27 noviembre 2024

El calentamiento global no afecta a la temperatura del océano Antártico

Un nuevo estudio realizado en EE UU revela que los intensos vientos sacan a la superficie agua que no ha estado expuesta al cambio climático desde miles de metros de profundidad

 Desde la modificación de varios ecosistemas hasta la desaparición de varias islas tragadas por el mar, el cambio climático está alterando las condiciones del planeta más rápido de lo que se preveía. Este fenómeno ha afectado a, prácticamente, toda la Tierra, excepto al polo Sur. Mientras la superficie de hielo del Ártico se ve reducida década tras década, la temperatura del océano Antártico se mantiene a lo largo de los años. Pero, ¿por qué no afecta igual a los dos polos?

Un nuevo estudio realizado por la Universidad de Washington y el Instituto Tecnológico de Massachusetts resuelve el enigma de por qué un polo se mantiene helado, cuando el otro se está derritiendo. Las observaciones muestran que los vientos huracanados procedentes del oeste que azotan la zona Antártica empujan hacia el norte la capa superficial del océano, dejando al descubierto las masas de agua inferiores.

«El océano Antártico es único porque está sacando agua a la superficie desde miles de metros de profundidad», explica Kyle Armour, autor del estudio y profesor asistente de Oceanografía y Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Washington, Seattle. «Es agua realmente antigua y profunda la que está subiendo hacia las capas superiores del océano y no ha tocado la atmósfera desde hace cientos de años», cuenta el investigador. Las corrientes de la Antártida tiran continuamente de las aguas más profundas que no han estado en contacto con el aire desde hace miles de años y que, por tanto, no han estado expuestas a los altos niveles de dióxido de carbono responsables del aumento de las temperaturas.

El viento empuja el agua de capas superiores hacia el norte

Las fuentes de agua del océano Antártico están tan distantes, explica la investigación, y vienen de tales profundidades, que llevaría siglos que el agua que alcanza la superficie hubiese experimentado el calentamiento global moderno. La última vez que estuvo en contacto con el aire fue en la parte norte del océano Atlántico, para después hundirse de nuevo y seguir corrientes marinas hasta resurgir en la Antártida miles de años más tarde. Antiguamente, se creía que el calor causado por los gases de efecto invernadero calentaba el agua menos profunda, que luego se mezclaba con el agua fría de la parte inferior del océano y era esta combinación de masas de agua la que retrasaba el calentamiento de la superficie», resalta Armour.

El científico estadounidense afirma que este proceso también ocurre en otras regiones costeras, como en el oeste de América, Europa y África, pero la profundidad es mucho menor que en el polo Sur, por lo que el agua no consigue mantenerse a la misma temperatura que la del océano Antártico. Lo que hace únicas a las corrientes de la Antártida son los fortísimos vientos de la zona y que ningún otro continente bloquea el flujo de agua, por lo que el viento empuja continuamente el agua de la capa más cálida hacia el Ecuador, alejándola hacia el norte.