«EL DECRETO DE EVALUACIÓN» por José Vaquero
Recientemente, el Consejo de ministros aprobó el Real Decreto de evaluación, promoción y titulación. Las normas que regulan las notas, el paso de curso y la finalización de los estudios en la ESO, el Bachillerato y la Formación Profesional. La repetición se convierte en algo excepcional y se acaban las recuperaciones finales en la ESO. No existe límite de suspensos ni para pasar de curso ni para lograr el título en esta etapa académica.
Todo esto podría ser papel mojado si en las próximas elecciones generales, es decir en noviembre de 2023, si no se convocan antes, hubiese un cambio de gobierno. Lo primero que haría éste, ya anunciado previamente, sería derogar la actual ley educativa. Es decir, no termina de implantarse una cuando ya está en vigor la siguiente. Lamentable. No entendemos que la educación en España es un problema y no un conflicto ideológico en el que cuando unos acceden al poder imponen su modelo educativo a los otros. Y los problemas se resuelven participando todos los actores implicados en ellos, principalmente los profesores, que son los que los sufren con mayor intensidad. Ya es un clamor en la sociedad la petición que los maestros hemos venido pidiendo desde hace mucho tiempo, un Pacto por la Educación. ¿Cuándo lo tendremos?
Independientemente de lo expresado en el párrafo anterior, mi experiencia educativa me dice que, con este decreto, bajará notablemente el nivel de exigencia para pasar de un curso a otro y para titularse. Disminuirá el número de alumnos repetidores y el abandono escolar temprano, pero aumentará el de los que promocionen de un curso a otro y se titulen sin tener las aptitudes necesarias para ello. La educación no se mejora maquillando las estadísticas, sino mejorando los resultados reales. No hay mayor fracaso educativo que el que se produce al promover a alumnos que no alcanzan las competencias fijadas para su nivel educativo. Y las notas, como afirma la Sra. ministra, no son castigos, sino indicadores del progreso del alumno.
Pienso que, si educar es dar al cuerpo y al alma la máxima belleza y perfección posibles, cada vez estamos más alejados de tal objetivo. Y ese decreto aún lo alejará más. ¿Dónde se potencia en él la excelencia y el esfuerzo, la crítica y el análisis? Deduzco de su estudio que desalentará el aprendizaje, empobrecerá la capacidad crítica, minará el afán de superación y primará la mediocridad.