«Algo más que un derecho» por Fuencisla Moreno Rueda
«Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria…” Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Este enunciado y otros parecidos promulgados por la mayoría de los países, casi nunca han guardado relación con la realidad. España hasta bien entrado el siglo XX ha sido buen ejemplo de ello. Al iniciarse el siglo pasado, España se encontraba sumida en una profunda depresión económica en la que apenas tenían importancia las cuestiones de tipo social, entre ellas la Educación: malas infraestructuras, maestros mal pagados y una escasa predisposición a solventar esos problemas .
En 1909 se recoge la obligatoriedad de la 1ª enseñanza entre los niños de 6 a 12 años. El objetivo era acabar con la explotación infantil y con la incultura. Para ello, desde el gobierno central se recaba la ayuda de los alcaldes de todos los pueblos de España, para que cada año envíen una lista con los nombres de todos los niños, que según el Padrón de habitantes, tuviesen edad para ser escolarizados. La no asistencia a clase sería castigado con multas que irían desde los 50 céntimos a 1 peseta.
Atarfe por estas fechas tenía dos escuelas públicas, una para niños y otra para niñas y otras dos privadas, la escuela de niños San José regentada por D. Santiago López Castro y la de niñas por las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl.
En todas ellas el ayuntamiento subvencionaba el pago de los maestros/as aunque no en igual cuantía. El más beneficiado era el
Colegio San José que recibía la cantidad de 700 pesetas anuales, le seguía el Colegio de las Hermanas de la Caridad que estaba dotado con 300 pesetas/anuales y por último las dos escuelas públicas que recibían 250 pesetas/anuales.
Las escuelas privadas se veían asimismo favorecidas por el ayuntamiento, subvencionando la escolarización de los niños que no tenían recursos económicos suficientes como para costearse la instrucción elemental. El 16 de noviembre de 1921, se promulga un Real Decreto por el que se impone como obligatoria la instrucción primaria
en el servicio militar. La Real Orden establecía que se suspenderían los permisos y licencias si pasados 6 meses desde la incorporación a filas, los reclutas no supiesen leer y escribir.
Pese a que las medidas impuestas por el gobierno casi nunca llegaban a hacerse realidad, al menos se empezaba a creer en la necesidad de que la escolarización fuese lo más amplia posible y la preocupación de
los ayuntamientos por este tema era cada vez más importante.
En 1923 se plantea la creación provisional de una escuela mixta con destino en la barriada de Sierra Elvira. Por un total de 763 pesetas se dota de material la referida escuela que, aunque escaso, resultaba suficiente. El mobiliario estaba formado por 8 pupitres bipersonales
y 4 bancos, las paredes decoradas con un crucifijo, un retrato de S.M. el Rey y tres mapas: Granada, España y Europa. Y como material de trabajo doce ejemplares de un método de lectura, papel, lápices, plumas y tinta. En abril de 1923 quedan oficialmente inauguradas.
Aunque la creación de esta escuela en Sierra Elvira era mixta, en la mayoría de los casos hasta bien entrado el siglo se seguían manteniendo la diferenciación entre niños y niñas, siendo los planes de enseñanza diferentes en uno y otros.
La escolarización para las mujeres era un caso apenas contemplando sobretodo en los medios rurales. Emilia Pardo Bazán, en un escrito a favor del feminismo asegura en 1914:
“El estancamiento del feminismo no depende del gobierno sino de
las costumbres encogidas y ñoñas: y aquí donde ninguna mujer
encuentra mal baliar un tango, por ejemplo, encontraría muy mal
ir a las aulas a aprender Lógica y Ética”.
Como dato anecdótico y relacionado con este tema es necesario destacar un escrito remitido al Ayuntamiento en 1926, firmado por 10 mujeres y tres hombres, todos ellos vecinos de Atarfe, en el que exponían su preocupación por el futuro de las mujeres de pueblo a
quienes “la vida obligue a ganarse el sustento” y ofrecían la solución en el aprendizaje de la costura mecánica, lo cual era de fácil acometida puesto que la empresa Singer había dotado al Ayuntamiento del material necesario para este fin.
Las escuelas que nuestros padres conocieron y en las que de una manera u otra todos y todas se formaron, arrancan de la idea expuesta por un concejal D. Manuel Povedano en 1924 el cual presenta ante el Pleno del
Ayuntamiento, una moción que hace hincapié en el gravísimo problema existente en el pueblo referente a la instrucción publica.
“…Incesantemente están los hombres amantes de la cultura llamando a la puerta de la conciencia del pueblo, alarmados por la tardanza en resolver este problema…” “…Hagamos cuanto humanamente podamos por desterrar la ignorancia, base y fundamento de todos los males que nos aquejan, La diaria experiencia nos demuestra clara y terminantemente la verdad
de estos argumentos…” “…No necesitaría hacer mención del estado social de este pueblo emanado de la incultura, para llevar a vuestro ánimo el convencimiento de esta realidad. El vicio se propaga de una manera alarmante y pasiones mal comprendidas nos llevan al camino de la degeneración. Nuestro deber es poner un dique infranqueable a esta cuestión y favorecer el fomento de la instrucción, para lo cual este municipio tiene medios suficientes…”
La llegada de la 2ª República supuso un importante avance en materia educativa. La educación considerada por el gobierno republicano como “escudo contra la reacción” no pasaba por buen momento. Casi el 40 %
de la población era analfabeta y la población infantil en su mayoría estaba sin escolarizar. Son necesarias más escuelas y para facilitar su construcción, los ayuntamientos deben aportar los terrenos y sufragar el 50 % del pago de las obras. A los maestros, se les incrementa el sueldo en un 50 %.
Estas y otras disposiciones generales en materia de educación hicieron posible que el escrito de D. Manuel Povedano, transcurridos ocho años desde su presentación ante el Pleno, empezara a hacerse realidad.
En diciembre de 1932 se presenta la Memoria descriptiva del proyecto “…hay cuatro pabellones que se unen por medio de una galería longitudinal. La sección de niños está separada de la de niñas por un amplio patio que da al Pabellón Central común a ambos grupos y en donde
disponemos de comedor y Salón de Actos con sus servicios correspondientes…”
“…La construcción será de una sola planta lo que permitirá una mayor unión con la naturaleza. Las ventanas serán sustituidas por puertas lo que permitirá que los días buenos se den las clases al aire libre…”.
El 1 de octubre de 1934 se aprueban en Pleno. También en este periodo de tiempo, se desarrollaron otras actividades culturales, unas organizadas por las asociaciones políticas que habían surgido desde la llegada de la República, otras directamente por el propio pueblo: representaciones teatrales, celebración del Carnaval y también de manera frecuente las organizadas por el Ayuntamiento y protagonizadas por la Banda
Municipal de Música “La Lira”.
Más por inercia que por convencimiento, la situación fue cambiando aunque durante mucho tiempo no se habló de cultura ni se abordaron ninguna de las múltiples facetas que giran en torno a ella.
FOTO: Escolares de Atarfe a principios del siglo XX, en el Colegio
Nuestra Señora del Rosario
Yo conocí en Atarfe cinco colegios privados y el grupo escolar de las conocidas como “escuelas del gobierno”. Estas escuelas junto con el llamado Colegio de las Monjas, eran los que contaban con el mayor número de alumnos/as. Los colectivos marginales del pueblo, en un porcentaje bastante alto, seguían sin escolarizar, pero por parte del Ayuntamiento, no se planteaba ni la obligatoriedad ni la necesidad de que la situación cambiase.
Casi todos los colegios compartían idénticos planteamientos, idéntico material e idénticos comentarios. Casi todos nos enseñaban las mismas
cosas, los mismos dogmas y las mismas doctrinas. Los maestros/as de mi época nos enseñaron los limites de España, las raíces cuadradas, las declinaciones latinas y la Historia Sagrada, pero esos conceptos en nuestra vida cotidiana apenas si tenían importancia. La educación y la cultura debían de ser algo más, también podían ser la libertad que no recuerdo que ningún maestro me enseñase, la tolerancia, el respeto y un montón de
cosas más que a buen seguro, tampoco a ellos les habían enseñado a tenerlo.
Las generaciones que nos precedieron, también nosotros/as mismos/as, tuvimos que buscar esos conceptos fuera de las aulas. Cuando para las mujeres la enseñanza debía ser un curso de costura mecánica, cuando en los manuales de literatura faltaban un buen puñado de escritores, cuando en los libros de Historia, los nombres de los héroes nacionales no se correspondían con los que yo oía en mi casa, cuando las clases estaban
divididas entre los que aprendían y los que se quedaban atrás, entre los que iban misa y los que no iban, entre los ricos y los pobres, la calle nos enseñó con algunas lagunas que había otras maneras de hacer cultura.
PUBLICADO EN : ATARFEEN EL PAPEL DEL PERIODICO IDEAL