22 noviembre 2024

Estamos llegando a la Navidad. La Navidad es una época de festividades, felicitaciones, fiestas, alegría, reuniones familiares y diversiones con amigos. Así parece que la Navidad ha de ser una época de felicidad y dicha. Las felicitaciones se reparten por todos lados.

Pero hay otra Navidad, de indigentes durmiendo bajo cartones raídos en una acera o en un portal, otra navidad de tristes corazones. Navidad de hipócritas canciones. Sí, todo parece idílico.

Lamentablemente, hay otra Navidad, la otra cara de la Navidad, esa cara de la soledad, de la tristeza, la del desarraigo, la del dolor y la muerte, la de la angustia y la desesperación, la de la incomprensión y el desamparo, la del abandono y el desprecio.

Esa Navidad en que amigos y conocidos sufren en los hospitales, en casa o en residencias.

No soy muy pro-navideño, puesto que estas fechas hace ya tiempo que se convirtieron en consumo, color y alegrías forzadas. Y si te sales un poco del guión, pues te miran casi como a un okupa.

Sabemos que la felicidad está formada por pequeños momentos que nos alegran la vida y entre momento y momento hay muchos que no lo son tanto.

Podríamos decir, bueno, hay mucha gente que está sufriendo porque les falta lo básico, niños que no tienen la culpa de nada explotados y violados todos sus derechos, otros están inmersos en guerras sin sentido, gente que rodeada de más gente se sienten solos. Pero todo esto, a mí por lo menos no me vale.

Decía Mario Benedetti…”Me gusta la gente justa con su gente y consigo misma, pero que no pierda de vista que somos humanos y nos podemos equivocar”.

Cuando murieron mi padre, mi madre, mi hermana, mis suegros, la Navidad perdió todo ese sentido acumulado, aprendido y mamado. Con el tiempo he ido cambiando, y me da mucha pena, porque tengo la sensación de que no les estoy inculcando a mis hijas, a mis nietos, aún pequeños, esos tres principios en los que se basaba la Navidad, la fe, la alegría y la ilusión. No puedo. No me sale. Y desde hace unos años, la Navidad está siendo más dura… No sé muy bien por qué… o quizá sí.

En fin, que llega otra Navidad, una Navidad más sin vosotros y volveremos a hacer todo lo que hacíamos para que fueran unos días especiales, pero yo por mi parte, noto mucho vuestra ausencia y me enfrento a ella sin ilusión y sin alegría. En cualquier caso, allá voy a pasar otra Navidad con los tuyos, con los míos, con los nuestros, pero sin vosotros, otra Navidad más sin vosotros.

Antonio Luis Gallardo Medina: «Hay otra Navidad»