto tiene una consecuencia nefasta para ellos: la sobrecarga, que termina haciendo mella en su salud física y mental, porque una persona así de ‘aguantadora’ es un imán para la gente que, quizá inconscientemente, tirará de ella una y otra vez. ¿Por qué? Porque los ‘aguantadores’ no saben poner límites. «Las familias autoritarias, las narcisistas, las hiperexigentes o las que no supieron aportar un afecto válido a sus hijos suelen dar al mundo adultos que lo aguantan todo», explica la psicóloga. El ‘aguantador’, seguramente, ha tenido una infancia en la que decepcionar a sus mayores podía suponer un castigo, indiferencia… «Y el cerebro integra este tipo de realidades y las repite a lo largo del tiempo», sentencia Sabater.

¿Aspiras a la perfección?

Los ‘aguantadores’ prefieren ocultar sus vulnerabilidades, porque consideran que no poder con las cosas es una debilidad… y no se la permiten, ya que aspiran a ser perfectos, a no decepcionar a nadie y a encajar en esta sociedad tan competitiva. Esto es «devastador», asegura Sabater, porque nunca reclamarán ayuda para sí mismos. Los resilientes, por el contrario, son empáticos y ofrecen apoyo… ¡pero también lo piden para ellos!

¿Esperas a que pase el chaparrón sin hacer nada?

«La resiliencia no es aguantarlo todo desde la perspectiva de la resignación. La resiliencia es saber aceptar lo que pasa y, con flexibilidad, tomar decisiones», aclara Fernando Botella, CEO de Think and Action. Así que no, no consiste en comérselo todo y estarse quieto hasta que pase el chaparrón. «Para nada. Es parar y colocar cada cosa en su sitio: qué depende de mí y qué puedo hacer al respecto y qué no depende de mí y voy a colocar en un sitio donde no me consuma energía, esfuerzo ni tiempo, para poder dedicar toda mi fuerza a aquello que sí depende de mí», dice Marta Freire, psicóloga y experta en duelo.

¿Pareces insumergible?

El autocontrol es uno de los pilares de la resiliencia, como apuntan en su libro ‘Vulnerable pero invencible’ las psicólogas Emmy E. Werner y Ruth S. Smith. Esto evita reacciones instintivas y naturales que pueden ser inadecuadas en ciertos momentos, sí. Pero disimular todo el tiempo cómo estamos es de todo menos sano. Los resilientes reaccionan, pero con mesura. Los aguantadores no, parecen inalterables, incluso contentos.

¿Tienes muy buen conformar?

¿Sí? Pues los resilientes son de todo menos conformistas: hacen «todo lo posible por tomar decisiones adecuadas y no paran en el intento de lograr una vida distinta, con un propósito, siguen luchando». coinciden los expertos. ¿Siempre? Bueno, tienen mucha autoconfianza y son positivos…, pero realistas, no kamikazes.

‘Wendys’ y salvadores

  • Dos síndromes Los grandes ‘aguantadores’ son con frecuencia mujeres con el ‘síndrome de Wendy’ (entienden el amor como sacrificio hacia el otro). Y también hombres con el síndrome del salvador (tendencia a ayudar a los demás y ponerse sobre los hombros responsabilidades que no les pertenecen).
  • Consecuencias devastadoras «Cuando lo aguantas todo, te pierdes a ti mismo, se derrumba tu autoestima y dejas de saber qué quieres y qué necesitas. Y pocas cosas pueden ser más peligrosas. Es muy frecuente encontrar en terapia a este tipo de personas con depresiones, traumas…», advierte Sabater.