Es lo mínimo para dar credibilidad al euro
Bruselas nos propone el menor avance indispensable para dotar de suficiente credibilidad al euro, esa moneda vapuleada por la crisis, aunque lograse sobrevivirla. O sea, para que la política fiscal acompañe a la monetaria del BCE, hasta ahora en función de llanero solitario.
Por eso, de entre el muestrario de tipologías disponibles de Tesoro, la Comisión asume al completo la que ha madurado más, el Tesoro bancario, destinado a sajar cualquier retorno del crack bancario.
El documento propone en consecuencia un sólido cortafuegos “fiscal” común para el fondo de resolución bancaria (rescate o liquidación de bancos en crisis) ya en marcha y para el de garantía de depósitos, aún lejano. Fiscal, con dinero público; pero neutro, a devolver por el sistema bancario en caso de que se utilice.
El complemento de eurobono light o seudoeurobono (soveregin bond-backed security) tiene también la función de arropar a la banca con un activo seguro para sus balances: empaqueta bonos nacionales, en una suerte de CDO’s. No mutualizaría las deudas de cada socio (nadie respondería por su eventual ruina), pero sí su aroma, vía marketing.
En cambio, el más deseado y difícil Tesoro presupuestario se deja para después de 2025. Podría financiarse por distintas vías, también con eurobonos, gracias a su “capacidad para endeudarse”.
Tendría una función sobre todo estabilizadora: en casos de crisis, para completar la inversión pública necesaria pero imposible de afrontar por un socio, o para completar su seguro de paro. Y al estar “abierto a todos” podrían acogerse a él tanto los pobres como los ricos, los sureños o norteños que lo necesitasen: no habría transferencias fiscales permanentes”, eso que quita el sueño a Berlín.
Sería un Tesoro-Tesoro, emitiendo eurobonos a conveniencia, con su ministro europeo de Hacienda al frente, doblado de jefe del Eurogrupo. Pero este desiderátum se plantea a muy largo plazo.
En el papel que este miércoles oficializará la Comisión están casi todas las ideas afloradas en los últimos años. El énfasis en la más factible y el carácter genérico de las más potentes (y polémicas y necesarias) denota el pragmatismo de los redactores.
Salvo cuando rechaza, con acierto radical, la propuesta alemana de desproteger del carácter de activo seguro a los bonos nacionales de los Estados miembros, en los balances de la banca, porque “afectaría a la propia estabilidad del euro”. Es el callo que mejor pisa.
Con todo, lanza también un mensaje global: no podemos quedarnos quieto