Siempre me ha llamado la atención Sierra Elvira, su brusquedad desde el valle del Genil, de los quinientos metros del valle fértil del Genil, a la cumbre del Piorno de 1099,  uno de los morrones que determinan ese perfil.

No he podido encontrar una definición clara de que significa morrón, pero en la terminología serrana o de montaña figura en muchos topónimos. Pero no la he encontrado. Pudiera referirse a alturas pero en un lugar me habla de romas y alomadas. Lo cierto es que Sierra Elvira, de mi cincuenta por ciento hematológico, y otras vivencias que nunca se podrán olvidar, incluida la de mi matrimonio, forma parte también de mis neuronas, y afortunadamente estas aún están ahí.

Raster 1ª Edición

Mi padre tuvo una etapa de su vida que pidió excedencia en su trabajo y marchó un tiempo a su pueblo con el fin de ayudar a su hermano Antonio a reflotar la Tahona del abuelo Antonio Muñoz Peña, que ya de por sí estaba en la cuesta abajo por una segura que deficiente gestión. Vivimos en el pueblo, en Pinos Puente, unos meses, mi hermana a la que le llevo cinco años empezó allí a dar sus primeros pasos, por lo que andaría el año 53 del siglo XX. No puedo recordar si el abuelo ya había muerto y si ocupamos su casa durante nuestra estancia, porque mezclo distintas visitas a Pinos. En la de al lado vivía un sombrerero al que admiraba como artesanalmente construía todo tipo de sombreros.

   

Raster actual de Sierra Elvira

Perfil geológico de Sierra Elvira

Las cabras en rebaño eran ordeñadas en la puerta de las casas y la leche no podía ser más fresca, bueno fresca… aún con el calor corporal del animal te la echaban en la lechera. Los olores característicos del campo eran los que se sobreponían al de la colonia que tu madre te ponía cuando te peinaba, a mí me gustaban más los del campo. La primera vez que estuvimos en Pinos mi familia vivía entonces más arriba del pueblo, y por la pequeño ventanuco de la habitación, no tenía categoría de ventana, la visión que se me presentaba eran las chimeneas humeantes de las modestas casitas del Barrio de la Virgen al otro lado del río Cubillas, humo que por esas fechas poco podría colaborar en la alimentación de sus habitantes. Todo ello era como una estampa de nacimiento, enmarcado en Sierra Elvira. El sky line del horizonte cercano era siempre Sierra Elvira.

En el centro la calle Barrionuevo donde estaba la Tahona

“De la estación a la tahona había poco recorrido. La calle donde estaba la tahona era una calle terriza, rectilínea en la que al fondo se veía majestuosa la montaña del Piorno, un antiguo volcán como decía mi padre, que tenía en su cima unas grietas dónde tiraban cuando pequeños,  aros de hierro o piedras y no se oía llegar al fondo, dando una imagen sonora de gran profundidad. Mi primo Antoñito, de mí “chacho Antonio” –el diminutivo “ito” era una cosa a la que había que irse acostumbrando, y el “chacho” significaba tío- tenía un dibujo con la calle y el Piorno de Sierra Elvira al fondo. Antoñito fue legionario, y luego marchó a Francia a trabajar, y en la vuelta fue asesinado en el ferrocarril. Nadie pudo ir a su entierro, el gobierno del General Franco le impidió a su padre ir al entierro de su hijo. Éste había sido republicano, y lo fue hasta su muerte desde luego, pero se lo impidió el susodicho treinta años después de la finalización de la guerra.”

Zona del cuartel y polvorín de Sierra Elvira

De Sierra Elvira me contaba mi padre muchas leyendas, el subir a la sierra de niño y tirar por la Raja Santa sus aros metálicos de juegos y la tardanza en escuchar la caída, lo que denotaba la profundidad de la misma. Luego hace pocos años un buen amigo Emilio (Vértice), deportista de élite, me comentó que había entrado en esa sima, cercana al balneario de Sierra Elvira, que veíamos cuando hacíamos el recorrido en tranvía, de Graná a Pinos y pasábamos por los polvorines del cuartel que allí había, que lo definían las chimeneas o casillas en la ladera, de lo que imaginaba eran subterráneos excavados en la roca para guardar las municiones. También me acuerdo cuando con mi padre en su bicicleta me llevó a ver la construcción de la presa del pantano de Cubillas, por Caparacena, y me dieron miedo las casas debajo de la presa, del poblado de los trabajadores, recuerdo el camino a orillas del río Cubillas y las presas en media luna del mismo, muy características de allí. Y como, en otro paseo, otro río, el Velillos, que venía de arriba allende Olivares y Moclín, estaba helado totalmente y se podía pasar por encima.

Escalinatas de la gruta (foto Paisajes del Agua)

Todas esas historias, imágenes y comentarios acababan siempre en que Sierra Elvira era un antiguo volcán, no tan antiguo porque parecía a veces que tenía hasta fumarolas. Las fumarolas eran procedentes de las corrientes termales que andaban por su seno, de las que se alimentaba el Balneario y que conocí después. Pero si a todo ello le sumamos que en el 1956 hubo aquí un terremoto que fue el de mayor magnitud que había habido en España -el de Lisboa de 1755 fue en Portugal-, cuyo epicentro estaba por la zona, más todavía el tema del volcán se arraigaba. Pero mi gozo en un pozo, al igual que los desengaños de diccionario con Chocho= Altramuz, o Polla= Gallina Joven, un artículo científico me demostró que de volcán nada, era un formación de aluvión creo que decía.

Preciosa foto de Sierra Elvira y lamento desconocer el autor

Por lo tanto el pueblo de mi padre no tenía un volcán, como ese que veíamos en las primeras películas en tecnicolor, con ríos de lava, allá por los mares del sur. Tiene que hacerse uno fuerte a los desengaños, que se van sumando uno tras otro y nos va modificando nuestro agradable y aventurero y onírico pasado,  que modelábamos a nuestro gusto, para adaptarlo a un presente que no es como quisiéramos, cada vez menos sueño y más realidad y dolorosa. Ese pasado de tranvía romántico, de espesas alamedas de chopos, de secaderos de tabaco, de esos picos de Sierra Elvira sobresaliendo entre las nubes, lo rompía al final un frío artículo científico junto a los sueños infantiles, y no era un volcán como me decían mi padre y otras personas.

Raja Santa

Los picos de la Sierra Elvira, son el Piorno, 1083 m.s.n.m., de la otra cima no conozco el nombre, de 1075. El Morrón de Enmedio de 1099 m. y el Morrón de la Punta de 1049 m. Luego más al norte pasada la Hoya de la Cuna Alta, un valle en los 800 m. tiene cuatro alturas de 875 m. dos, y las otras dos de 827 y 848 m.. Por el sur, pasado el collado de Ventanas, también por los 800 m. están el Peñón de Ventanas y la Hoya del Rey encima del Polvorín y el Balneario, Como el valle del Genil es llano, en la cota de los quinientos metros y las altura citadas de casi mil cien, hay una diferencia ostensible de casi quinientos metros y quedaba recortado siempre por la nieblas del valle. Pero aunque los geólogos no lo consideren un volcán, rompiendo sueños infantiles con su sentencia, tiene Sierra Elvira méritos más que suficientes para serlo, como Montilla para ser la capital de España.

AÑADIDOS ENTRAÑABLES

Mi querido amigo Leandro Jimena me dice lo siguiente: “Mi familia como sabes es ‘granaina’, mi padre era atarfeño, mi madre motrileña y en el Balneario de Sierra Elvira mi abuelo materno Leandro Fernandez Osuna, era el médico del centro y allí conoció a mi abuela Luisa Castanys de la Torre, que había ido a tomar los baños y tomó marido, allá por los años 80 del siglo XIX, mi abuelo era de Palenciana (Córdoba) y el ambulatorio de allí se llama ‘Fernández Osuna’, ya ves que es natural que tu escrito me trajo a la memoria recuerdos imborrables, gracias por ello” Estas cosas son el mejor premio por la publicación en el blog. Mi amigo Leandro excelente endocrinólogo, tiene 92 años.

Y por otro lado mi prima Gracia de Pinos Puente, me dice: “Hola primo espero que te encuentres mejor. Toda esa historia de Sierra Elvira es verdad yo he estado hace muchos años y había grietas que no te podías arrimar de la calor que salía. También allí había unas resculizas que se llaman los caballitos del rey. Un abrazo muy grande para todos” Le pregunté: ¿Qué eran resculizas prima? «–Pues unas piedras grandes que nos servían de toboganes.» Haciendo un alarde personal de buscar una etimología de la palabra deduzco “res” de resbalar y “culizas” la parte donde la espalda pierde su noble nombre por la caliza.

FOTO: Sierra Elvira desde Albolote 

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