Javier Cercas: «Creo que el Papa Francisco no hizo lo suficiente y creo que él también creía que no» (parte 2)

Y tú, como ateo irredento, ¿con qué actitud te enfrentaste a este proyecto?
Lo primero que hice fue eliminar mis prejuicios, sobre todo contra la Iglesia. Estoy lleno de prejuicios como todo el mundo, así que confieso que este ha sido mi mayor esfuerzo. “Fuera prejuicios y vamos a ver lo que hay”, me dije.

«Sigo siendo ateo, pero soy más anticlerical de lo que era antes porque Francisco también es anticlerical. Con este libro mi visión de la Iglesia ha cambiado»

¿Hay un antes y después de este libro?, ¿crees que tras esta experiencia única eres otro Javier?
Totalmente, aunque sigo siendo ateo, pero soy más anticlerical de lo que era antes porque Francisco también es anticlerical. Mi visión de la Iglesia ha cambiado.

«La máxima rebelión posible, la máxima insumisión posible, es la rebelión contra la muerte. Mi madre, a la que yo creía tan sumisa, no acepta la muerte de mi padre y cree que va a verlo después. Esa es la rebelión esencial del cristianismo»

¿En qué sentido?
A ver, yo era muy anticlerical porque estudié en un colegio católico. Para mí separarme del cristianismo fue un ejercicio, una decisión. Y siempre como Nietzsche, autor fundamental en este libro, pensé en el cristianismo como en una religión de gente sumisa: «Esto es un valle de lágrimas, pero hay que portase bien y aceptarlo porque en la otra vida se disfrutará». Y esto supone una devaluación de la vida. Esto que digo es Nietzsche. Ahora eso ya no lo veo así. Yo creo que [risas]… el cristianismo, tomado en serio, es una cosa muy radical y muy poca gente se lo toma en serio de verdad. Porque la máxima rebelión posible, la máxima insumisión posible, es la rebelión contra la muerte. Mi madre, a la que yo creía tan sumisa y tan obediente, no acepta la muerte de mi padre y cree que va a verlo después. Esa es la rebelión esencial del cristianismo. Lo que pasa es que el cristianismo ha tenido varios problemas: uno, el clericalismo, que es la idea de que el sacerdote está por encima de los fieles –esto no lo digo yo, lo dice el Papa que es anticlerical, y de ahí vienen muchísimos males como los abusos sexuales, por ejemplo–, y otro, que es letal, es la asociación del cristianismo al poder, o sea, lo que llaman el constantinismo por el emperador, quien hizo que el pueblo y la Iglesia fueran de la mano. Ambos problemas los hemos vivido en España a lo largo de la historia.

Esto explica en gran parte el desprestigio enorme de la Iglesia. Pero eso es una perversión del cristianismo, una religión que por otra parte es una revolución inmensa: “Amaros los unos a los otros como yo os he amado”, “todos los hombres somos iguales”… A ver si nos aclaramos: Jesucristo era un tipo peligroso al que crucificaron porque desobedecía las leyes, era violente, que se lo pregunten a los mercaderes del templo, dice cosas de completo insubordinado… Y sin embargo ahora vivimos en un catolicismo que es todo lo contrario: el poder, el conservadurismo, se asocia a las clases pudientes… ¡El cristianismo actual es una perversión total del cristianismo originario! Lo que ha intentado este hombre, y lo que ha intentado la Iglesia muy trabajosamente desde el Vaticano II, es volver al cristianismo primitivo, al de los apóstoles, y eso te l o encuentras con los misioneros. Ellos son los que están viviendo un poco el cristianismo como se vivía entonces. Están en lugares remotos poniendo toda la carne en el asador.

«Hay un dato vital para responder a la pregunta de quién será el heredero: el 80 por ciento de los cardenales que van a nombrar al próximo Papa los ha nombrado Francisco»

Ojalá el heredero recoja su testigo. ¿Crees que será así o no habrá otro ‘Papa rojo’?
¿El heredero?, esa es la gran pregunta ahora. Yo discrepo con la mayoría de la gente que sabe de estos temas, como los vaticanistas que piensan que el mundo está cambiando hacia un sentido, que no es el de Francisco, y que la Iglesia puede alinearse e intentar que la etapa de Francisco haya sido solo un paréntesis. Puedo estar confundido, seguro, pero yo creo que no va a ser tan fácil. Lo voy a explicar solo con un dato. Francisco también es un hombre de poder, de autoridad, un hombre con un proyecto para la Iglesia que lo tenía clarísimo y que lo ha llevado a cabo hasta donde ha podido. No tengo el dato exacto, pero creo que el 80 por ciento de los cardenales que van a nombrar al próximo Papa los ha nombrado él. Este es un dato vital porque es la manera de que la Iglesia continúe por ese camino. Por eso no creo que vaya a ser tan fácil dar un giro a la derecha, llamémosle así, o hacer una contrarrevolución. Podría ocurrir, hay mucha gente que lo desea, pero yo creo que no. A lo mejor soy demasiado optimista.

Pongámonos un poco profundos. Para mí la fe es una bendición que solo tengo a ratos, ¿qué es para ti?
Mmm… Para mí es una intuición como la intuición poética que se tiene o no se tiene. Esto lo discuto con un gran poeta que es el cardenal Tolentino, un gran poeta y un tipo estupendo. Mi madre tenía fe, yo no la tengo y tú dices que la tienes a ratos. Yo la tuve, pero la perdí. El Papa dice otra cosa parecida y es que la fe es un don. A lo mejor yo tuve ese don, pero lo he perdido. Y a lo mejor, al final del libro, como veréis, el que cuenta la historia soy yo, pero no soy yo, es una versión de mí mismo, un avatar: el loco sin Dios, el loco de Nietzsche, ese que va por las calles gritando: “¡Dios ha muerto!, ¡Dios ha muerto! Nosotros lo hemos matado”. Y la gente piensa que está muy contento, pero no, está desolado porque se ha quedado vacío. Yo eso ya no lo tengo. A lo mejor, como el loco sin Dios del final del libro, tengo la sensación de que esta aventura me ha cambiado en muchos sentidos, pero aún no sé cuáles son las consecuencias.

«Dentro de mí siempre ha habido ese vacío que ocupaba en su día la religión, la fe, y ahora ese vacío intento llenarlo con la literatura. Pero ese hueco está ahí»

Probablemente dentro de mí siempre ha habido ese vacío que ocupaba en su día la religión, la fe, y ahora ese vacío intento llenarlo con la literatura. Pero ese hueco está ahí. Quizá por eso uno de mis directores de cine favoritos es Bergman. Era ateo, pero el ochenta por ciento de sus películas hablan del vacío, de esa cosa que tenías y ya no tienes. Esto es lo que me ha llevado a mí a la literatura. Así que la fe se tiene o no se tiene, eso es lo que creo. Tú no puedes decir: “¿Sabes qué?, que voy a ser católico”. Eso es imposible. Ahí hay un salto que mi madre daba sin romperse, con una naturalidad rotunda, pero que yo no soy capaz de dar. Para mí la fe es una intuición que he perdido, no puedo decir más. ¿Y por qué dices tú que solo tienes fe a ratos?

Porque a veces siento una necesidad, un deseo de trascender a la muerte para reencontrarme con los míos, sean personas, perros o gatos. Y de tanto fantasear, alguna vez lo consigo. Luego, cuando razono, se me desvanece… Seamos o no creyentes, hay un deseo, creo, de que la muerte no sea el final. Por eso nacieron las religiones, ¿no?
Totalmente, por eso hablo de rebelión contra la muerte, porque la muerte es una cosa tan brutal que es muy difícil de aceptar y hay gente que se revela contra ella, como los cristianos.

«Yo tengo la muerte asumida, creo, pero no estoy seguro [risas]. ¿Se puede asumir la muerte? Como dice Spinoza: “El ser quiere perdurar en su ser”. Esto es lo que define a los seres humanos y por eso no somos capaces de aceptar la muerte»

¿Tú también te revelas o lo tienes asumido?
Yo tengo la muerte asumida, creo, pero no estoy seguro [risas]. ¿Se puede asumir la muerte?, no quiero contestarte algo que aún no sé. A ver, racionalmente la muerte sí se puede asumir, pero al final hasta Darwin creía en la causa primera que es Dios. Eso que tú dices me parece muy exacto: “Hay un deseo”. En esa vertiente de mí, en ese loco sin Dios, hay un deseo de que quiere vivir más. Como dice Spinoza: “El ser quiere perdurar en su ser”. Esto es lo que define a los seres humanos y por eso no somos capaces de aceptar la muerte. Yo no me creo a esa gente que dice que quiere morirse. A ver, yo no quiero tener 110 años y ser un vegetal, pero si a mí me dan la oportunidad, claro que quiero más [risas]. A no ser que estés en un estado patológico, todo el mundo quiere más.

¿Y un vicio?
Fumar, pero ya lo he dejado. La verdad es que los he dejado todos, incluidas las drogas y el alcohol. Ahora tengo otras drogas como escribir, que siempre ha sido para mí la droga más potente, y correr por las mañanas. Esto ya puedo confesarlo: me levanto a las cinco todas las mañanas y salgo a correr. Es una droga, es un vicio. Todos los tíos con los que te cruzas por ahí corriendo, que cada día son más, son todos unos drogatas, no unos disciplinados. Están enganchados a la dopamina [risas].

¿Los vicios te dejan o los dejas?
Bueno, con algunos hay que ser muy fuerte. A mí me costó muchísimo dejar de fumar. Lo dejé por mi hijo y es lo mejor que he hecho en mi vida. Sin embargo, el alcohol lo dejé sin problema y no lo echo nada de menos. Eso sí, lo he sustituido por los dulces, los pasteles, los helados…

Es que el rehabilitado siempre busca sustitutos.
Por eso yo nunca he entrado en un casino. Sé que habría salido en calzoncillos [risas].

«Yo me embriago desde siempre con la literatura, porque la vida a pelo es un poquito dura [risas]. Pero he probado todas las drogas: el hachís, el alcohol, el tabaco, la coca… La mía ahora mismo, la más fuerte, es correr y se llama dopamina»

Y ahora, ¿con qué te embriagas?
Eso dice Baudelaire, que hay que embriagarse siempre de vino, de poesía, de lo que sea… Yo me embriago desde siempre con la literatura, porque la vida a pelo es un poquito dura [risas]. Pero he probado todas las drogas: el hachís, el alcohol, el tabaco, la coca… A ver, alguno me falta. La religión también es una droga, es algo que da sentido a la vida, que puede ser un chute muy fuerte de energía. La mía ahora mismo, la más fuerte, es correr y se llama dopamina. Se lo comentaba el otro día a mi traumatólogo y me decía: “La dopamina no es que parezca una droga, es una droga”. Corro 50 minutos cada día y es maravilloso. Si caminara, tendría que invertir dos horas, que es lo que aconsejaba Schopenhauer, pero no tengo dos horas al día.

Como adicto crónico a la literatura, recomiéndanos por favor un libro clásico de esos que dan mucho respeto y otro actual.
El polaco, del escritor sudafricano J.M. Coetzee, ganador del Nobel de Literatura creo que en 2003. Es una pequeña obra maestra, una historia de amor que nace con la música de Chopin. Muy recomendable. Y un clásico que da miedo sin motivos es, sin duda, Don Quijote de La Mancha. Este libro da terror a la gente y debería ser todo lo contrario porque es un libro gamberro, divertidísimo, ultra popular, fue un best-seller en su época. Solo hay que hacer un pequeñito esfuerzo lingüístico porque la lengua es un poco antigua. Pero en cuanto te acostumbras, es un libro gamberro, de una libertad total, un libro para la gente, no lo escribió para los cultos de la época. También recomiendo a otro autor que da mucho miedo: Borges. Para mí es un escritor fundamental, sin él no creo que hubiera sido escritor o, por lo menos, no sería el mismo escritor.

Javier, ultima confesión: ¿en qué crees?
Yo creo en la decencia. Y creo que la mayor virtud que existe es la decencia al cuadrado, que se llama coraje. El coraje, según Winston Churchill, es la base de todas las demás virtudes. Tú puedes ser una persona bondadosa, pero en unas circunstancias complicadas como puede ser una guerra, si no tienes coraje te puedes convertir en un canalla. El coraje es la condición que posibilita todas las demás virtudes. Sin coraje, no existen las demás. Creo que es así.

Gracias por compartir con Esquire tu última batalla, salir victorioso y contarlo con tanta honestidad.
Gracias a vosotros por escucharme, celebro haberte conocido.

Te aseguro que yo más, gracias a ti. Pronto volveré a contactarte. Por favor, no te olvides.
Lo intentaré [risas].

Por Ana Trasobares

FOTO: Random House

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