«TESOROS POR DESCUBRIR EN ATARFE» por Teresa García del Moral

Parecería que, con todos los estudios e investigaciones que se han hecho sobre Atarfe ya está todo “sabido”, pero no podemos imaginar la cantidad de espacios y lugares que, como resultado de la antropización o intervención humana (edificaciones y construcciones, explotaciones mineras, talas, derrumbes o demoliciones, desforestación, canteras, etc.) o por la de la naturaleza (erosión, avenidas de agua, sedimentación, terremotos, etc.) han sobrevenido, a lo largo de los tiempos en el pueblo y su provincia, contribuyendo, de alguna manera, a la transformación de su paisaje.

Como ya comentamos en anteriores artículos, para poder llevar adelante un estudio en profundidad sobre Atarfe (nombres de lugar que han conformado el espacio de Atarfe; de sus habitantes -posesiones, tareas y oficios que desempeñaban, la historia de sus apellidos-; las explotaciones mineras que se llevaron a cabo en el siglo XIX y principios del XX; y tantas otras cosas) necesitamos constituir un grupo de personas interesadas capaces de acometer las investigaciones pertinentes, que contacten con personas mayores conocedoras de los lugares o con otras que conserven en sus casas documentos antiguos (escrituras de compraventa o testamentos antiguos en los que figuren parajes o pagos hoy desaparecidos, expedientes de concesión de minas…), fotos antiguas de oficios hoy en desuso u otros documentos de interés); de igual manera, que puedan visitar los distintos archivos y consultar la información existente. Que aprendan a adentrarse en ese mundo de la toponimia, ese ingente patrimonio cultural inmaterial que se está perdiendo. Atarfe cuenta con impagables fuentes para su estudio: Libro de Apeos y Repartimiento; mapas históricos y actuales; Catastro del Marqués de la Ensenada; Amillaramientos; expedientes mineros; documentos particulares de dotes, de donación, etc.

Pongamos un ejemplo poco conocido. Atarfe contaba a mediados del siglo XIX con alrededor de 140 minas (según consta en los expedientes mineros conservados en el Archivo Histórico Provincial de Granada), de las cuales: 4 eran de mercurio, 33 de alcohol o galena, 41 de plomo, 30 de hierro, 9 de plata, 2 de carbón piedra, 1 de piedra y mármol, 2 de oro, 2 de cobre, 1 de cobre y plata, 7 de zinc, 1 de calamina y 2 de piedras preciosas.

 Cada mina tenía su denominación, que era asignada en el momento del registro de la mina. Los nombres que recibían las minas no suelen guardar relación con ningún elemento del exterior en el que se encuentra la mina, es decir con los topónimos de la superficie en la que se encuentran (rasgos físicos del terreno y nombre del lugar de la explotación) sino que son arbitrarios, responden a razones subjetivas del dueño de la concesión. Así, en Atarfe, encontramos minas con nombres religiosos (hagiónimos) numerosísimos de santos o de Vírgenes , destacando el de la patrona Santa Ana; elementos escultóricos: Cabeza de bronce (plomo); nombres históricos: Espartero (plomo), Napoleón (plomo), Pisístrato (alcohol o galena), Aníbal (alcohol), Iliberia (galena); astronomía: Zelima (nombre de un asteroide); nombres propios: Casilda ; abstractos (fruto del deseo o de la expectativa sobre la mina): La Libertad (plomo), Esperanza Satisfecha (plomo), La Constancia (hierro), Veremos (sin definir el mineral), El Porvenir (carbón de piedra), La Felicidad (plomo); nombres relacionados  con la explotación minera: Cinabrio; gentilicios o tal vez apodos: El Canario, La Granadina;  culturas: La Cristiana, La Mora (plomo), La Sultana (Alcohol), Los Doce Apóstoles (Hierro); zoónimos: La Culebra (plomo). Y otras muchas más cuyos expedientes habrán de ser estudiados para conocer a sus propietarios, el periodo que estuvo en explotación (si es que lo estuvo), su plano de demarcación, etc.

Como decimos: ¡tantas cosas por descubrir! Como, por ejemplo, qué piedras preciosas fueron las que se encontraron. Y esto serían solo las minas, lo que podemos denominar “toponimia minera”. Si pensamos en los nombres de lugar ya desaparecidos, en los apellidos de los posesores de las tierras o en la cantidad de información que puede ir apareciendo, el material del que partir sería ingente. El trabajo del equipo que deseamos constituir no solo recuperaría, sino que documentaría la toponimia de Atarfe y pondría en manos de los habitantes del pueblo y de las generaciones futuras aspectos desconocidos de su patrimonio cultural.

En las fotografías que se adjuntan se cita un hecho de los que hace alusión la Ley 22/1973, de 21 de julio, de Minas, lo que se llama un “denuncio minero” que es cuando una persona informa a la autoridad minera de la caducidad de un yacimiento minero, pudiendo ser otorgada una nueva concesión.  El expediente que hemos seleccionado pertenece a una persona de reconocido apellido en Atarfe, un Sr. apellidado Cervantes, concretamente Pablo Cervantes Pozo. ¿Quién puede asegurarle, querido lector, que no fuera su antepasado? Se refiere a una mina de cinabrio, el principal mineral del que se extrae el mercurio; suele encontrarse en zonas de aguas termales. La mina en cuestión se halla en el Cerro del Almirez y le pusieron por nombre Almadén, en recuerdo de las famosas minas de mercurio de esa localidad de Ciudad Real. En las fotos adjuntas se ve la portada del expediente fechado el 22 de mayo de 1876 y en él aparece el vecino de Atarfe D. Santiago Fernández. En cuanto a las otras fotos referidas a la mina llamada La Felicidad, de plomo, fechado en 1845, sita en Sierra Elvira, Barranco de la Paluelina, dice literalmente: “Hago saber cómo  en esta inspección, Pablo Cervantes Pozo, vecino del Atarfe ha presentado escrito denunciando como abandonada una mina plomiza que se denomina La Felicidad (antes La Infelicidad), de Pablo Giménez, vecino del Atarfe”.

Podemos comprobar, a poco que se escarba en las fuentes documentales, la cantidad de datos que podemos obtener. Por ello instamos a las personas interesadas que acudan al llamamiento que se hará desde este Mirador y, entre todos y todas, podremos conocer mejor los entresijos de la historia y la toponimia de este pueblo que nos vio nacer a nosotros y a nuestros predecesores.