Hasta que el móvil nos separe
Decía Emerson que todo hombre es sincero a solas; pero que en cuanto aparece una segunda persona, empieza la hipocresía.
Pues con un segundo móvil, ni te cuento, que diría Emerson.
Y si no, repasemos los datos: en España, casi el 70% de la población estaría dispuesta a dejar que su pareja viese su teléfono a cambio de ver el suyo. Así somos. Gente de conciencias limpias e historiales todavía más limpios. Cómo si no se explicaría que -oh, sorpresa- sean casualmente los hombres de entre 30 y 44 años los más predispuestos al intercambio de móviles. Ese mismo target que resultó ser el más activo en la web para infieles Ashley Madison en España. Será que son más de ordenador de sobremesa. Quién sabe.
Pero, ¿por qué mentir a un encuestador? ¿De verdad estamos el 67% de los españoles dispuestos a ese intercambio de confianza? ¿No tenemos nada que esconder? ¿O es la sospecha de que el otro sí que oculta algo lo que nos lleva a tan rotunda decisión? ¿Se pueden completar 300 palabras con preguntas retóricas? Lo hemos intentado.
Pero volviendo al tema, si esto es verdad y no hipocresía, que nos lancemos tan a la ligera al trueque es, cuanto menos, sorprendente. Ya no tanto por eso de que ocultemos cosas en nuestro teléfono, que puede ser que no, como por las ganas de saber si el otro esconde algo, que -¡HOLA!- puede ser que sí. Vale que seáis cotillas, pero es totalmente innecesario. Con lo feliz que se vive en la ignorancia…
Además, las relaciones molonas se basan en la confianza mutua; más allá del intercambio de fluidos, no hace falta ningún otro intercambio que refuerce esa confianza. Si el otro esconde algo, que lo esconda. Esas cosas se acaban sabiendo. Ya lo decía Emerson.