A mi hijo no lo sientas con esa niña
Esta “anécdota”, por desgracia, se da cada día más en los centros educativos, en los colegios. Padres que no tienen ninguna educación y que tienen hijos que no han conocido nunca límite alguno. Padres que quieren que en clase te comportes de una manera y hagas las cosas como ellos estiman adecuado y que no tienen ningún problema en gritar a un docente delante de sus alumnos, mientras exigen el máximo miramiento para con sus vástagos, a los que jamás han impuesto tarea que no fuera de su agrado.
La semana pasada un compañero se puso de baja por depresión tras un suceso con un alumno, un crío que viene de otro colegio del que fue expulsado. Ese día decidió que iba a hacer lo que le saliera de las narices (una vez más). Se escapó de una clase, se negó a entrar, una vez dentro se levantaba, cogía objetos y los lanzaba a los compañeros y el profesor. Lo sacaron entre varios compañeros del aula, agredió a los que le sujetaban, les llamó putas a ellas e hijos de puta a ellos, cabrones, os voy a matar, ya veréis cuando se entere mi padre… Tiene 7 años.
Dos compañeras se tienen que tomar por las mañanas un ansiolítico para poder afrontar la jornada laboral. Los padres de los niños de un curso del cole (al que dan clase estas docentes) presumen de haberse “cargado”a dos profesores, que causaron también baja por depresión, tras las denuncias ante inspección por haber gritado en clase. Una clase donde jamás reina el silencio y nadie escucha sin mediar un grito o la exigencia de silencio. Un curso del que nadie quiere hacerse cargo año tras años y cuyos padres, en cuanto riñen o castigan a alguno de sus hijos, acuden todos los padres a quejarse a dirección y a presionar al profesor responsable.
Ese es el panorama de la educación en España en demasiados centros, porque ya he pasado por muchos. No se trata de metodología, ni de contenidos, ni de formación de docentes. En España la educación tiene un lastre muy grande: la falta de educación. Los padres están criando seres sin normas, sin límites, sin obligaciones, pero, al mismo tiempo, con todo lo que desean. Tiranos de menos de 10 años que hablan a los adultos con desprecio y soberbia, pues han interiorizado que no son figuras de autoridad a las que hay que respetar y obedecer, sino suministradores de objetos y servicios cuya misión es satisfacer todos sus deseos. Hasta que no arreglemos eso, cosa que los docentes no podemos hacer por nosotros mismos, no cambiará el panorama. Y, cada día, va a más.