«A golpes contra los médicos» por Juan de Dios Villanueva Roa
Golpear, insultar, vilipendiar a un profesional que está trabajando para nosotros o para los nuestros es fácil, cómodo y no trae consecuencias, aunque la ley diga lo contrario.
Además, llena titulares y vacía el alma de una sociedad que parece tenerla ya amortizada. Es seguir el ejemplo de lo que los nefastos políticos hacen habitualmente en la que fingen que es su labor y por lo que se supone que cobran –en dinero–. Vergüenza propia y ajena por todos aquellos vándalos que han optado por la violencia física y verbal en estos espacios que se presume nos protegen. Ahora ya no es así.
Cualquiera puede decir hijo de puta o ladrón o lo que le venga a la media neurona que le permite hacer sus necesidades. No pasa nada, incluso habrá quien lo jadee, aplauda e imite.
El hecho de que la semana pasada agredieran a médicos en plena calle mientras asistían a enfermos, o en su consulta ejerciendo la labor de velar por la salud de alguien, solo son dos fotos fijas de una actualidad a la que unos pocos, que cada día son más por lo que se ve, están fraguando en función de intereses concretos, egoístas, irracionales y que ya se dieron hace unos pocos años, aunque no con tanta acritud e inconsciencia, y hace muchos años con funestas consecuencias para todos, insisto, para todos.
La clase médica, como los educadores, como cualquier servidor público, deben ser respetados hasta extremos infinitos. Cualquier persona que rompa estos límites debe ser severamente castigada donde más le duela, porque no atenta solo contra esas personas, lo hace contra todos y cada uno de nosotros, pues es contra el sistema que representan estos profesionales y el que nos protege de esta gentuza. Dicho sea.
FOTO: Varias personas con una pancarta que reza ‘Stop Agresiones a Sanitarios’ se manifiestan en un centro de salud.César Ortiz