El drama del acoso escolar en Granada: “Pensaba que el problema era yo”
Víctimas silenciadas y familias alertan de un problema cada vez más difícil de detectar, según profesores y agentes de policía especializados
Testimonio de un caso de bullying en Granada
Para atajar el problema es necesario que la víctima sepa pedir ayuda y contar a sus padres lo que sucede. GranadaDigital ha hablado con una persona que sufrió bullying durante parte de su etapa en el instituto.
«Cuando empezaron a dejarme de lado no entendía nada, pensaba que era yo el que hacía las cosas mal. En consecuencia, cada vez que llegaba a mi casa me encerraba en mi cuarto. Lloraba a escondidas de mis padres porque no quería darles un mal rato, sin saber que todo eso lo único que hacía era poner aún más palos en la rueda«, cuenta Alberto, nombre ficticio usado por dicha persona para proteger su identidad.
Alberto cuenta que conforme pasaban los días las ganas de ir al instituto iban cada vez a menos. «No quería que llegara el día siguiente. El camino andando desde casa al centro se me hacía eterno y con angustia. Le daba vueltas a la cabeza: ¿qué me harán hoy? Uno de esos días llegué a mi tope y decidí sentarme a tratar el tema con mis padres. Me entendieron desde el principio y pidieron inmediatamente una reunión con el director«, recuerda.
El joven cuenta que desde el instituto sí que notaron que su rendimiento escolar había bajado drásticamente. «Era muy buen estudiante, me costaba alguna asignatura que otra, y llegué a sacar en una evaluación cuatro suspensos cuando no me había pasado nunca. Dejé de estudiar y de atender en clase. La cabeza no me daba para más, pero después de hablar con mi padre y mi tutor vi que nada de eso tenía sentido. Me perjudicaba a mí mismo».
La reunión de su familia con el director del centro no fue fructífera. «Recuerdo que me puso excusas desde el principio. No se creía que un caso así pudiese llegar al instituto. Que si los acosadores sacaban buenas notas y eran chavales ejemplares… El único que sí me entendió fue mi tutor, que desde entonces mantuvo una actitud muy vigilante«.
Alberto piensa que muchas veces los centros «no tienen un protocolo claro» y «puede acabar pasando una desgracia como la de Sandra Peña». Desde la experiencia de su caso, «no se actuó correctamente. Al final la cosa cesó porque acabé cambiándome de colegio. No lo veo como una derrota porque a día de hoy me considero feliz por cómo pude sobreponerme a la situación y también porque quiero que mi ejemplo sirva para que otros vean que de todo se puede salir. Solo hace falta quitarse los miedos y la vergüenza a contarlo y a partir de ahí sientes cómo tienes muchísima gente detrás«, sentencia.
«Las tecnologías hacen más difícil la tarea de identificar los casos de acoso escolar»
GranadaDigital se ha puesto en contacto con un responsable de convivencia entre alumnos de un centro escolar de Granada capital. Las labores de este comité residen en actuar cuando detectan algún tipo de conflicto. «Actuamos cuando nos llega información, porque nos puede llegar por diferentes medios, ya sea a través de familias, incluso de alumnos; lo que hacemos es actuar mediante entrevistas con esos alumnos que estén implicados en este conflicto cuando se puede mediar entre ellos, porque hay veces que incluso de primera no se puede mediar si es reciente y a lo mejor no les apetece verse las caras», resalta.
Además, en este centro de la capital están llevando a cabo un proyecto denominado ‘Alumnos Ayudantes’. Esto consiste en «eliminar la figura del compañero pasivo. Son alumnos que formamos nosotros mismos, de manera que ellos nos puedan ayudar a detectar cosas que se nos puedan escapar. El alumno pasivo es una tercera persona que en casos de acoso escolar no contribuye a detenerlo, o directamente tolera».
En el momento en que hay un protocolo de acoso, «esos dos niños no pueden estar juntos. O un grupo de niños. Ni para grupos de trabajo, ni en el recreo, ni en salidas extraescolares», señala sobre los pasos a seguir. A partir de ahí, «una vez que ya están las familias informadas para que también nos ayuden en esta actuación, porque esto al final es cosa de equipo, pues ya se va teniendo entrevistas personales. Aparte de la observación continua, se va teniendo entrevistas personales asiduamente con cada uno de ellos, para ver cómo va la situación», explica.
Sin embargo, desde el comité destacan la dificultad de identificar casos de ciberbullying. «Es algo que a nosotros se nos escapa entre comillas. A menos que eso lo pueda detectar una familia y ponerlo en conocimiento nuestro o algún alumno que pueda estar en ese chat. Lo que es casos de acoso no es que haya habido, hayamos detectado un aumento significativo pero sí ha habido un aumento en actuaciones de prevención«, señala.
El acosador, un perfil claro
Paco Padilla, subinspector de la Policía Local de Granada, ha puesto en valor la figura del Policía Tutor; una iniciativa diseñada para fortalecer la seguridad y el bienestar de los estudiantes en los centros educativos de la ciudad.
El subinspector cuenta a este medio que el agente tutor actúa como figura de apoyo y referencia, promoviendo la educación en valores, el respeto y la convivencia pacífica.
«A día de hoy es más complicado identificar un caso de bullying por el tema de las pantallas. Muchas veces lo del colegio ya no es que se lleva a casa, sino que sobre todo se da a través de los dispositivos. Inevitablemente es una cosa que nosotros entramos dentro de la intimidad y no podemos acceder a eso. Esos tipos de situaciones nosotros no llegamos casi a detectarlos. Ahí tenemos dos espectros importantes. La familia que es, obviamente, la primera que debe detectar eso y que no debe normalizarlo. Y luego el profesor. Él es quien ve diariamente al niño. Y ellos sí detectan situaciones en las que no se pueden ausentar», resalta.
El acosador suele tener un perfil claro. Es aquel que tiene unas características muy concretas; «personas que no suelen tener empatía, ni capacidad de percibir el daño que hacen. Tienen baja autoestima. Además, la resolución de sus problemas suele ser de manera violenta, con agresividad. Destacan en la clase por ser el típico ‘gallito’, y se siente el líder del grupo. Son los primeros que suelen coquetear con hechos delictivos como pueden ser hurtos o robos; y se suelen juntar con personas de mayor edad fuera del entorno escolar que tienen otros caminos, como el consumo de sustancias estupefacientes», destacan.
¿Cómo identificar que mi hijo sufre bullying?
En el entorno familia es clave detectar cuando una persona está dando síntomas de sufrir acoso escolar. «Lo primero que vas a detectar en tu hijo es aislamiento. Cuando uno se siente, digamos, excluido, está sufriendo este tipo de situaciones, lo que se le hace al niño, lo primero es que se aísla incluso en casa, no habla, no se comporta como siempre es, evita las conversaciones con su familia, se encierra en su habitación, no sale, tiene actitudes que no son las normales en él, incluso a lo mejor un poquito de irascibilidad«, explica Padilla.
Estas situaciones son fáciles de detectar a priori dentro. «Respecto a ese aislamiento, es incluso aislamiento de la propia familia, donde más vergüenza le produce demostrar sus sentimientos a la víctima es dentro del entorno familiar. Ellos se sienten más seguros fuera de su casa, se empatizan más con sus iguales», concluyen.
PACO GARCÍA
FOTO: La aparición de nuevas tecnologías hace complicado identificar un caso de acoso escolar Foto: EP
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