Tras el color, la conversación sobre el verdadero Orgullo en Granada
Cuatro relatos del colectivo LGTBIQ+ que muestran la realidad de la diversidad en la ciudad
Un día después de que Granada viviera una de las jornadas más emocionantes y multitudinarias del año, nos sentamos a hablar. La ciudad aún respira la energía del sábado, cuando la bandera lésbica más grande del país ondeó entre aplausos por sus calles, la música de las batucadas hizo vibrar cada rincón del centro y se vieron escenas que dejan huella: abuelas bailando con sus nietos, familias enteras mostrando su apoyo sin reservas, una ciudad que se llenó de vida, de colores y de reivindicación. Ni el calor logró frenar las ganas de celebrar un Orgullo que, más que fiesta, fue historia.
Una celebración coronada por el pregón flamenco de Curro Albaicín, que supo mezclar arte, memoria y compromiso en un discurso que emocionó a quienes lo escucharon, dejando claro que el flamenco también se viste de diversidad cuando habla con el alma. Un éxito de jornada que deja un poso imborrable en la memoria colectiva de Granada.
Y tras ese despliegue de orgullo, llegó el momento de sentarse a hablar. A parar y escuchar. Porque más allá de la alegría compartida, hay muchas realidades que siguen siendo difíciles de contar, de asumir y de transformar. En el centro de Granada, reunimos a cuatro personas del colectivo LGTBIQ+ para hablar, sin filtros, de lo que supone vivir su verdad en una ciudad multicultural que todavía arrastra miedos, prejuicios y silencios.
Ninguna de ellas nació en Granada, pero sus caminos -muy distintos- las han traído hasta aquí. Desde quienes llegaron en los años 80, cuando amar fuera de la norma era casi clandestino, hasta quienes han crecido con más libertades pero aún han sentido miedo de decir en casa quiénes son. Una conversación necesaria, potente, a veces incómoda, siempre honesta.
Visibilidad real
“Hay que dejar de confundir visibilidad con espectáculo».
Una frase que resume una sensación compartida en la mesa: la visibilidad no se limita a aparecer en una foto durante el Orgullo, ni a llenar escaparates de banderas arcoíris. La verdadera visibilidad está en sentirse seguro en el trabajo, al ir al médico o al cruzarse con el vecindario. “Nos ven, sí, pero no siempre nos entienden. Y mucho menos nos respetan”, se desliza en la conversación. Especialmente cuando se habla desde identidades trans o migrantes, para quienes esa visibilidad muchas veces supone un doble filo.
Aliados o postureo
Este concepto encendió el debate. “Hay mucha gente que se pone la camiseta arcoíris en junio y desaparece el resto del año.”
La crítica no va solo a personas particulares, sino a instituciones y empresas que se suben al carro del Orgullo cuando toca, pero no sostienen esa supuesta alianza el resto del tiempo. “El verdadero aliado es el que está cuando hay un ataque transfóbico, cuando un adolescente sufre acoso escolar, cuando hay que educar y defender.”
Desde dentro del propio colectivo, también se mencionan ciertas tensiones. “A veces entramos en guerras internas que no llevan a ningún sitio. Se nos olvida que esto es una lucha común, no una competición entre letras.”

Cuatro personas del colectivo LGTBIQ+ opinan y conversan | Foto: GD
Granada diversa
Pese a las dificultades, hay también lugar para la esperanza. “Granada es cada vez más consciente».
Se percibe en los barrios, en el activismo local, en las nuevas generaciones que comienzan a hacer ruido. Para muchas personas, Granada ha sido un lugar de reconstrucción, donde volver a empezar. “Aquí encontré amigas, redes, lucha. Aquí me sentí parte de algo».
Pero no se idealiza: “Sigue habiendo bares donde no te dejan entrar por ser quien eres. No siempre se denuncia, porque aún hay miedo. Y mucho cansancio».
También se valora el tamaño de la ciudad, ni muy grande ni muy pequeña, como un punto a favor para generar comunidad. “Si haces algo, se nota. Si luchas, puedes cambiar cosas».
Referentes locales
En esta parte de la charla el ambiente se torna más íntimo. Aparece el nombre de Kim Pérez. “Nos dejó huérfanos. No solo por lo que representaba, sino porque nadie ha tomado su relevo con la misma fuerza».
Se habla de la falta de referentes visibles en política, en los medios, en el ámbito cultural o sanitario. “No es que no haya personas con capacidad o discurso, es que no hay espacio para ellas. No se les da el foco».
La falta de referentes es, para muchas, una forma de invisibilización que duele más que el rechazo directo. “Necesitamos vernos arriba, en lugares donde se toman decisiones».
Lo que viene
El cierre se vuelve más político, más encendido. “Yo espero que el activismo en Granada vuelva a ser incómodo. Que incomode a quienes tienen el poder. Que no se conforme con lo simbólico.”
El futuro, se dice, pasa por más educación en las aulas, más apoyo a las personas trans, más espacios para las mujeres lesbianas, más políticas interseccionales que entiendan las múltiples realidades dentro del colectivo.

Cuatro personas del colectivo LGTBIQ+ opinan y conversan | Foto: GD
Y sobre todo, más escucha. Más espacios como este.
Las historias que se cruzan en esta mesa no son iguales, pero se reconocen. Y en esa conexión radica la fuerza. “El Orgullo no termina con la marcha. El Orgullo es esta charla, es poder decir esto sin miedo.”
Este vídeo, grabado en pleno centro de Granada, es una pieza imprescindible para entender lo que significa hoy ser parte del colectivo LGTBIQ+ en esta ciudad. Una invitación a escuchar sin filtros, a empatizar, a entender. Está disponible ya en GranadaDigital.es, y merece ser visto, compartido y debatido.
Porque el Orgullo no se apaga al día siguiente: el Orgullo también es esto.
FOTO: Cuatro personas del colectivo LGTBIQ+ opinan y conversan | Foto: GD
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