Las redes sociales se desmoronan
Hace tiempo que lo vienen advirtiendo las empresas de marketing digital, las más atentas a los desarrollos de las redes sociales. La frase “las redes sociales se desmoronan” la he tomado de las conclusiones de una de ellas, que recomienda a sus clientes dejar de invertir en publicidad en redes sociales porque no les sale a cuenta.
Si hasta ahora ha sido un cambio inadvertido, aunque sospechado, la semana pasada el todopoderoso Financial Times (FT) publicó los datos de un estudio masivo que concluye que cada vez pasamos menos tiempo en las redes sociales y que éstas están perdiendo usuarios desde el pico de 2022. Es un estudio enorme que confirma el giro copernicano en la forma en la que los usuarios se relacionan con sus redes sociales.
Como todo lo que tiene que ver con la tecnología digital, es un fenómeno global que se produce de forma sincrónica en todo el mundo desarrollado. El estudio del FT (encargado a GWI) recoge 250.000 entrevistas en 50 países y muestra una tendencia muy similar en todos ellos: desde 2022, año del pico más alto en el uso de redes sociales, el tiempo que la gente pasa en ellas ha descendido y lo sigue haciendo. Es una tendencia.
Es creíble porque es una tendencia global. De hecho, Gartner Marketing Practice lanzó una encuesta en el que un “50% de consumidores afirmó que abandonará o limitará de forma significativa sus interacciones en redes sociales el próximo año”.
Las causas de por qué esto se produce son fascinantes y se las cuento en otro artículo, pero les adelanto que tiene que ver con la forma draconiana y distópica con la que las empresas dueñas de estas plataformas quieren monetarizarlo todo, haciendo que sus algoritmos prioricen los contenidos que venden algo (lo mismo que Google, que ya es solo un catálogo de ventas) y generando una enorme cantidad de contenido barato y basura informativa a través de bots e Inteligencia Artificial. Y claro, todo es mucho más aburrido.
Para resumirlo, recojo la opinión de un usuario que, reaccionando a los datos del estudio de FT, resumía maravillosamente lo que pasa: “El cambio que he notado como usuario es la desaparición de contenido orgánico. Todo son anuncios, IA, colaboraciones, empresas y famosos. Cuando las publicaciones de la gente real son desplazadas, la gente deja de publicar. Es un lugar aburrido. Todo esto demuestra rápidamente la teoría de la muerte de Internet”.
Esta teoría (que me encanta), la de la muerte de internet, comenzó como una idea conspirativa que afirmaba que todo el contenido que hay en internet estaba generado por bots e IA y que no había personas interactuando, que internet era un lugar en el que no había vida. La paradoja es que, de teoría conspirativa, está pasando a convertirse en realidad.
Pero si todo lo anterior es interesante, lo que me tiene fascinada es el cambio que el estudio detecta en la forma en la que la gente usa las redes sociales: las personas ya no entran en sus redes para conversar, compartir ideas o contenido e interactuar. La mayoría de las personas usan las redes sociales para seguir a sus celebridades favoritas o para pasar el rato. Decrece, y fíjense en ello porque decrece mucho, el numero de personas que usan las redes para opinar o compartir contenido personal. Es impresionante:

Como ven, desde 2014 el numero de personas que usan las redes para compartir experiencias, conectarse con lo que hacen sus amigos o compartir su opinión ha descendido una cuarta parte y sigue bajando. Es brutal.
Si hace apenas tres años entrabamos en las redes para ver qué opinaban o hacían la gente que conocemos e interactuar con nuestros seguidores o con la gente a la que seguimos, es decir, entrábamos en las redes de forma intencionada, hoy la tendencia global y masiva es usar las redes de forma pasiva, para pasar el rato. Los que estudian este fenómeno dicen que hemos pasado de una navegación consciente a una navegación inconsciente.
Inconsciente, pero que rechaza contenido del que ya no se fía y quienes más lo hacen son las y los jóvenes y esto sí que no me lo esperaba. Los y las menores de 30 años, la famosa generación Z, son nativos digitales y el sector de la población que más usa las redes sociales. Sí, pero también el grupo de edad que más las está abandonando y que más rápidamente está cambiado sus hábitos digitales: cada vez postean menos y se refugian en espacios digitales más íntimos. Deben intuir que en el mundo al que quieren llevarnos, cualquier información que demos de nosotros mismos será registrada por la Inteligencia Artificial y puede que algún día se nos vuelva en contra.
Todo esto nos da un panorama que a algunos les parece desalentador; echan de menos el viejo internet y los tiempos de las grandes discusiones en las redes sociales. Yo no. Yo estoy encantada, porque paralelo a este fenómeno de descenso de uso de redes, suben y mucho los mensajes directos, las plataformas de contacto directo y conversaciones cerradas, los WhatsApp y los emails. Es como si quisiéramos volver a una comunicación más humana.
Las redes siguen siendo importantes y sigue habiendo mucha información válida. De hecho, hemos sido conscientes de un genocidio por los vídeos que hemos visto con dolor en las redes y mucha gente sigue conversando y publicando en ellas; el cambio que quiero destacar es que, hoy, ya tenemos datos para probar que esa comunicación humana es secundaria en las plataformas.
Quizá una reacción a que nos hemos excedido exponiendo nuestras vidas en plataformas cuyos dueños apoyan a Donald Trump y que, usando nuestros datos, nos ofrecen una distopía capitalista en la que ellos son los amos. Usarlas menos me parece una buena idea, ya que, como habrán supuesto al leer este artículo, estoy a un paso de sumarme a la teoría de la muerte de internet.