Acompaño al presente artículo una foto típica de las verbenas que se celebraban en aquellos años durante las fiestas. Corresponde a Paquito Rodríguez con Los Megatones. Al lado de Paquito y a la guitarra eléctrica está mi padre, a su lado y a la trompeta Daniel Porras y detrás de Paquito, Pepe el del Cortijo las Monjas a la batería.

El recuerdo de aquellos años son fotos desvaídas en blanco y negro con la música del No-Do como fondo. No obstante, si uno recuerda las canciones de aquella época reflejan el estado de ánimo de la gente y había ilusión, romanticismo y ganas de vivir. ¿Cómo era la forma de vivir en aquellos años? Entre semana la gente estaba en sus ocupaciones y al término de la jornada laboral, había la costumbre entre los hombres de reunirse en tabernas y bares hasta la hora de la cena, mientras las mujeres permanecían en casa con los hijos. Las tertulias de las mujeres tenían lugar durante la mañana al encontrarse en el mercado, o en las tiendas de comestibles o en las carnicerías preferentemente.

El día especial era el domingo, entonces la gente se vestía para la ocasión. Por las mañanas, para desayunar, se iba a comprar los churros de la Triana en su puesto del Callejón del Aire. También se desayunaba con bollos de aceite o tortas de manteca de los hornos de Bienvenido, Vílchez o Paco de las Prudencias por citar algunos. A mediodía se acudía a misa principal y también era costumbre la misa de la tarde donde cantaba el coro de Trinidad Jimena. Los hombres solían hacer corrillos de tertulias en los bares del Chicote, el Feo, los Tres Amigos, el Casino o el Peña.

El almuerzo de ese día en casa, por aquel entonces en el pueblo no había restaurantes, también era especial, filete de ternera con patatas o arroz o pollo.

Por la tarde la única diversión era pasear por la calle Real o ir al cine. Hubo una época en que coexistieron dos cines, el de Álvaro, no muy cómoda la sala de invierno y la que mejor funcionaba era la de verano. Pero sin duda el mejor acondicionado era el Ideal Cinema o el cine de Benítez, con calefacción, butacas cómodas y la ventaja de que era una sala en pendiente con lo cual no estorbaba la visión el que se sentaba en la butaca delantera. Y la proyección de películas de estreno estaba bastante al día, no extraña que al final cerrara el cine de Álvaro y quedara como único el de Benítez que también disponía de sala de verano. Estos recuerdos de tardes de cine vienen acompañados de la música de fondo del cric-crac de las pipas. Y también recuerdo las obras de arte que eran los carteles que anunciaban las películas y los programas de mano. Y cómo no recordar el furor que producía a nuestros padres las películas de Sara Montiel y la calificación moral que la censura otorgaba a las películas de entonces, un 3 para mayores de 18, 3R mayores de 18 años con reparos, 4 gravemente peligrosa, personas de sólida formación. Las carteleras de películas se exhibían una en la propia puerta del cine, otra se ubicaba en la fachada del Casino junto al bar los Tres Amigos y la tercera en la fachada del Chicote.

Aunque la vida era bastante monótona y rutinaria, se hacía aún más en verano, no sólo por el calor que te obligaba a permanecer más hora en casa y el único aliciente era leer tebeos y poco más. Por la tarde, cuando refrescaba, solías juntarte con los amigos del barrio a jugar o bien en la calle o en las eras. Por las noches después de cenar era costumbre sacar las sillas a la calle y hacer tertulias con los vecinos. Tuve la suerte del vivir enfrente de la taberna, Antonio sacaba el televisor a la calle y veía los programas de televisión que estaban de moda en aquella época. La playa quedaba lejos y era también un lujo al alcance de muy pocos y la piscina de Pepe Baca vino un poco más tarde.

Antes comentaba que la gente solía pasear por la calle Real y ahí se gestaron muchos noviazgos y posteriores matrimonios. El protocolo consistía en acercarse a la muchacha, arrimarse se decía y si te aceptaba cuando transcurría un tiempo prudencial, se solía pedir la entrada al padre y se formalizaba la relación. Quiero hacer una pequeña observación que indica el carácter especial de los atarfeños y que cuesta entender. Cuando se entablaba relación con una muchacha, no bastaba con su aceptación, sino que, si a su familia no le gustaba la familia del muchacho, sin ningún motivo fundamentado le forzaba a abortar dicha relación. Algo en realidad difícil de entender.

Acontecimientos sociales como cumpleaños eran inexistentes y bodas, bautizos y comuniones, eran ceremonias muy sencillas en su celebración y nada comparable con el derroche de hoy día.

En cuanto a actividades sociales y de ocio, mencionar las excursiones y meriendas en las madres del Rao cuando hacía buen tiempo, eran una delicia. Aparte del cine, las discotecas o salas de fiestas, aparecieron un poco más tarde, recuerdo el primer sucedáneo en una sala que había enfrente de la terraza del cine de Benítez. Allí dieron sus primeros pasos profesionales los Sony Black, luego conocidos como Realidad, la formación inicial era Juan de Dios el del Jabón, Vicente Ramión, Pepito Espigares y Pepe el Tropezón. En realidad, era un salón de baile. Después en el mismo local, Alberto Pití montó la primera discoteca que hubo en Atarfe y se llamaba Sanjesmón. Duró un tiempo y después Julio montó enfrente del cine la discoteca la Junquera.

He dejado para el final la celebración de nuestras fiestas patronales, hubo unos años que aparte de las de Santiago y Santa Ana, también se celebraban las festas de septiembre, a principios de mes. Eran fiestas en que se tiraba la casa por la ventana, se estrenaban vestidos y trajes nuevos. En la plaza del Ayuntamiento Pepe Barranco cerraba la plaza con tablones de madera y allí se celebraba la verbena con actuaciones de dos orquestas, una la de Paquito Rodríguez y los Megatones y la orquesta Bahía. Hubo intentos de celebrar otra verbena en la Plaza de la Iglesia, pero duraron un par de años. Donde si llegaron a celebrarse verbenas alternativas, fue en la terraza del cine de Benítez. Allí llegó a actuar el Dúo Dinámico cuando estaban en pleno apogeo. Y qué decir más, aquellas verbenas eran auténticos acontecimientos sociales llenos de alegría colectiva. Se instalaban casetas a lo largo de la calle Real, de tiro, de comida, de tómbola, etc. Se extendían desde la plaza del Chicote hasta la entrada del Paseo de Santa Ana y desde aquí hasta el final del Paseo se ubicaban los columpios y otras atracciones. Por la mañana había desfile de gigante y cabezudos acompañados de una charanga de cornetas y tambores y por las tardes, competiciones de tiro al plato, partidos de fútbol, cucañas, carreras de sacos, carreras de bicicletas para ensartar cintas sujetas en un travesaño y corridas de toros. Recuerdo como en las eras se improvisaba una plaza de toros con carros colocados en forma circular y se celebraba una novillada. Otros años y de forma más seria y profesional, se montó una plaza de toros portátil que se ubicó donde estaba o está la casa de las Marquesas y enfrente del Centro Cultural. Por entonces aquella zona era campo al lado de una acequia. Allí torearon figuras punteras del toreo de aquella época. Las fiestas acababan con fuegos artificiales y traca final.

NACIMIENTO

Atardecer de primavera,

rumores en la alameda.

Sobre la tierra húmeda y fresca,

el viento peina la cabellera de la hierba.

Murmullo de silencio entre las hojas de las choperas.

La tenue luz del ocaso, se filtra callada,

como ansioso amante por el lecho de la Vega.

Sus pálidos rayos como finos hilos de plata,

a pozas y riachuelos, amansan, aquietan y blanquean.

El ocaso, con sus tonos rojos, naranjas, amarillos y violeta

dibujan un cuadro de la Vega de singular belleza.

Poco a poco, la noche extiende su manto

azul de estrellas sobre la Vega, la luna es

un lago sobre el que tanta belleza y emoción se reflejan.

La bruma que se asoma por un rincón de la Vega,

trae en su manto blanco envuelta,

la figura de un niño que llora ante tanta belleza.

Desde esa primera hora y hasta la última hora eterna,

ese niño y la madre naturaleza,

para siempre comunión eterna.

Ese niño y esa Vega,

Para siempre simbiosis perfecta.

F.L Rajoy Varela

Palma Abril 2020

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