24 noviembre 2024

Esta semana he tenido oportunidad de volver a comprobar en primera persona el daño que hacen los libros de texto y su uso torticero.

Tengo muy claro que cualquier herramienta puede ser apta para ser usada en el ámbito educativo pero, por desgracia, todos los que trabajamos en docencia sabemos -incluso los que usan las mismas- que el uso de determinados materiales o herramientas desprofesionalizan la función docente hasta extremos inimaginables.

Foto : Fuente: http://infovaticana.com/

Pues bien, tal y como iba diciendo, a estas alturas de curso proliferan las quejas acerca de la imposibilidad de acabar los libros de texto en algunos grupos y, cómo no, la necesidad de hacer determinadas cosas el curso que viene porque vienen marcadas en los nuevos libros de texto que algunos departamentos didácticos optan por adquirir. Da la sensación que, no se sabe el motivo exacto, nadie se haya leído ni una mísera línea de la LOMCE.

Una ley que, con todos sus defectos -que son muchos a varios niveles, especialmente en el que hace referencia a la concepción de la Educación- deja bastante abierto, al igual que las leyes anteriores, el marco curricular para que cada docente pueda adaptarse a él. Sí, en ningún momento la LOMCE habla de usar libros de texto o de seguir esos libros publicados por las editoriales a rajatabla. No, si el libro de texto pone que has de hacer unas prácticas de laboratorio, de Scratch o de robótica, no implica que dichas prácticas sean de obligado cumplimiento. Que uno puede hacer lo que le dé la gana en el aula mientras siga el currículum. Un currículum fácilmente vadeable y elástico. Más elástico, por lo visto, de lo que le gustaría a algunos demasiado preocupados por seguir a rajatabla doctrinas divinizadas de valor educativo cuestionable.

No puedo. Me causa gran tristeza oír la frase tan manida de “es que lo dice el libro de texto” vertida por parte de excelentes profesionales.

No, no me satisface observar como, en ocasiones, se toman unos determinados manuales como doctrinas pedagógicas. Si ya no me gusta el intento de imposición de estrategias educativas más o menos interesantes, ¿cómo puede gustarme un material despersonalizado que marca los ritmos de trabajo de demasiados docentes? Y no, no es una demonización del material. Es la realidad que subyace tras su uso porque decir que el libro de texto es sólo un apoyo más en el aula es pervertir la realidad de lo que está sucediendo. Por cierto, sustitúyase libro de texto por fotocopias amarillentas que uno reparte cada curso porque lo elaboró el primer año que empezó a dar clase y, el resultado es exactamente el mismo.

Lo siento. Siento volver a hablar de los libros de texto pero es que es un tema que me supera. Sí, tengo muy claro que el tiempo del docente es limitado y que, no podemos ni debemos estar las veinticuatro horas del día dedicados a cuerpo y mente entera a nuestro trabajo pero, por favor… leamos un poco el currículum de nuestra materia y planteémonos que más allá del libro de texto hay vida. Hay materiales compartidos por la red fantásticos. Hay, incluso, gran cantidad de experiencias prácticas que se están realizando en algunas aulas que también pueden verse desde cualquier equipo conectado a internet y adaptarlas para nuestra aula. Que lo de mejorar la praxis docente tiene muy poco que ver con los libros de texto. E iré un poco más lejos, tiene muy poco que ver con necesidades personales del docente y mucho con las de nuestros alumnos.

Docente desconcertado que intenta encontrar su lugar en un mundo que no entiende. O que prefiere no entender.