Escuchando esta semana las declaraciones de representantes de Ciudadanos a propósito del recorte de 135 millones a las universidades andaluzas, me ha venido a la cabeza aquella frase de Hoyle (el astrofísico que creía que la vida en nuestro planeta era fruto de los extraterrestres) en la que afirmaba que no veía razonable rechazar datos porque parezcan increíbles.

Y precisamente increíble resulta tratar de justificar que la tercera parte del remanente de las universidades andaluzas (35 millones debe poner la UGR) deba destinarse al Fondo de 700 millones de Emergencia contra el Covid-19 para paliar los efectos económicos en nuestra comunidad mientras se bonifica en un 50% las tasas para las máquinas recreativas y de azar. Lo cual que protegemos el juego, como si Andalucía pudiera progresar basándose en el azar o en la misericordia divina (que cada cual escoja lo que prefiera) y dejamos la educación superior andaluza sin el colchón de ahorros que llevan protegiendo décadas para atender cualquier aprieto grave -y estamos inmersos en uno-, lo que implica, de segundas, bajadas en partidas presupuestarias que en un momento como éste son imprescindibles.

En cifras supone que los estudios superiores, a los que se destina desde la Junta un 3,5% del presupuesto anual, deben aportar un 19,28%, al fondo, si la regla de tres simple no me falla. Imagino que el consejero de Universidades, Rogelio Velasco, catedrático universitario de Teoría Económica, habrá hecho los mismos cálculos, con lo que cuesta entender que un docente especializado como él no valore fijar un criterio de proporcionalidad o no se haya negado a aplicar tal arbitrariedad (nadie quiere quedarse al margen) sabiendo que las universidades resultan un motor socioeconómico fundamental de muchas provincias, con lo que la decisión trasciende lo académico para convertirse en un problema que afectará a la sociedad en su conjunto. La misma sociedad a la que dicen que van a destinar el fondo. El caso granadí es evidente, con una UGR que ejerce como puntal financiero esencial y por la que se han hecho muchísimos sacrificios para situarla como una de las universidades más punteras de España en I+D+i, en interés del estudiantado o en influencia cultural internacional según todos los rankings. Y, naturalmente, la primera andaluza. Ya se entiende que hay que buscar dinero para gestionar la crisis brutal que viene, arrimar el hombro todos, pero crear un conflicto para tapar otro, tiene poca lógica. Por lo menos para los que somos de letras.

Es decir, que desvestir a un santo para vestir a otro no ha sido nunca buena estrategia, pero eso, el consejero de Economía, señor Bravo (el mismo que se llevó la gestión económica del Parque de las Ciencias a Sevilla contra la opinión general), parece que no lo comprende y lo contagia a colegas como Velasco. No es éste un momento de ordeno y mando como acostumbra Bravo, sino de llegar a acuerdos, de tener sensibilidad y conocimiento profundo de cada realidad provincial, porque aquí, o nos salvamos todos o no se salva nadie. Y menos los políticos.

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