Nuevos usos para una antigua industria: la fábrica de ácido sulfúrico de Carrillo S.A. en Atarfe.

En los últimos años hemos asistido al desmantelamiento de lo que fue un núcleo industrial de cierta relevancia en Atarfe (Granada), así se ha demolido la antigua fábrica azucarera, luego alcoholera, de San Fernando, de la que tan sólo subsiste la chimenea, o la Alcoholera de Santa Adelaida.
Otra industria de gran significado, cuya actividad fue extinguiéndose a finales de los años ochenta es la fábrica de ácido sulfúrico de Carrillo, construida en 1920.
El primer propietario de la fábrica fue don José Carrillo de Albornoz, que dio nombre a la empresa S.A. Carrillo, constituida el 6 de diciembre de 1920, según estatutos registrados ante el notario D. Federico Fernández Ruiz, cuyo objetivos eran la fabricación de superfosfatos, abonos y productos químicos. Esta sociedad fue fundada con un capital social de tres millones de pesetas, representado por tres mil acciones de 1.000 ptas cada una; después, en noviembre de 1927 se realizó una emisión de cuatro millones de ptas, en ocho mil obligaciones hipotecarias al portador, de 500 ptas cada una, lo que le otorgaba una gran importancia en el tejido productivo del momento.

El primer edificio industrial, que albergaba los hornos de tostación de piritas, las cámaras de plomo, la torre Glover, las torres de Gay-Lussac y demás maquinaria, se construyó en 1920, según el proyecto del arquitecto don Ángel Fábregas; más tarde, debió de ser ampliado, por lo que se construyó otro a semejanza del primero, en 1940.
La fábrica de ácido sulfúrico funcionó de forma ininterrumpida desde su fundación hasta su clausura en noviembre 1989. El ácido sulfúrico se obtenía mediante la tostación en los hornos de piritas, procedentes de las minas de Huelva, en un proceso continuo de extracción del azufre. La elaboración de superfosfatos se realizaba en las llamadas cuevas al mezclar el ácido sulfúrico y el fosfato, una vez molido éste para facilitar su rápida precipitación. Los fosfatos eran importados del Sahara y de Marruecos a través del puerto de Motril.

Los superfosfatos de cal, así obtenidos, eran un fertilizante muy importante para la agricultura granadina en un momento de gran demanda, lo que supuso una renovación de la agricultura tradicional y, sobre todo, la puesta en cultivo de tierras menos fértiles. Así, la producción de ácido de Carrillo, S.A. se empleo fundamentalmente para la producción de abonos químicos y, de forma secundaria en su primera etapa, se vendió, a la fábrica de pólvoras de la Empresa Nacional “Santa Bárbara”, oleum o ácido sulfúrico fumante (clase de ácido sulfúrico que contiene anhídrido sulfúrico, por lo que en contacto con el aire despide humo blanco).
La fábrica de ácido sulfúrico consta de dos conjuntos de edificios de ladrillo rojo construidos, como hemos indicado, en diferentes épocas, sin que ello suponga que existan diferencias notables en su construcción. Cada conjunto se compone a su vez de dos edificios de distinto tamaño: en el de mayor tamaño, de planta rectangular, se alojaban las cámaras de plomo (5), los Gay-Lussac (3) y la torre de Glover (1), así como los enfriadores de ácido; y en el edificio de menor tamaño se alojaban los hornos quemadores de pirita. Los tejados son de uralita apoyada sobre cerchas de hierro y de hormigón con unos sobretejados de ventilación
Desde 1989, año en que comenzó a ser desmantelada la fábrica de ácido sulfúrico, hasta la actualidad, los edificios han sido utilizados como almacenes por la propia empresa de abonos.
Las naves, cubiertas a dos aguas, cuentan con tres cuerpos cada una de ellas. Al haberse realizado el desmonte de las cámaras de plomo que albergaban, sería necesario, para hacer más efectiva su reutilización, construir en su interior unas estructuras metálicas que permitiesen un mejor aprovechamiento de los espacios; eso sí, se encuentran bien iluminados y ventilados, gracias al diseño arquitectónico, que goza de un aire modernista propio de la época de su construcción.
También cabe destacar la singularidad constructiva, conseguida mediante una conjunción armónica entre la escala y la composición de los edificios, entre las texturas y los materiales, pues todos los cerramientos están realizados mediante ladrillo macizo; así como por el marcado carácter decorativo, conseguido a base de arcadas con celosías caladas. En el interior, las naves separadas mediante elevadas arquerías e iluminadas con esos efectos especiales que otorgan las celosías, nos evocan las construcciones religiosas.

El edificio industrial, por tanto, reúne valores arquitectónicos de gran interés y es un magnifico ejemplo de complejo industrial a proteger dentro del Patrimonio Histórico Industrial Andaluz; por ello, consideramos que debe llevarse a cabo algún tipo de intervención que posibilite su conservación. El Ayuntamiento de Atarfe debe incluir en el Catálogo de Elementos de Interés Histórico y Cultural este complejo fabril y a través de su ordenamiento urbanístico, ahora en revisión, protegerlo y evitar su posible destrucción. En adelante, cuando se lleve a cabo su restauración, de forma adecuada, podría ser reutilizado como contenedor de otros usos comerciales, lúdicos y culturales, al estar situado en una zona con buena accesibilidad, pues en las inmediaciones convergen varias conexiones por carretera (de Granada a Córdoba, por Santafé – a Málaga-, por Albolote – a Jaén-) y se encuentra junto a la estación de ferrocarril de Atarfe, en la línea Córdoba Granada. Asimismo, está emplazado en un municipio con una alta ocupación humana y de gran actividad comercial, muy cerca de la ciudad de Granada.
Artículo editado por Corporación de Medios de Andalucía y el Ayuntamiento de Atarfe, coordinado por José Enrique Granados y tiene por nombre «Atarfe en el papel pag 289-291