Ayer la política sirvió y se demostró que el acuerdo es posible, que el consenso es posible, cuando el objetivo del acuerdo es el bienestar de los ciudadanos, cuando no se piensa a corto plazo y cuando se guardan las encuestas en un cajón

 

Lo que pasó ayer en el Congreso es una muy buena noticia. Nadie se opuso al Ingreso Mínimo Vital. En el caso del PP las críticas previas se convirtieron en un voto afirmativo y en el caso de la ultraderecha de Vox, en una abstención. Nadie habló de «paguita» y si lo pensaron no se atrevieron a votar en consecuencia.

Lo de ayer fue una gran victoria de la izquierda en un escenario de confrontación permanente, porque el Ingreso Mínimo Vital es una de sus históricas reivindicaciones. La derecha y la ultraderecha no tuvieron otra opción que apoyarles, o al menos no oponerse frontalmente.

El Ingreso Mínimo Vital va a suponer el alivio de miles de familias. Para esto sirve la política, para buscar soluciones a los problemas de la gente, como dijo Patxi López: «¿Si no servimos para esto, que hacemos aquí?

Ayer la política sirvió y se demostró que el acuerdo es posible, que el consenso es posible, cuando el objetivo del acuerdo es el bienestar de los ciudadanos, cuando no se piensa a corto plazo y cuando se guardan las encuestas en un cajón.

Todavía no sabemos si el cambio de opinión del PP es un cambio de estrategia, ojalá sea así, en esa oposición frontal a todo lo que salga del Gobierno de coalición o si le ha faltado valor para traducir en voto todo lo que ha venido diciendo sobre esta medida imprescindible. Pero sea por lo que sea, bienvenido a la razón, pero sobre todo, bienvenido a la solidaridad.

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