Una empresa controla la información de todos y cada uno de los ciudadanos de EEUU

El sector privado ya cuenta con información similiar a la de la CIA

Una compañía estadounidense llamada IDI acaba de crear el que podría ser el fichero de datos personales más grande del planeta: una gigantesca base de datos en la que basta con introducir el nombre de una persona, para que el sistema devuelva un dossier completo que incluye todo tipo de informaciones, desde el número de matrícula de su coche hasta el gasto mensual en verduras.

Husmeando en bases de información públicas durante años, y comprando datos de forma legal a las compañías que se dedican a rastrear el comportamiento de los consumidores -especialmente la proveniente del uso de tarjetas de crédito y de aplicaciones para teléfono móvil-, esta pequeña empresa de Boca Ratón ha construido un mastodonte en el que apenas queda espacio para la privacidad de cada estadounidense.

Presumiendo del alcance y de la calidad de sus datos, la compañía asegura que, a diferencia de otras bases, la suya no se alimenta sólo de transacciones (compras, solicitudes de crédito…), sino que es capaz de identificar incluso a los ciudadanos que no aparecen en los registros financieros o comerciales: «Tenemos datos de ese joven de 21 años que vive con mamá y papá».

La lista de datos básicos de cada ciudadanos (es importante recalcar que la compañía no investiga ad hoc, sino que ya dispone de esas fichas) incluye los siguientes datos: nombres y apellidos, todas las direcciones postales conocidas durante la vida del sujeto, todos los teléfonos móviles, todas las direcciones de correo, todas las propiedades compradas o vendidas, todas las hipotecas relacionadas, los permisos de caza, todos los vehículos y fotos geolocalizadas de esos automóviles registradas de forma automatizada por empresas privadas…

«La nube nunca se olvida. A lo largo de los años se dibujan imágenes imperfectas de nosotros, a partir del rastro que dejamos en los sistemas de compras e internet», explica el jefe de tecnología de la competidora Endpoint Technologies, que añade: «Somos como bichos en ámbar; estamos completamente atrapados en la telaraña tejida con nuestros propios datos».

Eso hace que las compañías privadas tengan a su disposición casi tanta información como las poderosas agencias gubernamentales. Frente a los miedos a que esos datos acaben con la intimidad y la libertad, el sector recuerda que su propósito es anticiparse al siguiente movimiento del consumidor. Como explica el investigador privado Steve Rambam, «puede que no sepas qué haces de forma periódica, pero yo si que lo sé. Sé que es jueves, y que no has pedido comida china desde hace dos semanas, y por eso sé que es lo que vas a cenar hoy…».

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