Las restricciones de financiación y las amplias cargas docentes han reducido a la mitad las estancias largas en el extranjero de profesores en los últimos añosUn trocito de Berkeley, de Cambridge, de la Universidad de Oregon, del Instituto Karolinska o de la australiana Griffith University llegarán a España y, en particular, a la UGR en forma de conocimientos, contactos y nuevos modos de trabajar desplegados por un grupo de profesores e investigadores de la universidad granadina que cada año deciden cambiar su vida durante un largo periodo para salir al extranjero y renovarse en contacto con otros expertos y en otras instituciones de cierto prestigio internacional.

Ellos son los portadores de ese aire nuevo tan necesario en la ciencia y el conocimiento, pero también son embajadores de la Universidad de Granada, que entre sus principales objetivos estratégicos incluye la mejora de su prestigio internacional.

Los casi 3.500 docentes e investigadores de la plantilla de la UGR deberían encontrar puentes de plata para salir al extranjero a trabajar en comunión con algunos de los mejores especialistas del mundo en sus materias de estudio. Pero la situación, según lo describen ellos mismos, no es tan favorecedora y el resultado es que en los últimos años la Universidad de Granada ha registrado en sus datos oficiales un descenso muy acusado de docentes e investigadores que reciben permiso o licencia para ausentarse de sus puestos de trabajo durante un tiempo, sobre todo si es para largas estancias.

En el curso 2012/13 se produjo un pico máximo reciente, con 168 permisos, de los cuales 116 eran para ausencias de entre 1 y 3 meses y 52 para estancias más prolongadas. Al curso siguiente (2013/14), estas cifras se redujeron drásticamente al pasar de los 168 a 118 en total, lo que supone una merma del 30%. La reducción más acusada se dio en los permisos para viajes de más de 3 meses, que bajaron un 44% (de 52 a 29). Y el curso pasado, último del que se tienen datos, el frenazo fue aún mayor, al bajar los permisos de la frontera del centenar (96). Desde el curso que comenzó en 2012 hasta el último la reducción de licencias para estancias largas se redujo a la mitad (de 52 a 26) y el cómputo global de todos los permisos bajó un 43% (de 168 a 96).

Algunos de los investigadores que forman parte de ese pequeño grupo estadístico que aún se anima a salir al extranjero han coincidido en señalar dos causas principales como motivo de ese descenso.

La primera sería la financiación. Los profesores que apuestan por hacer estancias en el extranjero no dejan de percibir sus salarios de la Universidad. Pero el viaje, el traslado a otra ciudad manteniendo el coste de la residencia local y la vida diaria en países que suelen tener un mayor nivel de renta, elevan mucho los gastos que tienen que afrontar estos investigadores.

El Ministerio de Educación convoca cada año unas ayudas económicas para los profesores universitarios, aunque éstas están limitadas en número (en conjunto, 620 para toda España) y los docentes tienen que pasar una serie de criterios de selección importantes. En los años de crisis, estas ayudas económicas se han estancado y, como en muchas otras cosas, las convocatorias anuales se han ido retrasando o no saliendo.

Son las ayudas José Castillejo y Salvador de Madariaga, dos categorías diferentes en función de la antigüedad de los docentes, pues las primeras están planteadas para los investigadores más jóvenes con cualquier tipo de relación contractual con sus universidades; y las segundas son para profesorado con «experiencia y trayectoria profesional acreditadas»que además sean funcionarios con plaza en sus instituciones académicas correspondientes.

El objetivo de ambas es «propiciar la movilidad con fines de actualización permanente» en centros que «deben estar situados en el extranjero» y ser universidades o lugares de investigación «altamente competitivos en el área científica del candidato».

Las dotaciones económicas son las mismas: entre 2.150 y 3.100 euros mensuales para gastos de alojamiento y manutención, además de otras partidas para gastos de viaje e instalación que varían en función del país de destino.

En el caso de que sea Estados Unidos, hay un límite cada año (30 de Madariaga y 20 de Castillejo) que corresponden a colaboraciones con la Comisión Fullbright. Los investigadores que consiguen estas ayudas, además del provecho económico (que es el mismo en todos los casos), obtienen un extra de prestigio, pues están valoradas como de las más exigentes del mundo.

La investigadora de la UGR en el área de Ecología Isabel Reche tiene previsto trasladarse durante un año a la Universidad de Berkeley, en California. Y para ello ha pedido en la última convocatoria la ayuda Fullbright, de la que ya se han beneficiado algunos investigadores de la UGR.

Reche ya tiene el permiso de la UGR para ausentarse y espera también el de su esposo, profesor también de la Universidad de Granada, en el área de Genética, Francisco Perfectti. La investigadora ya está asumiendo este curso parte de la carga docente de uno de sus compañeros, que se encargará de cubrir la misma proporción de horas en su ausencia. «Cuando vuelva tendré que seguir devolviendo esa colaboración de mis compañeros al menos dos cursos más», agregó la profesora de la UGR.

Y este sería el segundo gran problema que encuentran los profesores universitarios para afrontar esa necesaria renovación en el extranjero: la carga docente.

En los últimos años la plantilla de la UGR se ha reducido por la escasa tasa de reposición de personal impuesta por el Gobierno desde 2012. El resultado es que los docentes han tenido que repartirse más horas de clase, lo que complica aún más la perspectiva de ausentarse de sus centros durante un cuatrimestre o incluso un curso entero.

La práctica habitual es que los compañeros del mismo departamento cubren el profesor ausente e imparten sus clases. O antes o después de su estancia fuera, ellos mismos corresponden a los otros con la misma colaboración. Al haber aumentado el número de créditos (horas de clase) total que tienen que asumir todos, cubrir a otro compañero para que se vaya fuera se hace más complicado.

Pero se sigue haciendo. Han sido menos en estos últimos cursos, pero los docentes de la UGR siguen cogiendo la maleta para conocer el modo de trabajo en otras universidades o centros de investigación, o para reciclarse y conocer lo último que se está haciendo en su campo en otros países. Adoración Galera, profesora de Derecho Constitucional de la UGR, se marchará en unos días a la Universidad de Cambridge y reconoce que su principal objetivo es estar en un «lugar espectacular, que invita a trabajar».

Francisco Ortega, de Educación Física y Deportiva, volverá a Suecia, donde mantiene estrechos lazos de colaboración porque «esto nos permite abrir la mente, como el que abre un paracaídas».

http://www.granadahoy.com/article/granada/2249409/dificil/viaje/la/renovacion.html

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