EL ABRAZO por JUAN ALFREDO BELLÓN
EL ABRAZO por JUAN ALFREDO BELLÓN para EL MIRADOR DE ATARFEdel domingo17-11-2019
Si hay temas icónicos en las pinacotecas que todos tenemos en la reserva de nuestra memoria, uno de ellos es el de esos dos energúmenos celtibéricos que se aporrean ferozmente, descamisados y enfangados, en ese terrible cuadro, racial y goyesco que el genial pintor aragonés nos dejó de su etapa de preocupación ibérica; y otro, el de Las Lanzas, de Velázquez, sobre la Rendición de Breda, cuyo abrazo central del general Spínola, vencedor, y de su oponente del ejército, vencido, de los Paises Bajos, tan fraternal como misericorde, que vale por sí solo un tratado de caballerosidad española quijotesca..
Curiosamente, en nuestra reserva memorística de estampas religiosas, tampoco faltan motivos de afecto fraternal, como los abrazos de Jesús y Juan, primos y niños, y los de María e Isabel, primas, embarazadas y conniventes con Jeovah en su destino inmediato aceptado. ( -Hágase en nosotras según tu palabra.)
Y en nuestra historia reciente, me resucita en la memoria, el desgarro español de Los Fusilamientos del Dos de Mayo goyescos en La Moncloa; la Muerte (sumarísima) de Torrijos y sus compañeros de alzamiento, en una tenue playa nocturna de Andalucía, y la fotografía, de Kapa, del miliciano republicano alzando patéticamente al cielo arma y los brazos, herido de muerte, en una fotografía inolvidable de nuestra Guerra Civil.
Y otro icono imborrable de la etapa contemporánea es el famoso cuadro de Antoni Tapies, titulado El abrazo, donde dos torsos masculinos, con chaqueta y gabardina, en el centro de un grupo callejero, se abrazan calurosamente, en señal de reencuentro y reconciliación.
La imagen bien vale por sí sola un tratado de historia contemporánea lleno de buena intención para el presente y el futuro de nuestra patria, afligida por los desgarros de la zozobra decimonónica, franquista y postfranquista, propias de la etapa constitucional que intentaba superar el cainismo reciente.
Este cuadro de Tapies vale por sí mismo todas las desconfianzas del presente y las esperanzas del futuro que tanto se han exacerbado en los últimos años y digo “tanto” refiriéndome a la sombra de ingobernabilidad que, en paralelo malintencionado con el fracaso de la Segunda República, se ha venido aireando desde la derecha más rancia y troglodita a la que no han faltado más que algunos mártires oportunos para declarar la identidad absoluta con los difíciles años Treinta del siglo pasado y la justificación para exigir el alzamiento militar en armas, ¡incluso contra la Monarquía democrática, bórbónica y postfranquista, que gobierna el periodo actual con algún que otro sobresalto puntual pero jamás, hasta ahora, con tantas zozobras y dificultades como hubo en tiempos del anterior rey también Borbón don Alfonso XIII!
Porque ha sido tomar Pedro Sánchez la iniciativa para resolver la crisis gubernamental y constitucional que atravesamos, y lanzarse todo el mundo contra lo “repentino” y “precipitado” de esa iniciativa del Gobierno en funciones cuya situación era en efecto comprometida pero cuya solución no era para casi nadie la que se eligió, como vienen pregonando desde los medios los portavoces de facto de la derecha constitucionalista, desde el mismo día de la firma, por sorpresa, del pre-acuerdo de pacto de coalición de gobierno entre las fuerzas, constitucionalistas de izquierdas.
Como ha dicho hoy mismo en prensa y radio Iñaki Gabilondo, ha sido conocerse el acuerdo que todos han urgido, y empezar todos también a ponerle pegas e inconvenientes como si lo importante no fuera el acuerdo mismo y sí un montón de aspectos periféricos que ha pasado a plantearse en primer lugar. Falta haría que el propio Júpiter Tonante enviara a semejante caterva de pejigueras y descontentos un culebrón hambriento que los gobernara por la fuerza arrasando su perfeccionismo melindroso y los dejara sucumbir en sus lares patrios ante las asechanzas de los auténticos enemigos