CARTA PUBLICADA EN IDEAL EL 5 DE JULIO DE NUESTRO VECINO JOSÉ  VAQUERO SÁNCHEZ

Sr. Director de Ideal: durante la pandemia hemos aplaudido y reconocido el trabajo y esfuerzo de muchos sectores de la sociedad. Gracias a su contribución los ciudadanos no hemos echado de menos servicios esenciales. Uno de ellos es el de la información. Por tanto, es de justicia también reconocer la labor de los medios de comunicación, entre ellos Ideal, de los periodistas y los vendedores de prensa por su interés por mantenernos informados. El papel de la buena información es básico en cualquier sociedad democrática, porque ejerce de control del poder establecido. Muchos escándalos se han destapado por este ejercicio. No en vano la primera tentación de cualquier gobierno es fiscalizar o amedrentar a los medios. En las dictaduras, por ejemplo, la información está totalmente controlada por él.

Es ingente la cantidad de información recibida en los días de confinamiento. Parte de ella, falsa. De ahí la importancia de su selección. La información también es formación y debe llevarnos al conocimiento en lugar de a la ignorancia. Pensemos, por ejemplo, en los bulos. Sus creadores saben que existe una tendencia generalizada a aceptar la información acorde con nuestra ideología, aunque sea falsa, y rechazar la discorde, aunque sea verdadera. Y de ello hemos de huir.

Antes de propagarlos por las redes sociales, deberemos comprobar tanto su fuente de procedencia como si cumplen o no con los estándares de calidad. Muchas de estas noticias falsas adulteran la verdad para descalificar al adversario político. Consciente o inconscientemente, estamos admitiendo, sin empacho, algo que nos debería provocar nauseas o vómitos: la perversidad de la idea contenida en la frase del propagandista nazi Goebbels: “Una mentira repetida mil veces se convierte en realidad” o lo que es lo mismo, la negación o manipulación de la realidad puede convertirse en una verdad si hay ciudadanos dispuestos a admitirla. Y les aseguro que los hay. Los periódicos de prestigio se juegan su credibilidad en la lucha contra esta manipulación. Por tanto, los lectores debemos animar y aplaudir a aquellos periodistas que no se casan con nadie y analizan la realidad de forma libre, crítica, rigurosa, independiente y fiable. Ellos, de alguna forma, son los garantes de la democracia.

 

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