Los que tuvisteis la ocasión de conocerle sabéis que era de esas personas que se les llama «buena gente», contagiaba optimismo y buen humor, siempre con una sonrisa y una palabra amable.

Dispuesto a ayudar a todo el mundo, con una incansable actividad durante los años en que fue presidente del Club de Jubilados de Atarfe, ya fuera organizando eso viajes del Inserso que tanto les gustaban a sus amigos, o trabajando en los preparativos para montar una cruz en el patio del Club, animando a todos para salir en los carnavales, o en la cabalgata de reyes, una persona jovial y sobre todo llena de paz, de alegría y de amor, el mismo que supo transmitir a su mujer Consuelo y a sus hijos

Él era MI PADRE, y el rastro que ha dejado su existencia ha sido un regalo para todos, supo aprovechar bien el tiempo que le fue entregado y lo vivió con plenitud y bondad, te recordaremos con orgullo y seguirás viviendo eternamente en nuestros corazones.

Y parafraseando a Machado, diré….» Y más que un hombre al uso que sabe su doctrina, era en el buen sentido de la palabra bueno. Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar. Descansa en paz Papá.

Por Blas Macias ( hijo)

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