23 noviembre 2024

Las protestas por la investidura de Biden se diluyen pero el FBI teme a los lobos solitarios

El fuerte despliegue de seguridad convierte a Washington DC en una capital blindada en vísperas de la toma de posesión del nuevo presidente

Washington DC es un auténtico fuerte. El Capitolio está más fortificado que la embajada estadounidense en Irak y la capital de EE UU tiene esta semana más tropas que todo Afganistán. ¿Quién querría organizar protestas esta semana? Mejor dejarlo para otro día, con más posibilidades de éxito.

Al enemigo hay que cogerlo por sorpresa, como mandan los cánones de guerra. El peligro estos días no vendrá de turbas como las que asaltaron el Día de Reyes el palacio legislativo, sino de lobos solitarios como la mujer fuertemente armada que el sábado fue detenida en un control haciéndose pasar por una miembro del equipo de seguridad de Joe Biden. O el vecino de Virginia detenido con un arsenal en el coche. O el de Nueva York que intentaba organizar una «caravana de patriotas armados». O el joven de 22 años que se paseaba por DC con un arma sin licencia.

Los controles de seguridad establecidos por todo Washington como si fuera el Irak de la guerra funcionan. En sus redes cae más de un loco peligroso, pero el FBI sabe que por mucho que agudice las antenas de inteligencia bastará con que se le pase uno para que la vida del nuevo presidente corra peligro. No se puede bajar la guardia. Hasta los 25.000 efectivos de la Guardia Nacional desplegados en la capital han sido escrutados con lupa, particularmente después de conocerse el número de conexiones militares que había entre los asaltantes al Capitolio.

La compañía ferroviaria Amtrak ha cancelado trenes procedentes del sur de Washington. El ayuntamiento ha cerrado el National Mall y las estaciones de metro cercanas al Capitolio, la Casa Blanca y otros edificios emblemáticos que están en la punta de mira. Las manifestaciones del pasado domingo previstas con meses de antelación por todo el país fueron pintorescas pero anecdóticas. A muchos seguidores de Trump no les gusta que se les identifique con los vándalos del Capitolio. Y a los violentos no les quedan ganas de «caer en una trampa», como les dijo en una carta Stewart Rhodes, el fundador de los Oath Keeper (Los Guardianes del Juramento), una milicia antigubernamental, forjada con militares y policías, que se ha dirigido a sus miembros para avisarles de que, por ahora, «esta parte de la batalla ya ha terminado». La guerra continúa.

Joe Biden no estará a salvo. Su vicepresidenta, Kamala Harris, que este lunes renunció oficialmente a su asiento del Senado por California con la promesa de que «no es un ‘adiós’, sino un ‘hola’», es la primera mujer en ocupar este cargo, pero podría romper el techo de cristal que Hillary Clinton solo logró resquebrajar si le pasa algo a su jefe. Irónicamente, su elección es el mejor seguro de vida de Biden, porque si hay algo que las milicias de ultraderecha detestarían más que a él es convertir a una afroamericana en presidenta.

Este martes por la tarde sonarán las campanas de las iglesias en homenaje a los casi 400.000 muertos por covid-19 en el país

El nuevo mandatario, de 77 años, no dispone de mucho tiempo para ganarse al país. Pronto el juicio de ‘impeachment’ contra Donald Trump en el Senado acaparará la atención mediática y arruinará el mensaje de ‘América Unida’ que ha elegido para su investidura. Esta tarde iluminará el estanque del National Mall y hará sonar las campanas de las iglesias en homenaje a los casi 400.000 muertos por covid que acumula ya el país, un legado mortal que acompañará a su predecesor camino de la base de Andrews. Trump ha ordenado una despedida militar con salva de cañones. Cuando Biden jure el cargo él ya estará volando hacia su mansión de Palm Beach, pero a Biden no le importa el frío de la capital.

Traca de órdenes

En su primer día de gobierno piensa firmar una traca de órdenes ejecutivas con las que deshacer las medidas más ignominiosas de Trump, como el veto a los viajeros musulmanes, la separación familiar en la frontera o la salida de los Acuerdos de París. Antes de que pare la música del primer baile inaugural su equipo mandará al Senado diferentes iniciativas de ley sobre temas tan controvertidos y complejos que suelen requerir años de negociaciones, pero que él quiere completar en sus primeros cien días. Se trata del nuevo paquete de estímulo económico por 1,9 billones de dólares, la reforma migratoria que legalizaría la situación de once millones de indocumentados o la del sistema judicial que condena desproporcionadamente a los afroamericanos.

Con la urgencia del ahora que reclamaba Martin Luther King, cuyo memorial estaba vacío en la conmemoración anual de este lunes por las fuertes medidas de seguridad, Biden sacudirá furiosamente la herencia letal de Trump y renovará el sueño de Obama. Tendrá que empezar por domar al covid-19, su reto más inminente. Para ello contempla un plan masivo de pruebas de diagnóstico con el que reabrir colegios y negocios, acelerar la campaña de vacunación y expandir el acceso sanitario, reclutando a farmacias y científicos. El tiempo apremia, el miedo también. La guerra no ha hecho más que empezar.

Se investiga un intento de vender a Rusia un portátil de Pelosi

La policía federal estadounidense (FBI) ha abierto una investigación sobre la posible intención de una mujer que entró el pasado 6 de enero en el despacho de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, durante el asalto al Capitolio, de vender el ordenador portátil de Pelosi o un disco duro a Rusia. La mujer investigada es Riley Jone Williams, según se desprende de una declaración jurada del caso a la que ha tenido acceso el portal de noticias Politico. «Parece que Williams ha huido», señala el documento. «Según las autoridades locales de Harrisburg (Pensilvania), la madre de Williams ha declarado que hizo una maleta y se marchó de su casa y le dijo a su madre que estaría unas semanas fuera», señala el texto.

Un testigo ha informado a las autoridades de que había visto un vídeo de Williams «cogiendo un ordenador portátil o un disco duro de la oficina de Pelosi». «Dijo que Williams tenía intención de enviarlo a un amigo en Rusia para venderlo al SVR, los servicios secretos rusos para el exterior», recoge el documento. «La transferencia del ordenador a Rusia se hundió por motivos desconocidos y Williams aún tiene el ordenador o lo ha destruido», prosigue. «La cuestión está siendo investigada». Por ahora se ha imputado a Williams por entrada en un edificio restringido y desórdenes públicos por sus acciones en el Capitolio.

MERCEDES GALLEGO

FOTO: Miembros de la Guardia Nacional patrullan las calles de la capital / VÍDEO: Así es la seguridad de Biden / REUTERS

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