24 noviembre 2024

 Buenos días. España se mueve en blanco y negro. Llevamos demasiado tiempo en el que todo es o conmigo o contra mí. Y gastamos toda nuestra energía en sentirnos aplaudidos por los habitantes de nuestro patio de vecinos y abucheando a los del patio contrario.
Los matices han desaparecido, se lleven por delante lo que se lleven por delante. Y eso es especialmente grave cuando hablamos de la Justicia.

Hoy comienza el juicio contra los jóvenes acusados de dar una paliza a otros dos jóvenes guardias civiles y a sus parejas en un bar y en la calle durante las fiestas de Alsasua del año 2016. Según la investigación, les pegaron por ser Guardias Civiles. No se puede banalizar esta agresión. ¿Hay alguien que pueda aplaudir esa paliza o disculparla? Sólo fanáticos enfermos de odio podrían disculparlo o aplaudirlo.

Ahora bien, tampoco se puede banalizar el delito de terrorismo. ¿Se puede calificar de terrorismo esa paliza y mantener en prisión preventiva, sin juzgar, a tres de sus presuntos autores durante más de 500 días? Poder se puede, porque está ocurriendo ahora mismo en España, pero el sentido común, la experiencia sobre qué es terrorismo y la opinión cualificada de muchos juristas… nos dicen que se trata de una enorme desproporción.

Acabamos de comprobar cómo un juez tumbaba la calificación de terrorismo para los sabotajes de quienes en nombre de la república catalana le complican la vida todos los días a los catalanes.

Habría que pedir respeto por nuestra historia reciente. Por desgracia, en España sabemos muy bien lo que es terrorismo, tenemos el tristísimo honor de saberlo mejor que muchos países de nuestro entorno. Y sabemos que se le derrotó desde el Estado de Derecho.

Tenemos un Código Penal que tipifica muchos delitos aplicables con toda seguridad a cada hecho violento que ocurra, como el ocurrido en Alsasua. El uso al límite de ese Código Penal, interpretarlo siempre de la forma más severa y radical, como ocurre en este caso, puede terminar por crear más problemas de los que resuelve.

Pepa Bueno