«ARQUEOLOGÍA EN MEDINA ELVIRA» por José Enrique Granados
“Los restos arqueológicos de Medina Elvira se encuentran situados entre las localidades granadinas de Atarfe y Pinos Puente. Las labores arqueológicas han demostrado que la ocupación de este espacio ya se producía en épocas prehistóricas, con restos tanto paleolíticos como neolíticos, pero sería en época romana cuando gana un importante papel. Pero no será hasta época musulmana cuando adquiere un papel predominante en la región. Desde la conquista árabe hasta el siglo XI, Medina Elvira fue la capital de la Cora de Elvira, una de las más importantes coras durante la época emiral y califal.
Su origen como poblamiento musulmán se remonta a la etapa en la que Abderramán I llega a la Península. En el 747, tras la guerra civil ocasionada por la llegada al trono de Abderramán, cuando el omeya consigue vencer, funda esta localidad sobre una ciudad anterior denominada Qastiya, o Castilla, posiblemente de origen romano, aunque en gran estado de abandono. Esta localidad es otorgada al Yund de Damasco y a clientes suyos tras la guerra (JIMÉNEZ MATA, 1990).
La escasez de fuentes escritas no permite conocer en gran detalle las particularidades de la ciudad, aunque sí podemos deducir que sería una ciudad con gran 7 cultura, debido a la lista de eruditos que podrían haber vivido en ella. El primer walí del que se tiene constancia fue Ased ben Abderramán El Schebani, en el 759.
Las labores arqueológicas siguen en curso, y a lo largo de toda la investigación, incluida las excavaciones realizadas en el siglo XIX, han dado una gran cantidad de información. Antes de los hallazgos de la antigua ciudad de Medina Elvira, se hallaron los restos de un cementerio en la misma localidad, llamado Cementerio de Marugán, que fue saqueado por los vecinos de la localidad, en 1842, para vender las losas que cubrían las sepulturas. Más tarde, cuando hallaron uno zarcillos de oro, que pudieron vender a un precio más alto, el número de vecinos que frecuentaban los restos para saquearlos aumentó, llegando a encontrarse más de doscientas sepulturas. Fue en este momento cuando el Liceo Artístico y Literario de Granada tomó cartas en el asunto, y comenzaron a estudiar los enterramientos, analizando un gran número de objetos de ajuar, desde pulseras o anillos hasta cuentas de ámbar y cristales.
A escasa distancia del cementerio se halló un antiguo acueducto subterráneo. Cerca de este punto se encontraba el pago de los Tejoletes, perteneciente al cortijo llamado de las Monjas de la Encarnación, donde se hallaron ladrillos y tejas y pozos secos de gran profundidad. El estudio fue encomendado a Peñalver y Lafuente Alcántara, uno desde el punto de vista arqueológico, y otro desde el punto de vista geográfico. Sus estudios fueron publicados en la revista Alhambra.
La variedad de objetos encontrados, algunos de ellos de época romana, sirvieron a Lafuente Alcántara para defender que eran restos de la antigua ciudad romana de Iliberri. Pero estos hallazgos cayeron pronto en el olvido, hasta que en 1868, con motivo de la construcción de una nueva carretera entre Pinos Puente y Alcalá la Real, se hallaron de nuevo restos arqueológicos (GÓMEZ-MORENO, 1872).
De todos los nuevos objetos hallados, solo se recogieron para la Comisión de Monumentos una teja plana, fragmentos de otras y un ladrillo cortado por uno de sus extremos al modo que se prepara la madera para el ensamble llamado cola de milano. El resto fueron llevados al Museo Arqueológico de Madrid. También se hallaron restos de construcciones.
En 1870, en Noviembre, hallaron en uno de los estribos inferiores de la sierra una losa de mármol blanco que contenía la mitad de una inscripción latina, referente a un individuo que había fallecido el año 1002. La otra mitad no fue hallada, pero esto dio pie a que se formalizara una investigación exhaustiva del lugar, empezando por la elaboración de planos de toda la localidad de Atarfe, señalando los lugares en los que habían aparecido restos.
En los años siguientes el goteo de hallazgos de restos no paró. Siendo en Marzo de 1872 el número de sepulturas abiertas más de mil doscientas. (GÓMEZ-MORENO, 1872) Los estudios en el llamado Secano de la Mezquita, donde Ibn Hayyan situaba la mezquita, empezaron ese mismo año, en Septiembre, en una zona con una superficie de cinco a seis mil metros y con restos visibles de haber albergado un gran edificio. Se abrió una zanja de cinco metros, hallándose a medio metro de profundidad un muro 8 destruido de ladrillos, una gran capa de materias carbonizadas y otra de restos de piedra franca como si hubiera habido un obrador de cantero.
En el 2007 además se hallaron dos enterramientos cercanos, lo que podría indicar la proximidad de un lugar de culto. (fig. 4) Así mismo, la alcazaba podría estar situada en el cerro del Sombrerete. Ibn Hayyan ya habla de su existencia en el siglo IX, período en el que se produce la primera Fitna. En esta guerra, Elvira es tomada por los muladíes, al mando de Omar Ibn Hafsún, que se enfrenta a los árabes, que según las fuentes se fortalecieron en un hisn o castillo que estaría situado en la actual Granada, en el Albaicín, dirigidos por Sawwar.
Es posible que tras la victoria de Abderramán III, esta alcazaba fuese destruida, y los sublevados, obligados a vivir en el llano, para evitar una nueva sublevación, impidiéndoles la defensa en alto (GÓMEZ-MORENO, 1872).
Es posible que en sus primeros momentos de existencia no pueda ser definida como ciudad, sino como una agrupación de alquerías semiindependientes, con un sistema de captación de agua particular. No sería hasta el siglo IX, bajo el reinado de Abderramán II, cuando estas alquerías se uniesen, hecho que pudo desembocar en la construcción de la mezquita aljama en un lugar central, y una muralla que separase el territorio urbano y el rural (GÓMEZ-MORENO, 1872).
Durante el período califal, la ciudad viviría una época de aparente esplendor, ya que estaba situada en una zona de paso desde los puertos marítimos, como Pechina, hacia la capital cordobesa. Esto hizo que no hubiese más revueltas en este período, pero era una paz aparente. De esta forma llegamos al período de la caída del Califato y el cambio en la capital del nuevo reino de Taifa hacia Granada”.
Extracto del TFG de Adrián Serrano Vargas, dirigido por José María Martín Civantos. En la fotografía, enterramiento encontrado en el pago de la Mezquita.
Curiosidades elvirenses.