22 noviembre 2024

¿No será que el cacareado argumento «Es que no encontramos mujeres…» es tan falso y perverso como las propias estructuras patriarcales?

Poco más puedo decir que no se haya dicho ya sobre el nuevo Consejo de Ministras, con permiso de la Real Academia Española y de mi maestro y paisano Darío Villanueva, a quien no envidio el trabajo que le espera con el lenguaje inclusivo y la modernización de una institución transversal en los cambios sociales. Confío en él y quedo a la espera.

Pese a lo políticamente incorrecto de que una periodista felicite con entusiasmo a un presidente del Gobierno, hoy quiero plasmar sin matices en mi agradecimiento a Pedro Sánchez por, simplemente, hacer justicia con las mujeres de este país enviando un mensaje contundente: en un Gobierno de acreditada solvencia e indiscutible valía, más allá de lo que el futuro les depare, las mujeres constituyen una mayoría absoluta y ocupan once de 17 ministerios. Pero díganos, presidente, ¿le ha costado mucho encontrar a mujeres de la solvencia de Calviño, la trayectoria de Calvo, la credibilidad de Ribera, la valentía de Montón, la fuerza de Valerio o la tenacidad de Batet, entre otras cualidades de ellas y las demás? ¿No será que el cacareado argumento «Es que no encontramos mujeres…» es tan falso y perverso como las propias estructuras patriarcales? Bien.

Presidente, ¿le ha costado mucho encontrar a mujeres de la solvencia de Calviño, la trayectoria de Calvo, la credibilidad de Ribera, la valentía de Montón, la fuerza de Valerio o la tenacidad de Batet?

Hoy, 6 de junio de 2018 ha sido un día muy importante para todas nosotras. Para todas sin excepción, seamos de derechas, izquierdas, centro, medio-centro y cuarto menguante, nos guste o no el Gobierno. Las feministas luchamos por la igualdad de todas y este Ejecutivo es una victoria de las feministas, de la presión social de los últimos años y de la revolución violeta del 8-M. Está por ver cuánto de feminista será, de facto, el Ejecutivo, y sin olvidar a la portavoz(a) del PSOE en el Congreso de los Diputados, que es otra mujer, Adriana Lastra, feminista convencida y peleona, me consta. Está por ver, digo; todo está por ver, pero la primera puerta, el portón de la Historia se ha abierto hoy. Pedro Sánchez ha captado el mensaje de cambio y eso ya es muy positivo.

En este oficio es difícil ya que se te escapen las lágrimas: las noticias llegan en tromba a las redacciones y, entre ellas, los crueles asesinatos de Laia o el pequeño Gabriel, tragedias como las de Guatemala, feminicidios, hallazgos de ancianos momificados tras años de olvido, desahucios, violaciones, niños/as desnutridos, bebés maltratados,… hacen callo. Duelen y pasan, duelen y viene el siguiente, y otro, y otra,… Es, digo y dijo García-Márquez, el oficio más bello del mundo, aunque hiera permanentemente.

Con todo y mis dos décadas de experiencia, hoy he llorado al constatar a mediodía que el Gobierno de Sánchez sería mayoritariamente femenino y feminista. He llorado porque me acuerdo de los 39 feminicidios y asesinatos en 2018 y los 99, en 2017, y los cientos que conocemos y los que no, según los estudios que realiza Feminicidio.net más allá del encorsetado cómputo institucional. El histórico Consejo de Ministras es de las asesinadas a manos de hombres.

Y en mi mente, hoy, también, sin darme tregua, los pequeños cadáveres de bebés y niños/as asesinados junto a sus madres o para matarlas en vida por hombres que dijeron quererlas pero querían poseerlas.

Este Gobierno es de la victoria del sufrimiento y del fin del silencio. De la víctimas de La Manada y leyes injustas y de Juana Rivas, maltratada y sin hijos gracia a jueces sin alma ni decencia

Y en mi corazón, más que ningún día, está la joven víctima de La Manada, y de la ley y legisladores injustos, y de los medios carroñeros; la adolescente violada cuyo sufrimiento se proyecta sobre el de todas las mujeres que hemos padecido violencia sexual, que habremos de ser la totalidad, en mayor o menor grado. La mujer cuya impotencia enfurece a las mujeres violadas que hablan y a las que callan; a las que denuncian y son insultadas, vejadas y cuestionadas o, en el peor de los casos, estigmatizadas. Este Gobierno es de la victoria del sufrimiento y del fin del silencio. De Juana Rivas, maltratada y sin hijos gracia a jueces sin alma ni decencia.

Tengo hoy a mi lado los nombres de las feministas insultadas, amenazadas y violentadas en las redes sociales, entre ellas, muchas periodistas que denuncian desigualdad de oportunidades y profesionales que sacan a la luz salarios infames y rebajados por ser ellas y no ellos. Tantas. ¡Tantas!

Y en el torrente de sentimientos encontrados, me acuerdo de pronto de Carmen Chacón y su arrojo feminista como primera ministra de Defensa, y su abrazo prieto de mujer cuidadora de otros y menos, de ella; me vienen a la cabeza Bibiana Aído y Nuria Varela, construyendo el primer Ministerio de Igualdad y dejándose la salud y el ánimo en la lucha contra la bestia patriarcal; brilla Zaida Cantera y su valentía frente al topoderoso estamento militar; la luchadora aguerrida Irene Montero y las aberraciones que le escupen hombres y mujeres tras emparejarse con el padre de sus mellizos, o los intentos de desprestigiar a la Inés Arrimadas por «su cara bonita», que por ahí también llegan los orcos, pues ninguna mujer está a salvo del machismo ramplante. Ni siquiera Ana Botín, La Niña, para los señoros de su encorbatado Santander.

Pienso sin cesar en las granjas de mujeres para parir bebés como conejos a cambio de dinero para comer, poco o algo más en función del país donde se alquilen sus vientres-vasija

Y cómo no venirme en este día y directa al alma la sordidez de los puticlubs torturando a mujeres víctimas de trata y la lucha de Mabel Lozano contra esa inhumanidad de bárbaros; pienso sin cesar hoy en las granjas de mujeres para parir bebés como conejos a cambio de dinero para vivir, poco o algo más en función del país donde se alquilen sus vientres-vasija.

Y en medio de esta intensidad y alegría cansada, me llega el bálsamo de los referentes vitales. Sobre todo, de lejos, mis paisanas ilustres Emilia Pardo Bazán o Rosalía de Castro (“Sólo cantos de independencia y libertad han balbucido mis labios, aunque alrededor hubiese sentido, desde la cuna ya, el ruido de las cadenas que debían aprisionarme para siempre, porque el patrimonio de la mujer son los grillos de la esclavitud. (…) Cuando los señores de la tierra me amenazan con una mirada, o quieren marcar mi frente con una mancha de oprobio, yo me río como ellos se ríen y hago, en apariencia, mi iniquidad más grande que su iniquidad. En el fondo, no obstante, mi corazón es bueno; pero no acato los mandatos de mis iguales y creo que su hechura es igual a mi hechura, y que su carne es igual a mi carne. Yo soy libre. Nada puede contener la marcha de mis pensamientos, y ellos son la ley que rige mi destino”). Y la carne de mi carne, mi abuela y su hija, mi madre. Los faros de quien se conforma con ser la mitad de valiente que ellas.

La revolución era esto. Y llegamos.

ANA PARDO DE VERA