«ELECCIONES MUNICIPALES DE 1891 EN ATARFE» por José Enrique Granados

Fue en el siglo XVIII con la llegada del absolutismo monárquico a nuestro país, cuando tuvo lugar el nacimiento de las Cortes Generales, formadas por representantes de todos los territorios.
En 1810 se convocaron los primeros comicios, y en ellos pudieron votar los varones mayores de 25 años que tuvieran «casa abierta», es decir, que fueran propietarios de algún negocio. Fue el 1 de octubre de 1813 cuando por primera vez en la historia de las elecciones en España, los varones, independientemente de su clase social, pudieron tener acceso al voto. Este derecho fue reconocido más tarde en la Constitución de 1869 y establecido definitivamente en 1890.
Con estas premisas el 1 de febrero de 1891 hubo elecciones generales y el 10 de mayo elecciones municipales en España. Fueron las primeras elecciones locales que tuvieron lugar tras la aprobación del sufragio universal masculino.
Dado que la gran mayoría de los obreros no habían votado nunca, hubo una campaña de movilización, por parte de los partidos partidarios de la universalización del voto masculino, para que ejercieran su recién reconocido derecho.
Eduardo Montagut nos dice: <<Podrían votar los españoles varones mayores de veinticinco años que no estuvieran incapacitados y se hallaran censados. Los electores solamente podrían entrar en su colegio electoral, donde no se podrían introducir armas, palos, bastones ni paraguas, aunque se establecía la excepción de las personas que necesitasen apoyo.
Los funcionarios que impidieran el libre ejercicio del voto o dificultasen el examen de las urnas antes de las votaciones o de las papeletas en el escrutinio podrían ser condenados a penas de arresto mayor y multa que podría ir entre las 500 y las 5.000 pesetas. Si estos delitos fueran cometidos por los particulares se les castigaría con pena de arresto mayo en el menor grado.
Se podría requerir la identificación de un elector. Si se dudase sobre la misma y no portase la cédula personal, bastaría la identificación por parte de testigos. En caso de ser favorable, podría votar; un aspecto que desde nuestra perspectiva actual es llamativo.
No se podría votar en más de un colegio.
La votación sería secreta y seguiría un procedimiento estipulado. El presidente de la mesa electoral haría el anuncio de que comenzaba la votación. Los electores votarían uno a uno en orden, diciendo su nombre, entregando al presidente la papeleta doblada donde estaba escrito impreso el nombre del candidato. El presidente anunciaría en voz alta que el elector votaba. La papeleta en poder del presidente siempre debía estar a la vista general hasta el momento en el que fuera depositada en la urna.
En la papeleta se podrían borrar los nombres que se quisiera y poner otros manuscritos, algo que hoy provocaría la declaración de nulidad de ese voto. Cuando hubiese varios nombres escritos solamente se tendrían en cuenta los primeros seis (se alude al caso de la elección en Madrid). Los demás se tendrían por no escritos.
Todo elector podría pedir, en caso de duda, examinar las papeletas, derecho que debía ser concedido automáticamente por el presidente.
La mesa electoral se constituiría a las seis de la mañana. Antes de las ocho se abriría el local donde se verificaban las elecciones, que concluirían a las cuatro de la tarde>>.
A pesar de la expansión del derecho de elección de los representantes, las manipulaciones y fraudes no desaparecieron. A tenor de esto, “La Alianza”, periódico liberal, independiente, científico, literario, comercial y de intereses generales, editado en Granada informaba de las irregularidades acaecidas en el ayuntamiento de Atarfe en mayo de 1891 cuando reunida <<la junta del censo para la proclamación de candidatos y nombramiento de interventores, se presentaron 11 candidatos por parte del ayuntamiento de los cuales, algunos exceptuados por la ley, no reunían las condiciones para ser elegidos. Al no haber acuerdo, los proponentes para nombramiento de interventores, se procedió a un sorteo, en donde resultaron elegidos la mitad por cada uno de los bandos. Sin embargo cuando se redactó el acta, en ella aparecían como suplentes de los interventores, los amigos del alcalde; de lo cual se desprende que se ha cometido una falsedad en el acto de nombramiento de interventores y suplentes, y que los que tal hacen debían estar gobernando un pueblo de cafres, y por ningún concepto una población de personas ilustres y honrados propietarios, esperando que la autoridad a quien corresponda proceda criminalmente contra quienes tales fechorías comete, si ha de respetarse y cumplirse lo preceptuado en la ley electoral y decreto de adaptación.
El pueblo de Atarfe se encuentra tan indignado, y es tal la excitación de los ánimos, que si las autoridades a quienes corresponda no proceden energéticamente contra los autores de tales crímenes, es de esperar un grave conflicto que traerá lamentables desgracias.
No es solo censurable este hecho a las autoridades de Atarfe. Sino que vienen cometiendo un sinnúmero tal de ilegalidades y abusos, que si no se pone coto a la mala administración de ese pueblo, repetimos que en un periodo muy próximo, producirá graves conflictos.
La subasta de consumos, para llevarla a cabo, tuvieron que valerse de la fuerza pública, temerosos de los trastornos que pudieran ocurrir, pues es sabido que el alcalde es el postor y que el que aparece como tal, es un mero testaferro suyo.
Por ese orden y dando a conocer hechos escandalosos, pudiéramos manifestar el abuso del impuesto de las canteras de Sierra Elvira, aunque creemos inútil enumerarlos por lo públicos que son.
Se sabe que el monterilla de Atarfe se goza de su mala administración, dada la protección que el sr. Burgos, presidente de la Diputación Provincial le concede, pero tenga entendido el monterilla, que la redacción de La Alianza, que no descansa en atacar el mal a donde lo encuentra, lo ha de perseguir hasta su última trinchera, y no ha de dejar de llamar la atención a las autoridades superiores para que no queden impunes sus escandalosos hechos.>>
Algunos de los que aparecen en la fotografía, cortesía de María Victoria Correa, pudieron votar en aquellas elecciones de 1891.
Gacetilla y curiosidades elvirenses.