Javier Cercas: «Creo que el Papa Francisco no hizo lo suficiente y creo que él también creía que no» (parte 1)

Javier Cercas es un escritor de grandes batallas, pero esta última que ha librado con el Vaticano y con el Papa Francisco ha sido la más grande y, además, ha salido victorioso. El loco de Dios en el fin del mundo es un librazo, a día de hoy el más vendido, en el que despliega sus artes de cronista, biógrafo, indagador y filósofo. En el libro también se confiesa y en esta entrevista, antes de que muriera Bergoglio, aún más

Desde que se ha muerto el Papa, no dejo de escuchar: “¡Qué suerte ha tenido Javier Cercas!” Y no estoy de acuerdo, porque la suerte, si existe, la ha tenido el Vaticano por enterrar a Jorge Bergoglio con un libro recién publicado que es lo más honesto que se ha escrito en mucho tiempo sobre las virtudes, los pecados y los esfuerzos de un Vicario de Dios en la Tierra y su Iglesia. Y digo honesto porque El loco de Dios en el fin del mundo (Random House) tiene tantos puntos de vista como páginas –casi 500– y es un libro mestizo que desde la crónica, la biografía, el ensayo, la reflexión, las entrevistas, la investigación, la historia y hasta un “yo confieso” del autor, el citado Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962), trata de resolver el descomunal enigma de la resurrección de la carne y la vida eterna. Así que también es un thriller.

Todo empezó el día que el escritor aceptó, después de mucho cavilar, el reto que le propuso por sorpresa el Vaticano de acompañar al Papa Francisco en su viaje a Mongolia para que escribiera de lo que quisiera y como quisiera, y publicara donde le diera la gana. Para un escritor que se confiesa “ateo, anticlerical, laicista militante, racionalista contumaz e impío riguroso” la propuesta le sonó a chino, pero ¿quién en su sano juicio la iba a rechazar? Nadie. Recordar, además, que la obligación del que piensa ‘de verdad’ consiste en intentar entender a quien no piensa como él fue otro de sus alicientes, aunque no el primordial.

¿Por qué dijo finalmente “sí” este señor tan sensato, tan culto y tan talentoso, autor de éxitos literarios como Soldados de Salamina (2001), Anatomía de un instante (2009), Las leyes de la frontera (2012), El impostor (2014) o la trilogía Terra AltaTerra Alta (2019), Independencia (2021) y El castillo de Barbazul (2022)–, cargado de premios, honores y reciente académico de la RAE? Por un sentimiento tan humano como es el amor a los suyos, en concreto a su madre viuda, tan católica como su padre. “¿Mi madre verá a mi padre más allá de la muerte”? Esta es la pregunta que, según él, haría un niño y con la que partió a ese viaje, hace ya dos años, para hacérsela al Papa Francisco. Traer la respuesta a su progenitora era lo único que le importaba. El resto es un librazo donde el autor despliega sus artes indagatorias, periodísticas y filosóficas, a veces con la soberbia del que se cree mejor por no creer y otras con la humildad del que escucha. A continuación, la entrevista que me concedió unos días antes de que el Papa Francisco muriera.

«Soy más anticlerical que antes porque Francisco también es anticlerical. Que el Vaticano me eligiera a mí, ateo y racionalista, para escribir un libro sobre Bergoglio, y no a un escritor católico, tiene que ver precisamente con la visión del Papa enfocada a hacer apostolado en la periferia. La periferia es adonde hay que ir. Ese es su objetivo»

¿Por qué cree que le eligen precisamente a usted, ateo y racionalista, para escribir un libro sobre el Papa y el Vaticano?
Trátame de tú, por favor, gracias… Pues esa es la única pregunta que no he hecho en estos dos años, aunque puedo tener mis hipótesis.

Comparte alguna, por favor.
Supongo que es porque soy un escritor conocido aquí y en otros países, incluida Italia. Luego hay un factor que es el hecho de que soy un hombre ateo y anticlerical. Soy católico como tú y como la gran mayoría que nos lee porque esta ha sido nuestra educación. Como dice Benedetto Croce, el filósofo italiano, “no podemos no llamarnos cristianos”, todos venimos de Jesucristo, de Sócrates, de Atenas y de Jerusalén. Además, conozco las claves porque estudié en un colegio de curas. Pero soy ateo y anticlerical, y ahora, después de haber viajado con el Papa Francisco a Mongolia y haber escrito El loco de Dios en el fin del mundo (Ramdon House), soy más anticlerical todavía porque Francisco también es anticlerical. Esto es muy importante decirlo. Y que el Vaticano me eligiera a mí para escribir un libro sobre Bergoglio, y no a un escritor católico, tiene que ver precisamente con la visión del Papa enfocada a hacer apostolado en la periferia. La periferia es adonde hay que ir. Él piensa que la Iglesia no puede quedarse encerrada en sus muros, sino que tiene que llegar a la periferia de la pobreza, a la periferia social, a la periferia política y también a la periferia de los que no piensan como “nosotros”: budistas, musulmanes, ateos… Y yo formo parte de eso. Esa es su visión, la de una Iglesia periférica y misionera. Para Francisco el cristiano ideal es el misionero.

O sea, que te eligieron a ti para dejar claro ese mensaje de volver a los orígenes y reparar de paso el desencanto que sentimos por la Iglesia actual.
Eso que dices es exacto. El desencanto en Occidente, en Europa y en España, en particular, se debe a la pérdida de los orígenes, de lo que era el cristianismo realmente. Por eso creo que han buscado a alguien que viene de donde vienen ellos, pero que no es como ellos. Yo era muy creyente de pequeño y luego perdí la fe. Lo cuento en el libro. Así que entiendo que buscaban una mirada que les observara desde fuera, una mirada limpia, pero corriendo un inmenso riesgo.

Creo que han sido muy listos y también muy valientes al contar contigo.
Tontos no son (risas) y valientes lo han sido mucho, es verdad. Cuando el director de la editorial del Vaticano me hace la propuesta, lo primero que le dije fue: “¿Pero ustedes no saben que yo soy un tipo peligroso?” Ellos han corrido un riesgo muy grande y yo he tenido una libertad absoluta en todo. Ni siquiera han querido leer el libro una vez escrito.

No me lo creo.
Bueno, es verdad, pedí que al menos uno lo leyera antes de publicarlo porque también me gusta verificar con otros ojos fechas, nombres y otros datos, como hago con todos mis libros. Pero tuve que pedirlo yo. Este es el Vaticano de Bergoglio, donde se nota que han cambiado cosas.

¿Por qué aceptas la propuesta movido solo por una motivación: preguntarle al Papa si tu madre se reencontrará con tu padre cuando muera?, ¿no te interesaba preguntarle alguna cosa más?
A ver, sí, pero eso era lo fundamental porque me interesa personalmente. Yo soy muy egoísta como escritor. Yo busco resolver mis propios enigmas, las cosas que me intrigan, siempre he sido así. Por el camino, claro que me interesan otras cosas del Vaticano, a quién no le interesa el Vaticano. No sé por qué me eligieron a mí, pero sí sé que ningún escritor en su sano juicio hubiera rechazado esta propuesta por un motivo muy sencillo: porque es la primera vez que proponen algo así a un escritor. Suena muy bestia, pero es así. No hay nada parecido. Por eso yo me siento un privilegiado total. Tampoco me imagino a ningún Papa anterior haciendo esta propuesta y menos a un escritor ateo.

¿Y esa misma pregunta te la has hecho alguna vez a ti mismo o tienes la respuesta clarísima?
Yo ateo, con eso te digo todo. Pero hay una cosa de este Papa que siempre me ha asombrado mucho. Los Papas antes no concedían entrevistas, nunca. Solo la idea resultaba extravagante e impensable. Y llega este hombre y empieza a dar entrevistas a todo el mundo, hablando de la guerra de Ucrania, de Gaza y de otros temas de actualidad. Como líder del cristianismo, está claro que quiere conectar con el mundo en el que vive. Pero el Papa también es una autoridad religiosa, la autoridad del cristianismo, y ¿cuál es el eje del cristianismo?: la resurrección de la carne y la vida eterna. Sin eso, no existe el cristianismo. Ni siquiera lo dice Francisco, sino San Pablo, quien crea el cristianismo. Nosotros resucitamos porque Cristo resucitó y si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe. Este dogma tan increíble de que existe otra vida es el corazón del cristianismo. Yo no fui a preguntarle al Papa esto por motivos teológicos, sino por motivos personales. Intento contestar a tu pregunta diciéndote que alguien me dijo que esa es la pregunta que le haría un niño a la persona que esta más autorizada en esta materia. Y por eso creo que mi libro es un libro fronterizo que tiene muchos libros dentro: ensayo, crónica, reflexión, biografía… En el fondo también es una novela policial.

Y qué mejor lugar que el Vaticano, ¿no?
Sí, pero además el real y con alguien que intenta descifrar un enigma, como en todas mis novelas. Lo que pasa es que aquí el enigma es descomunal. Podemos decir que hay que estar loco para creer en ello, y es verdad que hay que estar un poco loco. Por eso este libro también es muy loco. De hecho, se titula El loco de Dios en el fin del mundo, hay un loco sin Dios que es el narrador y está lleno de locos de Dios [risas].

Pues yo no sé si hay que estar muy loco o muy cuerdo para creer en la vida eterna, la verdad.
Sí, tienes razón. De hecho ha habido gente muy seria e inteligente que ha creído en Dios, aunque no todos en el sentido tradicional: Newton, Kant, Einstein y su Dios cósmico de Spinoza… Esto no es una cosa de cuatro tontos.

CONTINUARÁ

Por Ana Trasobares

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