«ANDALUCÍA INVERTEBRADA» por Remedios Sánchez

Definitivamente, y como decía el filósofo Ortega, la razón ha naufragado. Yo no había terminado de comprender ‘La España invertebrada’ hasta que escuché a los socialistas malagueños afirmar que AVE directo Granada-Madrid constituye un atentado a su desarrollo económico.
Es decir, que después de honda reflexión analítica de la situación actual andaluza, a un lumbrera de esos que prosperan últimamente se le ocurrió la peregrina idea de presentar mociones en los ayuntamientos de la comarca y en la Diputación malacitana reivindicando que, frente a lo que conviene a Granada, se mantenga la doble parada de los trenes AVE en las estaciones de Antequera y Antequera-Santa Ana. Eso, sólo para los que van desde tierras granadíes que, curiosamente, son los únicos que se detienen. Porque nadie plantea que estuviera más justificado aplicarlo a las catorce conexiones –obsérvese: casi un 60% más de las que tenemos nosotros- que enlazan la estación María Zambrano con Atocha; implicaría perder tiempo antes de alcanzar la alexandriana ciudad del paraíso, aparte de las decenas de miles de votos de usuarios boquerones cabreados.
Parece que son conscientes de que nos hemos cansado de lo irracional de que se privilegie a la cuna del mollete (con sus 41.000 habitantes) aportándole los mismo cuatro trayectos ferroviarios de ida y vuelta sin escalas que a una urbe como Granada (con 233.000 censados) sin contar con las diez conexiones extra que parten desde Santa Ana. Pero nadie dijo nunca que la sensatez y la política tuvieran que ir de la mano y, si lo dijo, no se le hizo el más mínimo caso; atendiendo a esto, que la realidad que ellos pretenden perpetuar sea una injusticia palmaria y discriminatoria para Granada, que ofenda a la inteligencia, entra dentro de la normalidad cotidiana de la cosa pública.
Pero sigue llamando la atención que, estas alturas y con los cinco años que llevan en la bancada de la oposición, ciertos cargos del PSOE andaluz mantengan su obstinación de aferrarse a causas que son irracionales y globalmente sólo restan apoyos en vez de engancharse a las propuestas legítimas de las mayorías ciudadanas; resulta llamativo el egocentrismo individualista de estos cabecillas malacitanos a los que parece traer al pairo la imagen de su grupo fuera de la comarca. Digo yo que, ahora que María Jesús Montero se acerca con voluntad de no imitar la pertinacia de Espadas en alejarse de la gente, tal vez debiera plantearse la conveniencia de mantener a estos mandamases tan abochornantes, tan concentrados en mirar un árbol sin percatarse de las dimensiones del bosque. Porque perseverar en los agravios que han dificultado que prospere debidamente la articulación de Granada dentro de Andalucía y del Estado con las conexiones ferroviarias, buscando además la confrontación con sus homólogos granadinos, es pegarse un tiro en el pie con una polémica estrafalaria.
De ahí que sea natural que ni les hayan contestado desde Torre de la Pólvora. Para qué, si seguramente tampoco lo iban a entender. Ya planteaba Ortega la necesidad de que personas bien formadas intelectualmente fueran quienes asumiesen el liderazgo sociopolítico para fortalecer la democracia y lograr el progreso común. Hoy, un siglo después, aquí estamos y así nos va. Basta escuchar el argumentario de personajes como estos (hoy del PSOE, mañana, de cualquier otro partido) para comprender qué es lo que sigue fallando para vertebrar eficazmente la España del futuro.