22 noviembre 2024

Mohammad, premiado por sus notas de Primaria, huyó en 2015 de Damasco con su padre, quien trabaja en un ‘shawarma’ del Realejo aunque es doctor en Historia MedievalEl padre de Mohammad Zahran es doctor en Historia Medieval y Arqueología, pero trabaja en un ‘shawarma’ de la Plaza de Fortuny, en el barrio granadino del Realejo. Mohammad, de 11 años, sus padres y sus tres hermanos viven al final de una estrecha escalera de cuatro pisos sin ascensor en una calle secundaria del barrio del Zaidín. Por la ventana del salón, donde se reparten un gran sofá, una televisión y una mesa, sin más adornos, se ve afortunadamente la amplitud de Sierra Nevada al fondo.

El pequeño abre la puerta de casa y sonríe nervioso. Y empieza a explicar que hace dos años llegó a Granada desde Damasco, la capital de Siria, sin hablar ni una sola palabra de español, y que le acaban de conceder un premio por ser uno de los 10 mejores alumnos de Primaria de la capital. «Tengo todo sobresaliente y dos notables en Naturales y Sociales», se disculpa. La candidatura de su galardón la presentaron los profesores de su escuela, el CEIP Vicente Alexandre, donde también estudia su hermana pequeña, de seis años.

«Echo de menos mi colegio de Damasco, aunque ya entiendo bien a mis amigos de aquí y la televisión» Mohammad, Uno de los 10 mejores alumnos

Mohammad cruza la avenida Dílar con su mochila gigante a la espalda y se dirige a casa de su abuela paterna, que también vive en el barrio como refugiada de guerra junto a dos hijos universitarios. El crío no tiene miedo de andar solo por la calle, porque aquí no caen bombas, los edificios no están convertidos en escombros ni hay sangre derramada en cualquier esquina. «Pero echo de menos mi colegio de Damasco, aunque ya entiendo bien a mis amigos de aquí y la televisión », dice sonriendo y abriendo aún más sus gigantes ojos azules. Parte de su familia aún reside allí y otra en Homs, la urbe más dañada por la guerra de Siria, devastada por las batallas y bombardeos.

El crío juega al fútbol en un equipo de la Chana, es aficionado a la informática, tiene un mejor amigo, Raúl, y no para de darle las gracias a su profesora, Cristina Sánchez, por ayudarle por las tardes dentro del programa de refuerzo escolar. «Quinto me costó mucho trabajo porque no sabía nada de español». El padre aprovecha la ocasión para insistir en que el director del colegio también les ha dado mucho apoyo estos dos años. Rabie Zahran, cuyas publicaciones científicas sobre materiales y técnicas constructivas en la arquitectura andalusí se pueden consultar en Internet, sirve una bandeja de fruta, vasos de agua y unos refrescos sin que la periodista o el fotógrafo se lo hayan pedido.

Reagrupación familiar

La costumbre de agasajar a los visitantes se la trajo de Siria, desde donde huyó con su familia cuando las bombas estallaban en los escalones de su casa. «Yo vine a estudiar el doctorado a Granada en el año 2002 y aunque trabajé un tiempo en la Universidad de Damasco y Homs, nunca dejé la residencia española, así que mi mujer e hijos están aquí gracias a una reagrupación familiar. Fuimos de Damasco a Líbano, allí cogimos el visado y viajamos en avión hasta Madrid».

«Mi sueño es poder encontrar un empleo de algo de lo mío, pero la cosa está difícil» Rabie Zahran, padre de mohammad

Aquello es el pasado y hoy Rabie Zahran -de mirada melancólica- se enorgullece de que sus cuatro hijos sean aplicados y reconoce que los dos mayores tuvieron más dificultades en la ESO por el idioma, «pero este trimestre han mejorado». Rabie no es de esos padres que están en contra de los deberes, aunque también reconoce que a Mohammad no le cuesta demasiado estudiar. «Es muy inteligente gracias a Dios y su profesora, muy buena señora», zanja.

El crío, a su lado, añade que las matemáticas son su asignatura favorita. Y al pensarlo, se da cuenta de que aún no ha soñado en español, sino que todavía lo hace en árabe clásico, su lengua materna. El padre ha querido cederle todo el protagonismo a Mohammad, pero al hablar del futuro reconoce en voz alta que su sueño sería trabajar en algo relacionado con sus estudios superiores: guía turístico, profesor de secundaria… «Mi deseo es hacer algo de lo mío. Estoy en proceso de homologar el título y convalidarlo por Arqueología, pero aquí ahora la cosa está difícil. Afortunadamente estamos bien y somos una familia normal que pagamos el alquiler, la luz, el agua y la comida, aunque hayamos dejado allí los recuerdos, nuestra casa, a la gente…», se consuela este experto en fortalezas medievales de la zona de Guadix, el tema en el que centró su tesis doctoral.

http://www.ideal.es/granada/alumno-brillante-vino-20170629000713-nt.html