23 junio 2025

El debate | ¿Hay que rebajar la edad para votar a los 16 años? ( parte 2)

El Gobierno se dispone a presentar un proyecto de ley de juventud que incluye la propuesta de rebajar en dos años la edad para ejercer el derecho al voto bajo la premisa de que así se implica a los jóvenes en la democracia

AYER PUSIMOS LA OPINIÓN Olatz Ormaetxea Ruiz es doctora en Psicología, psicoterapeuta de familia y pareja y psicóloga sanitaria. https://miradordeatarfe.es/?p=77197 Hoy ponemos otra opinión de Carles Feixa es catedrático de Antropolgía Social en la Universidad Pompeu Fabra y cordinador del Informe Juventud en España 2024. @cfeixa


Derecho al voto desde los… ¿cero años?

El título de este artículo puede sonar provocador: ¿tiene sentido defender el derecho al voto desde el nacimiento? En realidad, se trata de una propuesta formulada para revertir la creciente desigualdad generacional, inherente a las políticas de bienestar: en sociedades envejecidas como las europeas, las personas jóvenes tienen escaso peso político, porque son pocas y votan menos, lo contrario de la gente mayor, que es mucha y vota más, por lo que las políticas destinadas a los pensionistas se anteponen a las destinadas a la juventud.

Evidentemente, no se trata de que voten los niños o los bebés, sino de rebajar la edad del voto a los 16 años y de que las personas con menores de esa edad a su cargo tengan derecho a doble voto, para reforzar el peso de las políticas de infancia, juventud y familias. Mientras esta última propuesta no ha prosperado, por su difícil encaje legal y práctico, varios países han abierto el debate sobre el voto a los 16, entre ellos España. En 1978, el primer gobierno democrático rebajó la mayoría de edad —y, por tanto, el derecho al voto— de los 21 a los 18 años, una vieja reivindicación del movimiento juvenil antifranquista. Medio siglo después de la muerte de Franco, organizaciones juveniles y el recién creado Ministerio de Juventud e Infancia plantean el derecho al voto a los 16 años, vigente en países como Austria, Bélgica y Malta —en Alemania y Grecia solo para las elecciones europeas— y en países latinoamericanos como Argentina, Brasil o Ecuador, sin que su implementación haya causado mayores problemas. Contra dicha propuesta se utilizan tres tipos de argumentos.

El primero es de tipo neuropsicológico: Antes de los 18 años no se habría completado la maduración cerebral (la poda neuronal) y, desde el punto de vista emocional, se mostraría inestabilidad y vulnerabilidad. Sin embargo, los avances de la neurociencia confirman que el cerebro adolescente es sumamente moldeable y que su lenta maduración es compatible con un desarrollo precoz del pensamiento hipotético-deductivo que, según Piaget, es la base de la capacidad de raciocinio. Por otra parte, la supuesta inestabilidad ideológica no es exclusiva de la juventud, como demuestran a diario grandes líderes mundiales.

El segundo argumento es de tipo sociológico: los adolescentes estarían en una etapa formativa dependiente de la familia, sin contacto con el mundo “real”, más preocupados por sus necesidades lúdicas inmediatas y, debido a las redes sociales, se mostrarían influenciables y gregarios, lo que les incapacitaría para tomar decisiones. Puede contraargumentarse que ningún grupo social o de edad es ajeno a la manipulación y, sobre todo, que los temas que más preocupan a la adolescencia (como el cambio climático, la escalada bélica o el acceso a la vivienda) afectan al conjunto de la sociedad, y que convendría escuchar la voz de los jóvenes al respecto.

El tercer argumento es de tipo político: los recientes procesos electorales en muchos países indican una creciente derechización de las juventudes, atraídas por los discursos populistas y xenófobos; si se les concediera el voto podrían decantar las elecciones y orientar los gobiernos hacia la extrema derecha. El contraargumento en este caso es que la rebaja de edad política no puede depender de coyunturas electorales, sino de la voluntad de abrir la toma de decisiones a sectores anteriormente marginados, pues los mismos argumentos que se aplican hoy a la juventud sirvieron antes para negar el voto a sectores no propietarios o a las mujeres, y se siguen usando para personas extranjeras no comunitarias, aunque vivan, trabajen y coticen aquí.

La rebaja del voto a los 16 años no debería plantearse como un fin en sí mismo, sino como un medio para repensar el ciclo vital y revertir la desigualdad generacional. Debería ir acompañada por una auténtica educación democrática, que enseñe mediante la práctica y desde la etapa escolar, a debatir entre posiciones enfrentadas, a elegir y tomar decisiones, a argumentar, a distinguir las fake news de la verdad, y a valorar la cultura del consenso. Algo, por cierto, que los adultos que nos gobiernan no siempre son capaces de practicar.

Carles Feixa es catedrático de Antropolgía Social en la Universidad Pompeu Fabra y cordinador del Informe Juventud en España 2024. @cfeixa

FOTO: MÒNICA TORRES

https://elpais.com/opinion/2025-05-28/el-debate-hay-que-rebajar-la-edad-para-votar-a-los-16-anos.html