Podemos decir que estamos de suerte. Y lo estamos, porque presentamos  un nuevo opúsculo que versa sobre la historia de Atarfe, gracias al ayuntamiento y la Fundación Sierra Elvira.

El núcleo central de este libro que tienes en sus manos, se corresponde con unos apuntes sobre la historia de Atarfe escritos por Juan Martínez Ruiz,  un antiguo profesor del Instituto de Bachillerato Illiberis, allá por los años setenta del siglo pasado. No sabemos si este documento formaba parte de algo más extenso que el autor estaba preparando o simplemente se correspondía con el guión de la conferencia que bajo el título “Historia de Atarfe”, impartió en la primavera de 1985 en el marco de la Segunda Semana Cultural atarfeña.

Cuando Pedro Ruiz Cabello me facilitó el texto que él había transcrito, y que le había dejado Marcos tras  habérselo pasado Paco Vaquero, albacea depositario de los apuntes de Juan Martínez, pude leer información que en un principio me era familiar, proveniente de la tradición oral y achacable a la pluma de Don José Osuna Jiménez.

Como ya escribí en la biografía que sobre don José publiqué en el especial de las fiestas de IDEAL de 1992, a éste le sorprendió la muerte sin tener el «libro» que sobre Atarfe había escrito, motivo por el cual se dio por perdido aquel documento. Yo nunca había leído aquellas anotaciones manuscritas de don José, aunque sí había escuchado a varias personas hablar de las mismas y  sobre todo, oí relatar las historias que esos papeles contenían.

Conforme avanzaba en la lectura del documento de Juan Martínez, me daba cuenta que en parte estaba ante aquellas palabras que años atrás había escuchado oír a personas que leyeron el documento de don José. Hay algún dato que recordaba como tal, por ejemplo la construcción de la ermita de Santa Ana por los religiosos de la Orden fundada por San Pablo de la Cruz o el traslado de la escultura del arcángel San Miguel desde la calle de su nombre al nuevo cementerio municipal construido en 1883.

Mi sorpresa, aunque esperada, fue que ambos, don José Osuna y Juan Martínez habían sido amigos y trabajaron estrechamente para descifrar la historia de Atarfe. En varios de los trabajos publicados por este último, hacía alusión y agradecía la colaboración del primero. Luego, ¿podemos estar ante el texto que sobre Atarte escribió don José y desapareció? O nos encontramos ante un escrito diferente.

Eso forma parte de la conjetura. Sea de una forma o de otra, lo que si es cierto es que ambos documentos comparten información y con los apuntes de Juan Martínez se rescata parte de los datos contenidos en la obra de don José. Luego,  ¿no es estar de buena suerte, recuperar treinta años más tarde la esencia de lo que se daba por perdido?

Al texto original escrito por Juan Martínez se le ha añadido la biografía del autor, escrita por un antiguo colaborador suyo, Manuel Espinar Moreno catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Granada.

Para dar a la obra también un valor gráfico hemos añadido 30 fotografías y dibujos de edificios o restos arqueológicos de los que se habla en el texto. Suplementan además el núcleo central de este libro, varios documentos procedentes de hemerotecas o archivos nacionales que corroboran los datos históricos aportados en el texto, así como varias plumillas de Antonio Sánchez (Antoñito el de la tienda de la Esquina).

Sobre la historia de Atarfe se han escrito y publicado abundantes trabajos, entre ellos varios libros y numerosos artículos desde el siglo XIX hasta nuestros días. Sin embrago, creemos que éste que tiene entre sus manos, viene a llenar un vacío y completa lo anteriormente publicado, desde la cercanía y el valor recopilatorio de su estructura.

Por ejemplo sabían:

            Que en escrito de 19 de marzo de 1865, se menciona la concesión de diez mil reales por Su Majestad para construir en Atarfe una casa escuela de niños de ambos sexos.

            Que el general Sebastiani, el 15 de septiembre de 1812 ordenó transformar la iglesia en hospital de sangre.

            Que la  ermita de Santa Ana se construyó junto al antiguo convento de la Orden de San  Pablo, de los llamados pasionistas por ser religiosos de la Orden de la Cruz y Pasión del Señor, fundada por San Pablo de la Cruz para el servicio de los menesterosos.

            Que la plaza y calle de San Felipe debe su nombre a las propiedades de la Orden de San Felipe Neri.

            Que la placeta del Aire, hoy Abastos, se llama así por su orientación al Norte y por el   constante azote del viento.

            O que la Casería de los Teatinos debe su nombre a sus propietarios, clérigos regulares de San Cayetano, dedicados a administrar los últimos consuelos y auxilios espirituales a los condenados a muerte.

            O que  la casa del Catarro, situada a la entrada del pueblo, con una cruz en la fachada, servía de refugio de caminantes. Esta casa posteriormente se le conoció con el nombre de casa de las Marquesas habiendo desaparecido en la actualidad.

En el texto como podréis comprobar hay bastantes datos curiosos sobre nuestro pueblo. Ya solo queda disfrutar de su lectura y regocijarnos con las ilustraciones que acompañan al texto.

Poco a poco, con gran esfuerzo se va compilando y descifrando la información que sobre nuestro ayer se encuentra en restos materiales y bibliográficos. Nos sentimos implicados con el desarrollo de un futuro mejor para las generaciones venideras, y uno de los pasos es rescatar el pasado.

 

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