Aquella Granada fluvial que se conectaba gracias a sus puentes

La construcción de edificios comerciales como el Corral del Carbón precisó de nuevos puentes que unieran con el corazón de la ciudad

Granada es una ciudad que está marcada por sus ríos hasta tal punto que su singular urbanismo está determinado primero por el río que la cruza de Este a Oeste dividiéndola en dos –el Darro– y luego por la presencia del Genil, al que tributa sus aguas el primero, que marca el ritmo del paisaje periurbano, donde se entremezclan antiguas huertas, molinos y espacios de solaz. Existe un tercero, menos conocido, pero no menos importante en el origen y devenir histórico de la ciudad, que es el Beiro. Nace en las estribaciones de la Alfaguara y desciende bordeando las tierras de la Cartuja. Hoy discurren ocultos debajo del asfalto o domesticados y encorsetados, como el Genil a su paso por Granada. Pero siguen ahí y de forma inevitable siguen siendo ejes invariables en la estructura de la ciudad.

Sus cauces también son trincheras que dividen cada una de sus orillas. Para acercarlas y hacerlas permeables entre sí siempre ha sido necesario la existencia de puentes que facilitaran la comunicación entre una y otra. La construcción de un puente requiere un conocimiento profundo del río, como su comportamiento y su ubicación responde a condicionantes tanto topográficos, utilizando los espacios más aptos para su trazado, como a la estructura urbana. Así, por ejemplo, la construcción de un nuevo edificio comercial, como la alhóndiga Yidida, conocida como Corral del Carbón, necesariamente se vinculó a la construcción de un puente que permitía conectar directamente el edificio con el corazón comercial de la ciudad, es decir con el Zacatín y la Alcaicería.

Según algunos viajeros árabes que visitaron Granada en distintas épocas, en la ciudad había cuatro puentes que permitían pasar de una a otra orilla del Darro, a los que luego se le añadió el que hemos citado. Lamentablemente solo se han conservado los vestigios de algunos de ellos, como el del Aljibillo, al final del Paseo de los Tristes y los restos arqueológicos que aún quedan debajo del embovedamiento del río que sostiene la calle Reyes Católicos: son los del puente del baño de la Corona, en la confluencia de la calle Elvira con Reyes Católicos, el de los Zapateros de Alcorques, cuyos restos se encuentran frente a la Plaza de Isabel la Católica, el ya mencionado puente Nuevo, y el puente del Álamo, frente a la calle Salamanca también conocido como puente de los Curtidores, que funcionó de forma muy parecida a la Puerta de los Tableros (la Bab al Difaf), como compuerta que permitía controlar el acceso por el cauce del río, a la vez que sistema de limpieza del mismo por medio de la represa de sus aguas.

Puente sobre el río Genil.
Puente sobre el río Genil. / IDEAL

Los pintorescos puentes que hoy existen en la Carrera del Darro, el de Cabrera y Espinosa, no son tan antiguos. Fueron levantados ya en época moderna para conectar nuevas vías de comunicación que se abrieron entre la Carrera y el barrio de Almanzora, transformando la antigua trama urbana de época nazarí.

Así que realmente hoy día solo nos quedan visibles apenas los restos de tres puentes históricos en el Darro.

Datos básicos

Localización
Restos de Puente del Aljibillo, al final del Paseo de los Tristes. Puente del Genil, en Paseo de los Basilios.
Descripción
Puente de cinco arcos de medio punto, ligeramente mayor el central, construido en piedra arenisca colocada en aparejo de soga y tizón.
Cronología
Puentes del siglo XI. Restos de puentes nazaríes en el embovedamiento del Darro.
Tipo de protección
El puente del Genil y el puente Verde están declarados BIC con categoría de monumento por el decreto 244/2007, de 4 de septiembre.

En el tramo urbano del río Genil conservamos dos ejemplos: el Puente Verde, construido a principios del siglo XIX por las tropas francesas bajo las órdenes del general Sebastiani, y el Puente del Genil. Éste es uno de los puentes históricos más importantes de Granada. Aunque tradicionalmente se había datado de época romana, atendiendo a su estructura y proporciones, la arqueología ha demostrado que se trata de una obra islámica, del siglo XI, con reformas a lo largo del tiempo. No obstante, la existencia de restos romanos en el solar que hoy ocupa el colegio de los Escolapios y en otros puntos próximos, como la villa romana de la Plaza Rafael Guillén apuntan a la posibilidad de que antes que el actual pudiera haber existido otro que facilitara la comunicación entre ambas orillas.

Cinco arcos

El puente tiene cinco arcos de medio punto, ligeramente mayor el central con un paso con cambio de rasante en la parte central. Presenta tajamares de sección triangular aguas arriba que rompen la fuerza del agua y protegen de la erosión del agua los pilares, mientras que aguas abajo son redondeados, actuando como contrafuertes.

Del análisis arqueológico que se asoció a la reforma realizada en el año 1986 se supo que su obra es de sillares y sillarejos de piedra calcarenita utilizando el aparejo de soga y dos tizones, con paralelos en otras construcciones del siglo XI de Granada (Puente del Cadí, Puerta de Hernán Román o alminar de la iglesia de San José́). En las catas arqueológicas realizadas a los pies del pilar del segundo vano desde la orilla de la margen izquierda, se comprobó que sus cimientos están escalonados y enterrados a casi cuatro metros desde la cota actual.

Tramo urbano del Darro.
Tramo urbano del Darro. / IDEAL

Por tanto, definitivamente, el puente es una obra zirí pero fue reformado de forma singular en época almohade, en concreto en torno al año 1199-1210, por Muḥammad ibn Abd al-Rahmanibn Abd Allah, que sustentaba el cargo de cadí de la ciudad. Esta obra se hizo en el mismo momento en el que se construyó el muro de contención del río descubierto en el Paseo del Violón, para acondicionar el terreno de forma previa a la construcción de la almunia del Alcázar Genil. Más tarde, en el siglo XVII, en 1624 con motivo de la visita de Felipe IV a la ciudad, fue remozado, reparando los famosos leones de piedra a la entrada y salida del puente. Las lluvias torrenciales de 1684 obligaron a una nueva reparación que no se limitó solo al puente, sino que afectó también a la urbanización de su entorno que perduró hasta una nueva remodelación llevada a cabo en 1880, dándole el aspecto que tuvo hasta su restauración en 1986. Hoy podemos apreciar la fábrica del siglo XI gracias a las ventanas arqueológicas que se dejaron tanto en los paramentos como en los pilares.

FOTO: El río Darro en su tramo final en la confluencia con el Genil. Principios del siglo XX. / A. H. M. GR.
Granada
A %d blogueros les gusta esto: