24 noviembre 2024

Ni es mejor que el azúcar, ni cura ni ayuda a adelgazar, pero es deliciosa

Cuántas veces se ha usado la miel como sinónimo de dulzura en los versos! Mucho más poético que el azúcar al que cantaba Celia Cruz… Besos de miel, ojos de miel, luna de miel… Incontables veces la nombró Pablo Neruda en sus odas al querer: «Amar es un combate de relámpagos / y dos cuerpos por una sola miel derrotados»… Esta faceta puede que haya ayudado a revestir de un halo místico a la miel, alimento milenario que aparece en las cuevas paleolíticas valencianas de Bicorp y Dues Aigues, donde se encuentran las pinturas rupestres más antiguas del mundo que muestran a hombres recolectando este producto. Fabricada por las laboriosas abejas, son muchos los mitos que la rodean, como sus supuestas propiedades medicinales, incluso adelgazantes… Aunque a la hora de la verdad, la de la nutrición, hay que rebajar las expectativas hasta tocar tierra, sin menosprecio de una certeza absoluta, que está deliciosa.

Beatriz Robles, dietista-nutricionista y autora de ‘Come seguro comiendo de todo’ (ed. Planeta), asegura que, pese a lo extendido de la creencia, la miel «no es mejor que el azúcar. Un gran porcentaje de la miel, entre el 75% y el 85% son azúcares simples que la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica como azúcares libres. De hecho, incluye los azúcares de la miel dentro de los azúcares libres, cuyo consumo hay que limitar idealmente a un máximo de 25 gramos al día». En cuanto a las calorías que aporta, «son prácticamente las mismas: en un sobre de 6 gramos de azúcar tendríamos 24 kilocalorías, y en 6 gramos de miel hay unas 19. Pero hay que tener en cuenta que en una cucharada de postre no consumimos los mismos gramos de miel que de azúcar: son unos 20 gramos de miel, es decir, 63 kilocalorías».

«No podemos hablar de efectos beneficiosos más allá del placer de su consumo, que debería ser ocasional»

En referencia precisamente a la energía que aporta, en 2013, el farmacéutico escocés Mike McInnes, junto a su hijo nutricionista Stuart McInnes, formularon una dieta basada en el consumo de miel y en la creencia de que ésta ayuda a adelgazar: decían que una cucharada diaria de miel tomada a la noche, además de ayudar a conciliar el sueño, provocaría cambios en el metabolismo que conseguirían reducir hasta kilo y medio por semana…

Pero «en temas de alimentación y salud –responde la experta–, si algo suena muy bien, probablemente sea falso. Si además rompe un paradigma establecido, casi podemos desechar directamente esa información. El conocimiento científico no se construye con estudios aislados, sino con la suma de toda la información previa. Por este motivo, aunque nos digan que ‘hay un estudio que dice…’, no podemos quedarnos con ese titular, sino que tenemos que ver la calidad del estudio. En este caso, hay varias cosas que deberían hacernos sospechar: hablan de ‘numerosos estudios’ o un ‘estudio de la Universidad de Dubai’, pero sin enlazarlos a las fuentes en ningún momento. El nutricionista es, además, autor de un libro y su consecuente método para adelgazar con miel, con lo que parece claro el conflicto de interés… En definitiva, información poco fiable y sin el apoyo de un cuerpo de evidencia científica», considera.

Miel ‘sólida’.

– ¿Tiene la miel alguna propiedad medicinal?

– En la UE, las declaraciones de propiedades saludables deben estar evaluadas por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Con la miel se han hecho varias solicitudes para alegar que ‘suaviza la garganta’, ‘ayuda a mantener las defensas naturales’, ‘remineraliza’, ‘contribuye a mantener un sistema digestivo sano’… Ninguna ha sido autorizada porque no se han encontrado evidencias. Cochrane, una entidad de revisión de la evidencia científica de prestigio, ha evaluado si alivia los síntomas de la tos en niños, y dictamina que «probablemente alivia los síntomas de tos en mayor medida que ningún tratamiento, que la difenhidramina y que un placebo, pero puede lograr poco o ningún cambio en comparación con el dextrometorfano. La miel probablemente reduce la duración de la tos en mayor medida que el placebo y el salbutamol. No hubo evidencia sólida a favor o en contra del uso de miel para aliviar la tos de los niños. La mayoría de ellos recibieron tratamiento por una sola noche, lo que constituye una limitación». Por lo tanto, de momento no podemos decir que tenga propiedades beneficiosas, más allá del placer que nos puede producir el comerla.

Vetada a menores de 12 meses

Reconoce Robles que hay mieles con una mayor cantidad de vitaminas o minerales «interesantes», pero insiste en que su aporte en nuestra dieta no es relevante, «ya que debe consumirse en pequeñas cantidades. Para obtener beneficio tendríamos que consumir cantidades elevadísimas de miel y no es posible, es un alimento de consumo ocasional». Recuerda también la prohibición de administrarla a menores de 12 meses (igualmente en infusión):«Si está contaminada con esporas de Clostridium botulinum pueden germinar en su tracto digestivo y producir botulismo: letargia, falta de expresión, inapetencia, reducción de los movimientos…».

–¿Puede causar adicción?

– El tema de la adicción a los alimentos está en debate. El efecto es similar al del azúcar: tiene un sabor muy agradable que mejora la palatabilidad de los alimentos y es poco saciante. Activa nuestro circuito de recompensa, resulta apetitosa… Pero tomada en exceso puede provocar los mismos problemas que la ingesta excesiva de azúcar. No hay dosis ‘adecuada’ porque no es un alimento a recomendar. Si fuese nuestra única fuente de azúcar, deberíamos limitarla como mucho a una cucharada de postre al día.

¿Sólida o líquida? ¿Pura o manipulada?

Mikel Zubeldia es productor de miel y presidente de la Asociación de Apicultores Guipuzcoanos. Explica que la abeja recoge de las flores el polen para alimentar a las crías y también el néctar, que es la miel en realidad pero con un 80% de humedad que luego reducen hasta el 18%. «Es lo que ellas comen en invierno, la almacenan para cuando no hay flores. Y es lo que nosotros cogemos y envasamos directamente, tras reposarla 10 días para separarla de la cera. No hay tratamientos en la miel pura, como sí hacen con las industriales. Por eso es mejor comprarla a productores locales. Y puede ser más sólida, como la de brezo, o menos. Pero todas son líquidas al recogerlas y, pasado un tiempo, cristalizan en mayor o menor medida. Es lo normal, y si no lo hace es que ha sido manipulada, no es miel pura». En su casa toman miel en sustitución del azúcar: «Bastante le echan ya a todo lo que consumimos».

https://www.ideal.es/vivir/consumo/verdades-mentiras-miel-20210212160545-ntrc.html