CARTA DE UN MIR
Muchas veces no sabemos cuando vamos a urgencias lo que se cuece dentro. Hoy traemos a esta ventana el testimonio de PABLO, que termina sus guardias de hospital.
Hoy terminan mis guardias en urgencias. Todas.Mirando atrás, a parte de todo lo aprendido, solo puedo pensar en que nadie sabe, realmente, lo que ocurre aquí dentro.
¿En qué trabajo del mundo desarrollado (incluso del que no lo está) se emplea a alguien durante 17 horas, o 24 los fines de semana y festivos, Sin descanso?. Y el «sin descanso» es literal.
¿Conoceís algun puesto en el que el trabajador no tenga derecho a comer ni a cenar?. ¿A qué empleo se acude, además de con pereza, con auténtico miedo por la propia integridad física y/o moral?.
Aquí abajo he visto a compañeros extenuados tras 2 o 3 jornadas de trabajo normales seguidas, sin comer y/o cenar por no contar con tiempo para ello. Se les ha insultado, se les ha hecho llorar, se les ha escupido, aporreado sus puertas, amenazado y en alguna ocasión (afortunadamente no presenciada por mí) golpeado.
Enviaís a uno de los colectivos mejor formados que tiene nuestro país a sufrir lo indecible en los sótanos de urgencias para machacarlos asumiendo las miserias del sistema sanitario que quereis, el del «todo, gratis y ya».
No os importa jugar con la vocación de vuestros médicos jóvenes para que, el gigante deforme que es la sanidad pública, siga dando pasos tambaleantes sin ninguna dirección concreta. Mientras siga, aparentemente, en pie nada importa. Pise a quien pise.
Solo me queda destacar el orgullo por mis compañeros. Si ellos no son héroes de verdad, que venga Dios y lo vea.
PABLO MARTÍN CARRASCO