10 diciembre 2024
  • Los colegios multiplican sus estrategias, pero subrayan la importancia de las familias y la sociedad. Existen planes específicos en los centros de la provincia y desde edades tempranas. A pesar de los avances, los especialistas defienden que «queda un largo camino por recorrer»

Hay niños que en sus escuelas aprenden a hacer una cama o a cocinar. Y niñas que se desenvuelven colgando cuadros, o instalando bombillas. Pero también hay otros a los que hay que decirles cómo se maneja una escoba porque ven que en sus casas eso es «cosa de las madres» aunque realmente sea cosa de ‘iguales’. Es decir, de todos. Ahí están las dos caras de la moneda en el reto de la igualdad, una realidad tan deseable como compleja que además ha de implicar a los niños en sus primeros años de vida. «Todo lo que no sea hacerlo desde el principio es poner parches». Lo dice con la seguridad de la que trabaja sobre el terreno Rosa del Mar Rodríguez, coordinadora del Instituto Andaluz de la Mujer en Málaga (IAM), cuyo organismo trabaja codo con codo desde hace años con la delegación de Educación de la Junta de Andalucía para que la igualdad sea algo más que una cuestión puramente lingüística de alumnos-y-alumnas. Ambos impulsan desde hace años el Plan de Igualdad de Género en Educación, que recientemente puso en marcha una segunda fase en todos los centros educativos de la provincia y que poco a poco ha ido dando sus frutos.

A pesar de que aún queda «un largo camino por recorrer», añade la delegada para la Igualdad y la Acción Social de la UMA, Isabel Jiménez, el impulso de este tipo de iniciativas desde todos los niveles educativos (incluido el universitario) proporcionarán a los estudiantes las «herramientas necesarias para tener un criterio propio basado en un concepto de igualdad real». Sólo así –insisten ambas–, no se verá como algo «normal» que referentes sociales como la estrella del tenis Novak Djokovic se descuelguen considerando que es normal «que las tenistas ganen menos que nosotros» ni que se alimenten los estereotipos de ciertos programas de televisión que arrasan entre los jóvenes. Todos los invitados a este debate de SUR en torno a la igualdad coinciden en el mismo ejemplo: ‘Mujeres, hombres y viceversa’, que desanda a pasos agigantados la marcha que otros quieren dar en la dirección contraria. «Ese tipo de ‘feedback’ que reciben de otros medios contradice nuestra labor. Estamos haciendo un trabajo que se destruye por otro lado», se queja Juanjo Bonor, profesor del colegio de Las Esclavas y coordinador del 2º ciclo de Primaria.

Por su amplia experiencia sabe que, en general, los niños no perciben esas «diferencias» en los primeros años, pero que después la brecha se agranda. En líneas generales, el escenario es el siguiente: «En la etapa de Infantil y en los primeros años de Primaria están socializados en la igualdad porque son más inocentes, sin embargo con la llegada de la preadolescencia y el paso a Secundaria la cosa cambia. Por eso hay que trabajar desde el principio». Sus compañeras de debate coinciden con él. Y Jiménez, que es además profesora de Historia de la Ciencia en la Facultad de Medicina, añade: «Cuando las chicas llegan a la universidad lo hacen con la falsa sensación de estar en una burbuja, al fin y al cabo ya han accedido a los estudios universitarios, aunque la realidad es muy distinta cuando dan el salto a la vida laboral y en una entrevista de trabajo les pregunta, por ejemplo, si tienen hijos». Ahí es donde está el problema.

Por eso, antes ha sido necesario hacer un «importante trabajo de campo no sólo desde la escuela, sino también desde el ejemplo de las familias y desde la sociedad en su conjunto». Es lo que el filósofo y pedagogo José Antonio Marina define como ‘la tribu’ necesaria para educar a los niños. En eso están precisamente maestras como Esther Gallardo, jefa de estudios en el CEIP Rosa de Gálvez, un centro de Infantil y Primaria relativamente joven y que ha concentrado parte de sus esfuerzos en la «promoción de valores en el ámbito de la convivencia y la igualdad». «Tenemos muchas actividades en esta línea, y con ellas queremos promover la reflexión de los alumnos», explica Gallardo, acostumbrada también a que en algunos de los talleres participen los propios padres.

Asume la docente que «a veces le das una escoba a un niño y no sabe barrer, pero si se la das a una niña sí sabe cómo hacerlo», por eso el trabajo se desarrolla en varios frentes, y no sólo en el práctico. En este punto del debate, los maestros hacen constar las diferencias no sólo entre chicos y chicas, sino también entre las experiencias de unos y otros en función del nivel socioeducativo que se atribuye al colegio: «En el colegio de Esther los niños dicen que la escoba es cosa de las madres; en el mío, que eso lo hacen las asistentas», admite Bonor como portavoz de Las Esclavas, uno de los centros concertados de Málaga Este con más demanda entre los padres y que también lleva implícita la promoción de la igualdad entre sus líneas pedagógicas.

Las cifras de la desigualdad

Sea como fuere, el hecho es que todos insisten en la necesidad de trabajar la igualdad desde una perspectiva «más amplia», por eso cada vez más centros tratan de promocionar la figura y la importancia de la mujer con visitas de protagonistas de peso: hace unas semanas, en el Rosa de Gálvez recibieron a la deportista Carmen Herrera, que con su ejemplo ponen el contrapeso al hecho de que, aún hoy, el reflejo de la aportación de las mujeres en los libros de texto escolares apenas llega al 8%.

Esta realidad desigual se construye con otras muchas cifras que dan que pensar a la hora de abordar el concepto de igualdad desde otras aristas igual de afiladas: la conciliación, la violencia de género o los estereotipos sociales también se cuelan en el debate. El caso de la violencia de género es el más extremo, pero en demasiadas ocasiones está detrás de la realidad «errónea» que tienen las chicas sobre el amor romántico. «Esos mitos hacen un daño tremendo, sobre todo cuando ellas se ven como princesas que necesitan ser salvadas por sus príncipes», sostiene la coordinadora del IAM incorporando a la discusión el problema de la publicidad y las nuevas tecnologías. «Determinados modelos hacen mucho daño en niños y en jóvenes», añade la subdelegada de Igualdad de la UMA y profesora de Derecho Eclesiástico del Estado, Ángeles Liñán, que trabaja mano a mano con Isabel Jiménez y que constata estos errores de percepción también entre las universitarias. Ambas insisten en el papel «fundamental» que juega la institución académica como receptora del ‘testigo’ de la escuela y como «generadora de un conocimiento» que juegue a favor de la igualdad en varios frentes, desde el legislativo al sanitario o al pedagógico, entre otros muchos.

En esta estrategia colectiva, los especialistas insisten en la necesidad de promover una «reflexión profunda». Sólo así, observa Jiménez, «podremos luchar contra la involución social y con la falsa idea de que la felicidad inmediata está en cumplir con lo que dicta tu rol». Porque a pesar de las nuevas tecnologías, el cambio en los modelos sociales y familiares o el impacto de los medios de comunicación de masas, hay una cosa clara que pone sobre la mesa Bonor a modo de cierre: «Los niños de hoy en día son los mismos que hace veinte años. Tienen las mismas necesidades y las mismas crisis. Lo importante es que les proporcionemos las herramientas para desenvolverse». Así construirán un criterio propio y compatible con la igualdad con el que todos coinciden: «Puede que tardemos, pero lo conseguiremos». Entre todos. Y todas.

http://www.diariosur.es/malaga/201605/09/como-educa-igualdad-20160508233047.html