La floración tardía alarga hasta junio el pesar de 47.000 alérgicos

La temporada crítica empezó en febrero con el ciprés y continúa cinco meses después con el olivo en niveles extremo

A estas alturas de la película, bien entrados en junio y con el verano a la vuelta de la esquina, la alergia debería ser ya un recuerdo, más o menos desagradable, de dos o tres semanas de molestias, mocos y estornudos. Pero no. La floración viene este año con dos semanas de retraso y, según las previsiones que hacen los expertos, las concentraciones polínicas de gramíneas siguen hoy día en niveles altos en gramíneas y extremos en olivo. En este último caso, por ejemplo, las últimas mediciones apuntaban a más de 2.000 granos por metro cúbico de aire, cuando las personas sensibles a este alérgeno suelen reaccionar a partir de los 400 granos. ¿Qué pasa? Pues que más allá del polen que se vincula a cultivos como el olivar, también dentro del casco urbano de la capital hay tres especies arbóreas con gran potencial alergénico que desde febrero mantienen en jaque a los 47.000 granadinos -aproximadamente el veinte por ciento de la población- que sufren este mal con mayor o menor virulencia. Primero fue el ciprés, después el chopo y después el resto. Cinco meses. Demasiado tiempo y demasiado castigo para los cuerpos.

Hagamos un pequeño recorrido por esos puntos críticos para este colectivo dentro de Granada. El ‘cupresus sempervirens’ y el ‘cupresus arizónica’, las dos variedades de cipreses más habituales en Granada, se pueden encontrar por todas partes. Aunque hay concentraciones especialmente relevantes en Fuente Nueva, en el Campo del Príncipe o en el Albaicín. Se han plantado tantos por estos lares que Granada es uno de los municipios dentro de España donde se registra una mayor incidencia a este alérgeno. Y el principal motivo de esta expansión es ornamental. Donde antes se levantaban tapias para delimitar casas, ahora se coloca este árbol. El ‘plantago’ (plátano de sombra) también está muy extendido en Granada. Además, en enclaves preferentes y muy transitados como el eje que forma el paseo de la Virgen de las Angustias y el Salón. Los hay con más de cien años y se sembraron en su día porque, además de que el clima de Granada favorece su desarrollo vegetativo, sus densas copas propician mucha sombra. Respecto a los álamos, son menos frecuentes en las calles -sí hay algunos en el parque García Lorca, por ejemplo-, pero sí hay grandes extensiones en toda la Vega de Granada. Unas cinco mil hectáreas.

‘Normalidad’ en urgencias

A pesar de que ha habido días realmente complicados, el número de casos atendidos en los servicios de urgencias de atención primaria ha sido similar al de campañas anteriores. En este sentido, según fuentes de Salud, la labor que desarrollan los médicos de familia está siendo muy importante. Igual que los especialistas. El alergólogo Luis Jáimez comenta que, en efecto, la floración se ha retrasado unas dos semanas respecto a los ciclos habituales. Jáimez explica que estamos ante una patología «con un origen genético», aunque sí que concurren una serie de circunstancias que la potencian. Destacan dos. «Una se vincula directamente con el progreso y con una mejora de las condiciones de salubridad propias de los países desarrollados, lo que reduce la estimulación del sistema inmunológico», asegura Jáimez. Otros factores que repercuten de forma negativa son las elevadas tasas de contaminación atmosférica, un problema especialmente preocupante en Granada. Hay otros que se relacionan más con el sentido común, como una mayor exposición, más o menos evitable, a las sustancias que pueden desencadenar una reacción alérgica.

Jorge Pastor | granada
@JorgePastorS

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