24 noviembre 2024

Oferta a la carta, tarifa plana, cambio de película: las salas se vuelcan en seducir al público con nuevas propuestas. El lunes regresa la Fiesta del Cine

En el pueblo, el cine lo era todo. Con las heridas de la guerra todavía abiertas, y ante la ausencia de novedades que proporciona una aldea siciliana de cuatro almas, ver a Charlot en la pantalla grande era la única diversión. De ahí que la sala se llenara cada vez que Alfredo encendía el proyector: nadie quería perderse aquella magia. Sin embargo Cinema Paradiso,el filme que relata esta historia, sufrió un destino opuesto. “Cuando se estrenó, en 1988, no fue a verla nadie”, contaba hace años el director, Giuseppe Tornatore, a este diario. Hubo un solo cine, en Messina, donde arrasaba. El cineasta no daba crédito, así que acudió a la sala a investigar: resulta que la proyección era gratuita. El público podía pagar al final, si le había gustado.

Quizás ninguna sala española haya llegado a este extremo. Pero se han disparado las iniciativas creativas para atar al público a la butaca. La crisis avanzaba, los precios subían y los cines se vaciaban. Así que la industria empezó a buscar salidas. De esa tormenta de ideas salió sobre todo la Fiesta del Cine, que desde el próximo lunes vuelve a poner los precios a 2,90 euros durante tres días. Pero la galería de propuestas es mucho más amplia y fantasiosa.

De hecho, hasta se han acuñado nuevos conceptos. “Cinecracia” es lo que reivindica la web Youfeelm. Es decir, cine a la carta: se abre la convocatoria online para ver una cierta película en una sala. Si se llena el cupo mínimo de espectadores interesados, hay proyección. Y si no, otra vez será. “Es un modelo que tiene riesgo cero. Solemos aprovechar días de baja ocupación y le garantizamos al cine un cierto número de asistentes”, presume Esperanza Moreno, cofundadora de Youfeelm.

Adiós y regreso a las salas

En 2001, las salas de cine en España recibieron 146 millones de espectadores, según datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Tres años después la cifra se mantenía casi estable: 143 millones de asistentes.

A partir de ahí, sin embargo, la asistencia a las salas empezó a bajar, constantemente, de año en año, salvo un repunte en 2009: el fondo se tocó en 2013, con unos 78 millones de espectadores.

En 2014, el cine por fin empezó a remontar: acudieron a las salas unos 88 millones de asistentes.

El año pasado confirmó la mejora, con 94 millones de espectadores, según FAPAE.

Su catálogo cuenta con unos 200 filmes, de El padrino a cine indie. Y cualquiera (un usuario, una distribuidora, un productor…) puede proponer una proyección: desde su lanzamiento, en junio de 2015, suman unas 50. A veces, se añaden coloquios con el equipo de la película o aperitivos. Un modelo que también ofrece otra web parecida, Screen.ly.

El público escoge

Así, por un precio medio de 4,5 euros, el público acude a ver justo la película que escogió. Y desaparece una queja habitual en quienes aprovechan la piratería: “No voy a pagar por un filme que no sé si me gustará”. Incluso así, de todos modos, habría soluciones más convenientes que marcharse indignado de la sala. El espectador de los cines FULL de Cornellà de Llobregat, por ejemplo, puede sentarse y encender el cronómetro: si a los 30 minutos el filme no le gusta y sale, tiene derecho a otra entrada. Eso sí, no es tan fácil: hay que buscar al director de los cines y enseñarle la tarjeta de cliente de habitual.

Aunque lo cierto es que la tarjeta fidelidad es ya la prehistoria de estas iniciativas. Cualquier sala la tiene, así como su propio día del espectador y sus rebajas. Y hace años que FACUA, asociación que protege a los consumidores, reivindica también una tarifa plana mensual, algo que unos pocos cines ya han experimentado.

Muchas más son las salas que ofrecen proyecciones de óperas, ballets, conciertos y hasta exposiciones. Los precios pueden llegar a 18 euros por entrada, pero desde el departamento de marketing de los cines Verdi y Conde Duque juran que la afluencia media es de entre 100 y 150 espectadores. Otro indicio de que la idea funciona es que cada vez más cines están invitando a los otros artes a entrar, con la esperanza de que lleven consigo nuevos públicos.

Menos claro está el éxito en España de las preventas online para los taquillazos. Aunque ya son una realidad: aquel que se muriera por asistir al regreso de Star Wars el primer día podía adquirir su entrada semanas antes. Y lo mismo sucede con cualquier superproducción. En octubre Cinesa añadió otra ocurrencia para los estrenos más esperados: los bautizó como Premium, y con Regresión, de Amenábar, empezó a cobrar un euro más en los primeros días del filme en las salas, una iniciativa criticada en la Red. La cadena contestó que la idea servía para poder ofrecer otros descuentos y promociones.

Sea como fuere, el problema es más bien llenar las butacas en días y horarios de escasa afluencia. De ahí que los citados cines Verdi y Conde Duque abran sus salas por las mañanas a los colegios. Cualquier profesor puede pedir la proyección de un filme de su cartelera o del catálogo de A Contracorriente, dueña de estas salas, a precio reducido. “Ya recibimos a dos o tres clases cada semana tanto en Madrid como en Barcelona”, relatan desde el departamento de marketing. Tal vez algún niño sueñe como el pequeño Totó en Cinema Paradiso. Aunque ya estaba el sabio Alfredo para despertarle:  «La vida no es como la viste en el cine. Es mucho más difícil».

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/05/05/actualidad/1462455169_690739.html