22 diciembre 2024

Resulta muy llamativo que el personal ande alborotado estas últimas semanas con el amago de Isabel Díaz Ayuso de renunciar a 169 millones de euros del Gobierno central para el desarrollo y ampliación de las universidades públicas madrileñas. Da igual que estén asfixiadas. A estas alturas, y conociendo al personaje, lo sorprendente es que nos sorprenda, que diría Groucho Marx; los estudios superiore financiados por el Estadosignifican el acceso a una preparación de calidad en la que cualquier persona, sea hijo de un obrero o de un inversor del IBEX35, tiene las mismas oportunidades puesto quesu acceso se fundamenta en esfuerzo, dedicación y merecimiento. Por eso doña Isabelprotege las trece universidades privadas que se han creado en su comunidad frente a las seis públicas, porque esas representan el lema con el que su forma de pensar se siente más cómoda: tanto tienes, tanto vales.

La retórica del capital, de que para mantener el equilibrio, no debe haber trasvase de clases sociales según capacidad y mérito, aparte de casposa es una de las esencias del neoliberalismo exacerbado, una muestra de estulticia de quienes han olvidado la conferencia de Ortega y Gasset en la Federación Universitaria Escolar y que más tarde recogió en su ensayo -tan valioso- ‘Misión de la Universidad’, hace noventa y cuatro años que, naturalmente, ni Ayuso ni quienes siguen su estrategia en la Consejería del área en Andalucía se han leído.

Entre leer las revistas del corazón y limarse las uñas en el dúplex del novio o reflexionar sobre modelos de gobierno, para estadistas como ella (que nadie debe olvidar que inició su carrera con la trascendental tarea de gestionar las redes sociales del perro de Esperanza Aguirre) es natural que no haya color. Pero no hay que quitarle valía a la madrileña, que muy poca gente con tan escasas cualidades intelectuales y morales ha podido llegar tan alto. Yendo al asunto docente, conviene recordar ahora que el filósofo insistía en que los estudios superiores debían cubrir tres aspectos primordiales en el crecimiento personal: el de la formación, el de la investigación de los profesores para ampliar el conocimiento (y retroalimentar así la enseñanza) y el de la promoción de la cultura como herramienta para la construcción integral de la identidad del individuo.

 Esos tres pilares que aún mantienen las públicas a pesar de los recortes, las privadas no los han tenido jamás en consideración porque lo suyo es otra cosa: establecer conexiones entre los herederos de las élites (o hijos de familias que creen que en ese entorno tendrán más posibilidades de colocación) que pagan un pastón por desarrollar carreras interrelacionándose sólo entre ellos; o bien porque la nota de corte de la PAU no les da para estudiar en la que se financia con dinero de todos. Es lo que en román paladino se llama perpetuar la sociedad de clases, una manera de simplificar el quién es quién en la realidad de la gente guapa de España. Los demás, ni están ni se les espera salvo cuando hay elecciones y tocan a rebato para ir a votar. Sucede lo mismocon lasanidad o con cualquier otro servicio: liberalizar salvajemente está de moda. Todo sea por el business, por el parné, por el neoliberalismo y por la libertad para dinamitar la igualdad de derechos ciudadanos que tantos sacrificios costó conseguir.