Lo que la pandemia cambió, lo que nos cambió PARTE 4

Formas de protesta diferentes y la salida verde que no fue
Manuel Planelles
La pandemia de la covid causó un histórico desplome de los gases de efecto invernadero ligados a la actividad del ser humano, pero no supuso un antes y un después en la lucha contra el cambio climático. Esas emisiones, que están detrás del calentamiento global, cayeron en 2020 algo más de un 4%, según los últimos datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma). La principal razón fueron los confinamientos, la bajada de la actividad industrial mundial y el freno a la movilidad.
Fue la mayor reducción anual de las emisiones de la que se tiene constancia hasta ahora. Pero en la evolución histórica de estos gases solo representa una muesca pequeña dentro de una tendencia que sigue siendo ascendente. En cuanto se recuperó la economía y, sobre todo, el sector del transporte, volvieron a crecer. En 2021, alcanzaron los niveles previos a la pandemia. Y las emisiones ya fueron un 0,7% mayores en 2022 respecto a los niveles de 2019.
2020, el año de los confinamientos, estaba llamado a ser un punto de inflexión en la lucha climática. Pero la pandemia también hizo que Naciones Unidas y el Gobierno británico aplazaran un año la cumbre del clima de Glasgow, donde los países debían presentar planes de lucha contra el cambio climático actualizados. Y encerró en sus casas a los jóvenes activistas climáticos, que hasta finales de 2019 había protagonizado protestas multitudinarias en las calles ante la falta de acción de los gobiernos contra el calentamiento. Un buen ejemplo fue la histórica manifestación que acogió Madrid en diciembre de 2019, encabezada por Greta Thunberg.
Una vez que la pandemia pasó y poco a poco se fue volviendo a la normalidad, esas protestas masivas fueron desapareciendo. Y una parte minoritaria de ese movimiento evolucionó hacia protestas más llamativas, como los ataques simulados a obras de arte en los museos; pero ya no regresaron las protestas multitudinarias a las calles.

Manifestación contra el uso de mascarillas. DAVID EXPÓSITO
Los ríos de desinformación de hoy se gestaron en la pandemia
Javier Salas
En enero de 2020, los especialistas empezaron a detectar los primeros bulos sobre ese virus que comenzaba a generar inquietud en China. Nadie imaginaba la gravedad y trascendencia que esas desinformaciones alcanzarían, no solo durante lo peor de la pandemia, sino por la evolución de las narrativas que cristalizaron esos días cinco años después. Los estudios que se han asomado a las tripas del fenómeno señalan que cada ola de contagios y muertos de la pandemia, país por país, repetía una ola de la misma gravedad en el plano desinformador. El primer pico, durante el confinamiento, mostró el poder orgánico de esos bulos: permeaban las conversaciones digitales, se filtraban en grupos de mensajes del cole o en el chat de la familia. Por Twitter, Facebook y Whatsapp. La gente sentía miedo, y las inmensas dudas y ansiedad sobre el futuro generaban desconfianza: en su Gobierno, en las organizaciones sanitarias, en las autoridades en general. En todas esas plataformas se asentaban discursos negacionistas, conspiranoicos, anticiencia.
A partir de ese momento, la industria del bulo empezó a trabajar sin descanso generando bulos y narrativas transnacionales, que un día prendían en Italia y dos semanas después en España. La estructura emocional de las mentiras era esencial: se azuzaban el miedo y la ira contra médicos y científicos, aprovechando en muchos casos la polarización que provocaban los políticos sobre las medidas sanitarias, supuestamente técnicas. Ahora, la perspectiva permite ver que la desinformación sobre el coronavirus no fue un fenómeno aislado, sino una estrategia que debilitó la confianza en la ciencia y favoreció la polarización de las sociedades y, en algunos casos, la radicalización de sus ciudadanos. Las narrativas negacionistas sobre la covid se entrelazaron con discursos de extrema derecha en torno a conceptos como la libertad o lo natural, lo que según algunos autores explica el auge del populismo de derechas tras la pandemia. Las noticias falsas sobre la covid se convirtieron en las vigas maestras sobre las que se ha construido la gigantesca maquinaria de desinformación que intoxica hoy el discurso público en numerosos países.
FOTO: Concentración durante el día de Acción Global por el Clima, junto al Congreso de los Diputados. OLMO CALVO
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