El 40% de las defunciones que se produjeron en las tres primeras décadas del siglo XX fueron de niños que todavía no habían cumplido los cinco años.

Si exceptuamos los periodos de crisis, epidemia de gripe y guerra civil, la mortalidad infantil desciende a lo largo de todo el siglo XX muy significativamente.

En este descenso se distinguen algunas etapas. Desde principio de siglo hasta la crisis de 1918 existe una relativa estabilidad en la evolución de este indicador, tras la crisis comienza un periodo de fuerte descenso que se mantendrá hasta el inicio de la guerra civil, de manera que entre el 1915 y el 1935, la mortalidad infantil se reducirá en unas 40 defunciones por cada mil nacimientos.

Un segundo periodo en la evolución de la mortalidad infantil se produce tras la guerra civil, caracterizado por una recuperación, más rápida que la que ocurre en los adultos, que coloca la mortalidad infantil, a finales de los cuarenta, en el valor previsto por la tendencia existente de los años previos a la guerra.

Desde los cincuenta, con una mortalidad infantil inferior a 70 defunciones por mil nacimientos, ésta desciende a un ritmo relativamente constante, en torno al 5% anual, de manera que a mediados de los ochenta es ya inferior a 10 defunciones por cada mil nacimientos y a finales de siglo es inferior a 5 defunciones por mil nacimientos. La evolución de la mortalidad de los párvulos es similar a la de los menores de un año.

En el periodo de fuerte descenso, de 1920 a 1925, la mortalidad de los párvulos (de 1 a 4 años) desciende aún más rápidamente de lo que lo está haciendo la mortalidad infantil. Tras el bache de la guerra civil, que es más moderado en estas edades, se comienza una fase de descenso a tasa relativamente constante, hasta estabilizarse a mitad de los años ochenta en valores sobre los 1,5 fallecidos de entre 1 a 4 años por cada 1000 nacimientos de su generación.

Los determinantes de la mortalidad en los menores de un año, que incluye el periodo de lactancia del niño, son cualitativamente diferentes de los de la primera infancia: durante la fase de lactancia los riesgos para su salud son cualitativamente distintos de los producidos una vez superado el destete. En este sentido, el periodo de modernización socioeconómica de los años veinte y treinta redujo más intensamente el riesgo de muerte en la primera infancia que en la lactancia.

El paradójico descenso de la mortalidad en la infancia en los años cuarenta, puede estar en relación con el importante descenso de la fecundidad producido durante la guerra y la posguerra, que redujo apreciablemente el tamaño familiar medio, junto con el hecho de que madres mejor educadas durante los años treinta y con un menor número de hijos a sus cuidados, permitiera este descenso a pesar de la pésima situación económica de los años cuarenta.

En la fotografía mujer atarfeña con cuatro niños pequeños a su alrededor, primeras décadas siglo XX.

Curiosidades elvirenses.

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