ESAS PEQUEÑAS COSAS: «Granada hace 100 años» por Carmen Morente

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El pasado 6 de febrero tuvo lugar en el Centro Público de Educación de Personas Adultas “Mariana Pineda” de Atarfe una charla impartida por nuestro vecino Roque Hidalgo Álvarez quien, bajo este título arriba indicado, explicó a las muchas personas que acudieron cómo era la ciudad de Granada y su provincia hace 100 años. Justo hace ese tiempo en España se vivía bajo la dictadura de Primo de Rivera y Orbaneja.
Por lo tanto también nos explicó qué condiciones llevaron al golpe militar de 1923, los objetivos declarados y no declarados del golpe que se produjo el 13 de septiembre de dicho año en Cataluña y se extendió con rapidez por todo el país; cómo fue recibido en la ciudad de Granada y los límites de la llamada “modernización autoritaria” que la dictadura con rey pregonaba.
Las y los asistentes aguantaron con paciencia, durante hora y media, las explicaciones de Roque, llenas de detalles y anécdotas de la ciudad de Granada y de su entorno, la Vega, donde se encuentra Atarfe, municipio al que dedicó su tiempo por su importancia en la industrialización que conllevó el cultivo de la remolacha azucarera y la implantación de industrias tan novedosas como la cementera “Porlant”, cuya propietaria era una mujer, Dolores Pozo Romero.
La élite estaba cambiando, se pasaba de un poder basado en la propiedad de la tierra en manos de las familias aristocráticas a una élite más industrial y comercial. Roque habló de los pormenores de la creación de Cervezas Alhambra, del Tranvía de la Sierra, de la multitud de empresas productoras de energía eléctrica que se crearon, y de los inicios de la industria turística que el Duque San Pedro de Galatino impulsó de manera decidida.
El pueblo, sin embargo, vivía bajo condiciones paupérrimas, siendo una de las primeras medidas de las autoridades dictatoriales bajar el salario de los y las trabajadoras agrícolas, garantizando así la extracción de plusvalías sin necesidad de abordar la tecnificación del campo. La mayoría de los grandes propietarios vivían en Madrid y los beneficios extraídos iban a parar directamente a los bancos que promovían la industrialización en lugares alejados de la producción agrícola, como Cataluña o el País Vasco. Para evitar la contestación social la dictadura tuvo la genialidad de exportar desde Cataluña al Somatén, un cuerpo paramilitar que ponía “orden” en los campos. Aunque solo ilegalizó al PCE, que era entonces un pequeño partido, hostigó a la CNT hasta llevarla a la clandestinidad. La Confederación Nacional de Trabajadores era la central mayoritaria en la ciudad de Granada, y la UGT en los pueblos.
No existía el derecho a la sanidad pública, ni a la enseñanza; la jornada laboral no estaba regulada, tampoco el debido descanso semanal o anual, ni el seguro de paro ni el derecho a las pensiones. Las gentes vivían hacinadas en la ciudad de Granada que había aumentado de forma escandalosa su número de habitantes sin que se produjera ningún aumento habitacional. El “vulgo, los pobres y menesterosos” se hacinaban principalmente en los barrios de San Ildefonso y el Albayzín, lugares donde se producían las epidemias de brucelosis o de tifus y donde enfermedades como la tuberculosis eran endémicas. En ningún municipio de nuestra provincia existía red de aguas potables ni de saneamiento adecuadas, lo cual provocaba brotes de la llamada “diarrea granadina”, una infección provocada por la bacteria echerichia coli. Roque nos contó cuántas sirvientas y sirvientes tenían los aristócratas granadinos, las condiciones de trabajo y el salario; la procedencia de las sirvientas, casi todas llegaban desde los pueblos de la Vega, incluido Atarfe.
Mientras estas cosas ocurrían, en Granada se abrían cines y nuevos hoteles y muchos comercios e industrias se denominaban como “modernas”, al impuso de la electrificación, la telefonía y otros adelantos que hasta aquí llegaban. Los comerciantes unían sus organizaciones para hacer más fuerza, llegando a celebrar la primera Feria de Muestras, en 1924, que fue todo un éxito, aunque no contó con apoyo ninguno del ayuntamiento dictatorial, cuyo alcalde era el marqués de Casablanca, dueño de los términos municipales de Deifontes y Olivares.
Todas estas cosas, y algunas más, nos explicó Roque, quien se ayudó con fotografías de la época.
Fue una tarde extraordinaria para nosotros, pues pudimos reencontrarnos con viejos conocidos de nuestro pueblo; visitar las instalaciones de la Escuela de Adultos y compartir el conocimiento con nuestras vecinas y nuestros vecinos, quienes tuvieron una actitud muy receptiva, seguramente porque muchas de las cosas que Roque nos explicó las vivieron sus padres o madres, o la generación de sus abuelos o abuelas.
Esas pequeñas cosas que hacen pueblo, y que tenemos que agradecer al maestro Antonio Requena Gómez y a la Asociación de Alumn@s “Antonio Machado”.
Carmen Morente

